Las perspectivas de crecimiento global se estabilizan

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13 de febrero de 2020

Los primeros indicadores del año apuntan a un optimismo prudente. Tras meses de deterioro, los indicadores económicos globales se estabilizaron en el último trimestre de 2019. Así lo refleja el índice global de sentimiento empresarial (PMI) compuesto, que mejoró en los dos últimos meses del pasado año (hasta los 51,7 puntos en diciembre), aunque todavía permanece en niveles contenidos. Asimismo, los datos de crecimiento del PIB del 4T ya disponibles (como los de EE. UU., China, la eurozona y México) nos indican que el crecimiento económico mundial se emplazó cerca del 2,9% interanual en el último trimestre del pasado año, igualando el registro del 3T. La desaceleración del crecimiento global en el año 2019 (se estima que el PIB mundial habrá crecido un 2,9% en 2019, frente al 3,6% en 2018) fue resultado de una confluencia de factores: el debilitamiento del comercio global tras las tensiones comerciales entre EE. UU. y China, la incertidumbre alrededor del brexit y el enfriamiento generalizado del sector manufacturero, así como dificultades específicas en ciertos países emergentes como la India, Brasil y Rusia. De cara a 2020, se espera una recuperación del crecimiento en estos países, lo que impulsará la mejora de la actividad económica global (hasta el 3,2% según previsiones de CaixaBank Research).

El balance de riesgos en 2020 es menos negativo, pero sigue siendo apreciable. En concreto, tanto el aflojamiento de las tensiones comerciales entre EE. UU. y China (que firmaron un acuerdo comercial de mínimos en enero) como la formalización del brexit el pasado 31 de enero deberían resultar en una reducción de aquella incertidumbre que ha lastrado la inversión y el comercio internacional. Además, las principales economías seguirán contando con el respaldo de la política monetaria, que dio un giro acomodaticio en 2019. Aun así, siguen existiendo riesgos importantes. Entre ellos no se puede descartar un nuevo recrudecimiento de las tensiones sino-americanas, y además destacan el empeoramiento de fricciones geopolíticas respecto a Irán, riesgos relacionados con las elevadas cotizaciones en distintos segmentos de los mercados financieros y las vulnerabilidades de distintas economías emergentes.

ESTADOS UNIDOS

La economía estadounidense creció un sólido 2,3% en 2019. Esta cifra, aunque inferior a la de 2018 (2,9%, con una economía fuertemente empujada por el impulso fiscal aprobado a finales de 2017), también se situó por encima del potencial del país (que estimamos en torno a 1,9%). Se trata de un avance notable, a pesar de las medidas proteccionistas y las tensiones comerciales que el país mantuvo con China. En el 4T 2019, el crecimiento se situó en el 0,5% en términos intertrimestrales, y 2,3% interanual, apoyado por el consumo privado, el consumo público y la inversión residencial. En cambio, cabe destacar que la inversión empresarial se contrajo nuevamente en términos intertrimestrales. Es más, a pesar de que la mejora de este componente fuera el objetivo explícito de la reforma fiscal de 2017, su contribución al crecimiento durante los dos últimos años ha sido moderada y por debajo de las expectativas de la mayoría de analistas, mientras que el consumo público y privado han mantenido contri­­buciones elevadas al crecimiento (véase el Focus «Buenas perspectivas de la economía estadounidense, con permiso de la in­­­­versión» en el IM12/2019). De cara a 2020, esperamos que el crecimiento se reduzca suavemente a niveles más en línea con el crecimiento potencial, aunque la economía seguirá contando con el apoyo de una política monetaria favorable (tras los tres recortes de tipos de la Fed en 2019) y mantendrá ritmos de crecimiento sólidos. Así lo respaldan los primeros datos disponibles para el primer trimestre, como el índice de confianza de los consumidores elaborado por el Conference Board, que aumentó hasta el 131,6 en enero (su mayor nivel en los últimos 5 meses).

EUROPA

El brexit es oficial desde el 31 de enero, tras la ratificación del acuerdo en la Cámara de los Comunes y su aprobación en el Parlamento Europeo. El Reino Unido y la UE ya han iniciado una cuenta atrás de 11 meses de transición para alcanzar un acuerdo sobre la nueva relación, y durante este tiempo el Reino Unido seguirá formando parte del mercado único y de la unión aduanera. Como explica el Focus «Las nuevas incógnitas del brexit en 2020» en este mismo Informe Mensual, la cantidad de temas sobre los cuales la UE y el Reino Unido tendrán que ponerse de acuerdo (comerciales, financieros, aduaneros, relativos a la pesca y al movimiento de las personas, etc.) es muy elevada, y el tiempo escaso. Por esta razón, la incertidumbre relacionada con el brexit, aunque se haya reducido, no desaparecerá, y puede seguir afectando tanto a la economía británica como a la de los países europeos.

