Sector agroalimentario en Portugal (parte II): los desafíos del Pacto Verde Europeo y de la nueva Política Agrícola Común

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Teresa Gil Pinheiro
17 de febrero de 2022
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La nueva Política Agrícola Común (PAC) que entrará en vigor en 2023 facilitará que el sector agrícola cumpla con los objetivos fijados en el Pacto Verde Europeo. Un importante pilar de este plan es la nueva estrategia «Del campo a la mesa», que tiene como objetivos que la población tenga acceso a una alimentación saludable y sostenible a precios asequibles, la lucha contra el cambio climático, la protección del medio ambiente y la preservación de la biodiversidad, asegurar el justo pago a los productores y aumentar la superficie destinada a la agricultura ecológica.

Portugal: objetivos del Pacto Verde Europeo para el sector agroalimentario
Portugal: número de procesadores en la industria alimentaria de agricultura ecológica

Para ello, se establecieron un conjunto de objetivos que pasan por la reducción de pesticidas y fertilizantes en un 50% y un 20%, respectivamente, y el aumento de la superficie ocupada por la agricultura ecológica hasta el 25%. A estos objetivos más específicos del sector agrícola debe añadirse la reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

El cumplimiento de estos objetivos se beneficiará de la gran dimensión de los fondos europeos disponibles para los próximos seis años, entre los que destacan los atribuidos en el marco del programa Next Generation EU. En este ámbito, en el marco del Componente 5 del Plan de Recuperación y Resiliencia dedicado a la capitalización y la innovación empresarial, se lanzó la Agenda de investigación e innovación para la sostenibilidad de la agricultura, alimentación y agroindustria, cuyo objetivo es promover el crecimiento del sector agroalimentario de forma sostenible. Cuenta con una dotación de 93 millones de euros, de los cuales 80 millones se destinan a la transición climática y 13 millones a la digital. De estos, ya se lanzaron dos programas, cada uno de ellos dotado con 4 millones de euros: Agricultura 4.0, para promover la digitalización y la aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación, y Territorios Sostenibles, cuyo objetivo es promover el desarrollo sostenible y la gestión eficiente de los recursos naturales.

El primer objetivo establecido para mitigar los efectos del cambio climático en Europa es la reducción del 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero entre 1990 y 2030. El papel del sector agrícola es fundamental. Concretamente, se pretende reducir la emisión de metano (CH4), resultante del proceso digestivo del ganado, el manejo del estiércol y el cultivo del arroz; de óxido nitroso (N2O), resultante de los suelos fertilizados con nitrógeno y estiércol, y de dióxido de carbono (CO2), resultante de alteraciones en la utilización de los suelos. El sector agrícola también puede contribuir a la reducción de estas emisiones a través del aumento de la superficie forestal o vegetal que contribuye a la absorción del CO2.

En Portugal, la evolución global de estas emisiones presenta un comportamiento favorable desde 2005, y se prevé que si se mantienen los ritmos de reducción de emisiones se podrá cumplir el objetivo fijado por la UE. A pesar de ello, el sector agrícola difiere del comportamiento de la economía total, pues desde 2011 se ha asistido al aumento de dichas emisiones. En 2019, las emisiones del sector eran de 6,9 millones de toneladas, casi 4 millones más de lo que resulta de la aplicación del objetivo al sector, contribuyendo en cerca del 12% de las emisiones totales de la economía (11% en la UE y 13% en España). Pero si nos fijamos en este indicador teniendo en cuenta la superficie agrícola utilizada (SAU), parece evidente la atención que el sector presta a la cuestión, ya que entre 2005 y 2019, las toneladas de gases de efecto invernadero emitido por hectárea cayeron desde las 23 toneladas hasta las 16, lo cual es un claro indicio de la mejora que ha conseguido llevar a cabo desde el punto de vista medioambiental.

El segundo objetivo establece la reducción del uso de pesticidas químicos en un 50% hasta 2030. Si se toma como base el índice de riesgo armonizado para el uso de pesticidas,1 Portugal presenta una evolución positiva, ya que ha reducido en un 25% su utilización. Sin embargo, este es un objetivo al que habrá que prestar atención, porque, aunque hasta 2016 la reducción haya sido significativa, desde entonces se observa cierto estancamiento. Del mismo modo, hay una reducción importante (–30%) en la venta de pesticidas desde 2011, pero en los últimos tres años la tendencia se ha invertido. El cumplimiento del objetivo implica la reducción media anual de 780 toneladas por año, muy por encima de la reducción de 32 toneladas por año registradas en 2017-2019.

