Comportamiento errático en los mercados financieros globales

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12 de junio de 2018

Los mercados siguen agitados. El endurecimiento de las condiciones financieras en EE. UU. va ganando peso en el escenario macrofinanciero mundial y, en mayo, penalizó a los mercados de las economías emergentes, que sufrieron importantes retrocesos de sus bolsas y vieron cómo se depreciaban sus divisas. Las economías avanzadas, en cambio, empezaron con un tono más positivo, con ganancias moderadas en las bolsas y tipos de interés relativamente estables, pero la volatilidad también se impuso en la segunda mitad del mes. Así, en EE. UU., los tipos de interés repuntaron con fuerza para, luego, deshacer el movimiento en cuestión de días y terminar en niveles inferiores a los del cierre de abril. Por su parte, Europa sufrió un episodio de aversión al riesgo provocado por la incertidumbre alrededor de la formación de gobierno en Italia. La deuda alemana actuó como activo refugio y su tipo de interés a 10 años disminuyó en más de 20 p. b., mientras que las primas de riesgo periféricas viraron fuertemente al alza. Con esta mayor inestabilidad financiera en el trasfondo, en junio, la política monetaria volverá a escena de la mano de la Fed y el BCE, que deberán seguir manteniendo un equilibrio entre la necesidad de ir retirando el estímulo monetario (por el tono positivo de la economía y el riesgo de acumular desequilibrios financieros a medio plazo) y la importancia de hacerlo a una velocidad lo suficientemente gradual como para que la volatilidad se mantenga contenida.

Los mercados financieros emergentes digieren el endurecimiento de las condiciones financieras globales. Por segundo mes consecutivo, las cotizaciones financieras emergentes se vieron penalizadas por la consolidación de un entorno de mayores tipos de interés en EE. UU. Por un lado, en el mercado de divisas, el dólar ganó fuerza y prácticamente todas las monedas emergentes se depreciaron marcadamente y perdieron los avances conseguidos desde enero de 2018 (de hecho, entre las principales divisas, solo las de Colombia, Tailandia, China y Malasia se mantienen en positivo en lo que va de año, frente a las 18 que lo conseguían hace dos meses). Por otro lado, las bolsas emergentes también sufrieron y la mayoría de índices cerraron el mes con pérdidas significativas (el índice de MSCI para el conjunto de los emergentes retrocedió más de un 3%). Por regiones, la más penalizada fue América Latina, cuyo índice MSCI perdió un 14,3%, lastrado especialmente por el retroceso del 7,5% de la bolsa mexicana, mientras que el índice MSCI para el conjunto de las bolsas asiáticas emergentes registró pérdidas en torno al 1,5%.

Algunos emergentes sufren más que otros. En este contexto de cierta debilidad de las cotizaciones emergentes, Argentina y Turquía salieron especialmente perjudicadas. Por un lado, en Argentina el peso sufrió una depreciación de cerca del 17% pese a la defensa que intentó el banco central, con un primer aumento del tipo de referencia del 27,25% al 30,25% a finales de abril y otro hasta el 40% a principios de mayo. Así, el Gobierno terminó por solicitar ayuda financiera al Fondo Monetario Internacional y el mes terminó con una estabilización de la caída del peso y cierta recuperación en la bolsa argentina (el índice Merval, que llegó a retroceder más de un 11%, terminó el mes con unas pérdidas del 4,8%). Por otro lado, en Turquía, la lira se depreció algo más de un 10% frente al dólar, mientras que la bolsa de Estambul retrocedió cerca de un 3% después de haber caído cerca de un 6% a principios de mes. De este modo, el peso argentino y la lira turca se sitúan a la cabeza de las divisas emergentes más penalizadas en lo que va de año, con depreciaciones del 25,4% y 17,6%, respectivamente, que reflejan tanto los importantes desequilibrios macroeconómicos que arrastran ambas economías como las dudas de los inversores sobre la capacidad de sus respectivos gobiernos para corregir la situación.