2019, un año complicado para la eurozona. La economía de la eurozona decepcionó a los analistas que esperaban una recuperación al final del año, con un crecimiento del PIB del 0,1% intertrimestral en el 4T 2019 (1,0% interanual). Así, tras el dato, la primera estimación para el cómputo anual de 2019 se sitúa en el 1,2%, significativamente por debajo del 1,9% de 2018. Con este dato, Europa se confirma como la principal víctima del empeoramiento del entorno global en 2019, en parte debido a su elevada apertura comercial e integración en la economía global. Además, el sector manufacturero ha sufrido especialmente, tanto por la incertidumbre global como por un shock en la industria automovilística. Sin embargo, las manufacturas han empezado a dar pequeñas señales de mejora. En concreto, el PMI de manufacturas de la eurozona mejoró en enero, desde los 46,3 puntos en diciembre hasta los 47,8, aunque todavía por debajo del umbral de los 50 puntos (que separa la zona expansiva de la contractiva). En 2020, la economía de la eurozona seguirá respaldada por la política monetaria acomodaticia del BCE, y también se beneficiará de una política fiscal moderadamente expansiva. Además, a medida que la reducción de las incertidumbres globales comentadas anteriormente se traslade hacia una recuperación gradual de la confianza, la economía podría mostrar algo más de tracción. Entre los riesgos que podrían estropear esta recuperación, destacan un posible repunte de las tensiones comerciales con EE. UU., que todavía tiene que decidir si aumentar los aranceles sobre las importaciones de automóviles europeos, y el temor a un contagio a los servicios y la demanda doméstica, que de momento han resistido a las dificultades del resto de la economía.

Alemania, la mayor economía europea y foco principal de diversos shocks en 2019, acabó el año 2019 con un crecimiento anual del 0,6%, una desaceleración acusada respecto a 2017 y 2018, cuando la economía creció un 2,8% y 1,6%, respectivamente. Sin embargo, los datos de sentimiento empresarial de los últimos meses sugieren que la economía alemana se está empezando a recuperar de un año muy difícil. Así, tanto el PMI de manufacturas como el de servicios han aumentado de manera acusada desde septiembre, que fue el peor mes del año en términos de sentimiento empresarial. Estos datos deberían aliviar los temores a que el sector de servicios se contagiaría de la recesión del sector manufacturero. Por otro lado, entre los datos de PIB del 4T que se han publicado sorprendieron negativamente Francia e Italia. En Francia, el PIB cayó un 0,1% intertrimestral, lastrado por una fuerte caída en existencias en un trimestre en el que el consumo siguió avanzando un 0,2% a pesar de las huelgas de los últimos meses contra la reforma de pensiones del presidente Macron. En Italia, el PIB se contrajo un 0,3% intertrimestral, la caída más fuerte desde 2013 y que, aunque todavía no se dispone del detalle por componentes, también reflejaría un lastre por parte de las existencias.

EMERGENTES

En China, la desaceleración de la economía continúa gradualmente... con el permiso del coronavirus. El PIB avanzó un 6,0% interanual en el 4T 2019 (6,0% en el 3T), con lo que el cómputo total del año se situó en el 6,1%, 5 décimas menos que en 2018. Aunque es la menor cifra desde 1990, se trata de un registro que cumple con el objetivo de crecimiento marcado por el Gobierno (que se había propuesto un avance del PIB de entre el 6,0% y el 6,5%) y que es acorde con la transición hacia una economía más terciarizada. Además, los datos de actividad de diciembre mostraron un tono más dinámico que en octubre y noviembre. Así, la producción industrial avanzó un 6,9% inter-anual (6,2% en noviembre) y las ventas minoristas crecieron un 8,0% (8,0% en noviembre). De cara a los próximos trimestres, estos indicadores sugieren que la economía china debería continuar ralentizándose de forma gradual. Sin embargo, en las últimas semanas, la emergencia del coronavirus, un virus focalizado en la región china de Wuhan, ha resultado en cuarentenas de ciudades enteras y el cierre de varios aeropuertos. Su coste económico es incierto, aunque la experiencia de otros episodios (como el SARS de los años 2002 y 2003, también centrado en China) sugiere que este tipo de fenómenos ejerce un lastre sobre el desempeño económico que es significativo pero, a la vez, acotado tanto en el tiempo como en la geografía y viene seguido de un rebote económico (por las decisiones de consumo e inversión pospuestas durante la emergencia sanitaria). Sin embargo, la mayor importancia de la economía china y, crucialmente, su mayor integración en las cadenas de valor globales desde 2003 podrían suponer un impacto más fuerte del coronavirus.

La actividad económica de México decepcionó en 2019. El PIB cayó un 0,1% en el cómputo total de 2019, después de que el dato del 4T volviera a defraudar (0,0% intertrimestral y –0,3% interanual). Este registro sugiere que las dificultades de los últimos trimestres, acentuadas por el mal comportamiento industrial y la incertidumbre global, están todavía muy presentes. En este sentido, desde CaixaBank Research esperamos una recuperación muy gradual de la economía mexicana, con un avance del PIB del 1,1% previsto para 2020.

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