Otro aspecto relevante en el que el sector agrícola puede contribuir al cumplimiento del Pacto Verde Europeo es la reducción del 50% de las pérdidas de nutrientes del suelo hasta 2030, con el objetivo de reducir el riesgo de contaminación del suelo, del agua y del aire. Con esta finalidad se calcula el balance de nutrientes,2 cuyos resultados para Portugal son insatisfactorios, especialmente en el caso del nitrógeno, cuyo excedente en los últimos años presenta una tendencia creciente, hasta alcanzar los 45 kilogramos por hectárea de superficie agrícola utilizada en 2019. En el caso del balance del fósforo, la evolución también es desfavorable, pero el excedente es más reducido: 5,8 kilogramos.

Otro objetivo fijado en el Pacto Verde Europeo tiene que ver con la reducción del aislamiento de las zonas rurales a través, por ejemplo, de la posibilidad de pleno acceso de las poblaciones rurales a internet de banda ancha. El objetivo es que la cobertura de estas zonas sea del 100% en 2025, y aquí Portugal se encuentra bien posicionada, puesto que ya tiene cubierto el 70% de dichas zonas.

El último objetivo para el sector es que un 25% de la superficie agrícola esté dedicada a la agricultura ecológica. Según Eurostat, en Portugal este porcentaje era del 8,2% en 2019 y presenta una tendencia positiva, pero el ritmo de avance parece insuficiente. Lo mismo ocurre en la proporción de la superficie agraria ocupada por elementos paisajísticos de gran diversidad, cuyo objetivo del Pacto Verde Europeo es del 10% y que en Portugal se sitúa en un 7,6%.

  • 1. Los indicadores de riesgo armonizado miden los progresos alcanzados en el cumplimiento de los objetivos de la Directiva 2009/128/CE sobre la utilización sostenible de pesticidas (Eurostat).
  • 2. El cálculo del balance de nutrientes (nitrógeno y fósforo) resulta de la diferencia entre la incorporación de estos nutrientes en el suelo y su retirada por los cultivos. El balance de nutrientes es necesario para la monitorización de los Programas de Desarrollo Rural. Se propone que sea un indicador de la amenaza potencial del excedente o déficit de dos importantes nutrientes del suelo y de las plantas en tierras agrícolas (nitrógeno y fósforo), ya que aporta una visión sobre la interrelación entre el uso sostenible de los recursos nutricionales del suelo, el uso de fertilizantes agrícolas (inorgánicos y orgánicos) y las respectivas pérdidas para el medio ambiente. La estrategia Prado ao prato, lanzada en el ámbito del Pacto Ecológico Europeo, establece el objetivo de la UE de reducir las pérdidas de nutrientes por los menos en un 50% y el uso de fertilizantes en por lo menos un 20% hasta 2030.
Portugal: número de operadores de producción ecológica
La evolución de la tierra cultivada que se destina a agricultura biológica revela la apuesta por unos métodos de producción más sostenibles

Según el Portal del Estado del Medio Ambiente, en 2019, 293.000 hectáreas eran ocupadas por el método de producción biológica (MPB), también llamada ecológica u orgánica, distribuidos entre pastos (62%), cultivos permanentes (21%) y temporales (18%). El aumento de la superficie con MPB estuvo acompañado por el aumento de los operadores en MPB, que en 2020 eran 6.795, de los cuales cerca del 90% se dedicaban a actividades agrícolas. La importancia del MPB es también evidente en la industria alimentaria y de las bebidas. En 2020, había 1.019 procesadores que actuaban en la transformación de comestibles, entre los que destacan los que operan en los sectores de frutas y hortalizas, en aceites y grasas y otros productos alimentarios, como, por ejemplo, azúcar, chocolate, café y té, condimentos y precocinados.

En conclusión, en el campo de la sostenibilidad, el sector agrícola todavía tiene por delante importantes desafíos, pero gran parte de los indicadores muestran que el sector está atento a las principales cuestiones, lo que facilitará la aceleración de los cambios necesarios para el cumplimiento de los objetivos inscritos en el Pacto Verde Europeo y en la nueva PAC.

Teresa Gil Pinheiro
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