Los mercados norteamericanos recuperan el ritmo. A diferencia de los emergentes, en mayo la bolsa estadounidense tuvo un desempeño positivo y avanzó con más solidez pese a los mayores tipos de interés. De todos modos, el mes estuvo caracterizado por dos fases distintas. En la primera mitad del mes, los principales índices bursátiles de EE. UU. (S&P 500, Dow Jones y Nasdaq) acumularon avances sostenidos y cómodamente por encima del 3%. Sin embargo, en la segunda mitad, los tipos de interés soberanos sufrieron un repunte de volatilidad, con un rebote de la yield a 10 años de 17 p. b. en apenas cuatro días (hasta el 3,12%, un valor no visto desde finales de 2013) que se deshizo, prácticamente, con la misma fuerza y rapidez con la que se había producido (de hecho, la yield acabó por debajo de los niveles de cierre de abril). En esta segunda fase, las bolsas estadounidenses se resintieron de la volatilidad del mercado de renta fija y se mostraron erráticas en el resto de sesiones, aunque consiguieron cerrar en positivo en el conjunto del mes.

Europa se ve arrastrada por un episodio de aversión al riesgo. Siguiendo la estela de las bolsas estadounidenses, durante las primeras semanas del mes, los principales índices bursátiles europeos exhibieron un tono positivo y registraron avances superiores al 2% en España y Francia, y cercanos al 5% en Alemania. Esta buena dinámica, sin embargo, terminó abruptamente en la segunda mitad del mes, cuando la incertidumbre alrededor de la formación de gobierno en Italia provocó un fuerte repunte de la aversión al riesgo. Así, la prima de riesgo italiana rebotó en 170 puntos hasta los 300 p. b. (nivel que no se alcanzaba desde la crisis de la deuda soberana en 2012), para cerrar el mes en 245 p. b. Esto generó cierto contagio al resto de primas de riesgo periféricas (la española pasó de los 70 p. b. hasta los 136 p. b. y cerró en los 116 p. b., y la portuguesa repuntó desde los 110 p. b. hasta los 193 p. b. y cerró en los 164 p. b.), mientras que la deuda soberana de Alemania actuó como activo refugio y su yield a 10 años disminuyó en casi 40 p. b., aunque recuperó algo de terreno en los últimos días del mes. Ante este episodio, las bolsas empezaron a sufrir unas pérdidas acumuladas importantes que fueron más acusadas en la periferia (con retrocesos superiores al 7%) que en el núcleo. Así, en el conjunto del mes, las bolsas europeas no consiguieron cerrar en positivo, con pérdidas mínimas en Alemania (índice DAX –0,1%) y mayores retrocesos en Francia (índice CAC –2,2%), España (Ibex 35 –5,2%) e Italia (índice MIB –9,2%). Finalmente, en el mercado de divisas, el euro también se resintió de la aversión al riesgo y, tras haber empezado el mes alrededor de 1,20 dólares por euro, se depreció hasta los 1,16 dólares al cierre del mes.

Los bancos centrales mandan mensajes de confianza en la economía en este contexto de volatilidad financiera. En particular, en EE. UU., la reunión de mayo del Comité Federal de Mercado Abierto se saldó sin cambios en los tipos de referencia, pero con una visión optimista sobre las dinámicas de la actividad y la inflación, lo que reforzó la expectativa de un nuevo incremento de tipos en junio (algo que, de hecho, está plenamente descontado tanto por los analistas como por las cotizaciones de mercado). Por su parte, en la eurozona, el BCE también mandó mensajes de continuidad y se mostró optimista sobre la evolución futura de la actividad. No obstante, los miembros del BCE también enfatizaron la importancia de entender las fuentes detrás de la moderación de los indicadores de actividad de la eurozona en lo que va de año, por lo que indicaron que el BCE centrará su reunión de junio en realizar una revisión exhaustiva del escenario económico antes de anunciar el rediseño de la política monetaria para el último tramo del año.

El precio del crudo exhibe movimientos de ida y vuelta. Del mismo modo que la mayoría de activos financieros, en mayo la evolución del precio del barril de Brent estuvo caracterizada por dos fases distintas. En la primera mitad del mes, el precio del petróleo mantuvo la dinámica alcista de los últimos meses y llegó a superar los 80 dólares por barril, apoyado no solo en los factores estructurales comentados en anteriores informes (a recordar, la mayor solidez de la demanda global y el fuerte compromiso de la OPEP con los recortes de producción), sino también en la reintroducción de sanciones económicas estadounidenses sobre Irán, que no solo puede afectar a la oferta mundial de crudo (aunque de manera limitada, dado que Rusia y Arabia Saudí pueden compensar fácilmente la menor producción de Irán), sino que también aumenta el riesgo de inestabilidad geopolítica en la región. No obstante, en la segunda mitad del mes, el empuje del petróleo se vio frenado por el repunte de volatilidad financiera y el precio del Brent disminuyó hasta los 77,6 dólares por barril.

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