El caso Messi: lecciones de economía y de gestión

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7 de septiembre de 2020
Niños con camiseta de Messi en el campo del Barça

Me hubiera gustado escribir este artículo dentro de unos años, con Messi dejando el Barça por la puerta grande para irse a Newell’s, el equipo donde siempre ha dicho que querría jugar los últimos años de su carrera. Pero, vistos los acontecimientos más recientes, he decidido no esperar. En estas líneas no quiero agradecerle los momentos de felicidad que nos ha dado a los culés y a muchos amantes del fútbol, porque me quedaría corto. Tampoco escribo para pedirle que se quede. Sencillamente, he pensado que merecía la pena destacar algunas lecciones de economía y de gestión que se pueden extraer de su historia y del punto al que hemos llegado.

La primera lección es que Messi nos recuerda la importancia de que todo el mundo pueda contar con la oportunidad de desarrollar su talento y su pasión. Messi la tuvo a pesar de sus orígenes humildes y de tener un problema hormonal que dificultaba su crecimiento. Seguramente tuvo suerte de que este problema surgió cuando ya apuntaba maneras y un club con capacidad para financiar su tratamiento se había fijado en él. Unos años antes no habría encontrado a nadie dispuesto a hacerlo y quizás ni tan siquiera hubiera llegado a ser futbolista profesional. También tuvo la fortuna de que su pasión fuera el fútbol, un deporte que se puede practicar sin necesidad de una gran inversión de recursos. No es extraño que muchos de los mejores futbolistas del mundo tengan un origen humilde.

Lo que nos deberíamos preguntar es cuántos físicos, médicos, ingenieros y matemáticos de nivel Messi nos estamos perdiendo porque muchos niños y niñas no tienen suficientes oportunidades para descubrir su pasión y revelar su talento. En países desarrollados sucede, pero, aún más, en países en desarrollo. Sospecho que se está despreciando una cantidad monumental de talento: hay muchos más balones de oro de origen humilde que premios Nobel.

Messi también ilustra la importancia del esfuerzo, de los valores que rodean a la ética del trabajo. Es probable que parte de su éxito se explique por unas condiciones físicas innatas para la práctica del fútbol, pero seguramente no deben ser muy distintas de las de cientos de miles de personas en todo el planeta. La diferencia más importante está en el trabajo, los sacrificios que el jugador ha llevado a cabo durante años. Su constancia, disciplina, ambición por superarse y voluntad de competir es lo que ha marcado la diferencia. Parece que Messi no era un gran lanzador de faltas, pero practicó para mejorar su técnica y convertirse en uno de los mejores lanzadores del mundo. Es un jugador que no soporta perder o sentir que su equipo no ha competido. Todo ello le ha llevado a la cumbre... y seguramente también a querer salir de un club donde siente que ya no puede dar lo mejor de sí mismo y ganar. Messi nos recuerda lo esencial que es inculcar desde la infancia lo que se llaman soft skills en la escuela y en la familia. Sin duda, alguien hizo un gran trabajo con él.

Por último, su trayectoria y el punto en el que estamos subrayan la importancia del equipo. Messi solo no ha podido ganar sistemáticamente. Michael Jordan dijo: «el talento hace ganar partidos; el trabajo en equipo y la inteligencia, campeonatos». Para ganar campeonatos, una estrella tiene que estar rodeada de un gran equipo y un buen entrenador, alguien que prepara táctica, física y mentalmente a los jugadores. También es necesaria una planificación meticulosa a nivel de club porque los equipos necesitan ir renovándose para mantener la excelencia y suficiente garra competitiva, una tarea compleja porque es difícil explicar cambios en un equipo ganador. Lo mismo sucede en el mundo de los negocios: cuando una gran empresa deja de innovar porque se resiste a canibalizarse, ya puede empezar a escribir el epitafio de su brillante trayectoria.

¿Quién hubiera dicho que, además de fútbol, Messi nos enseñaría lecciones de economía y de management? Gracias Leo, por todo.

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