Operación verano

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10 de febrero de 2021
Frasco de vacuna contra la COVID-19

La economía española retrocedió el año pasado un 11%, unos 4 puntos más que el conjunto de la eurozona. Buena parte de esta diferencia se explica por el elevado peso del turismo en nuestro país, un sector enormemente golpeado por la pandemia. Por esa misma razón, las perspectivas para 2021 están fuertemente ligadas a la recuperación de la actividad turística.

El año ha comenzado mal, condicionados como estamos por los rebrotes, y será difícil que las cosas cambien mucho de cara a la Semana Santa, que ya está a la vuelta de la esquina. Pero es necesario hacer todo lo posible para que en la primavera se produzca un punto de inflexión y la campaña del verano marque el inicio de una recuperación fuerte del sector. Si nos falla el turismo, 2021 no podrá ser un buen año para la economía española.

Según los cálculos del INE, el turismo aportó el 12,4% del PIB en 2019. Más de la mitad de dicha aportación provino del turismo internacional, pero este se desplomó el año pasado casi un 80% (la caída no fue mayor gracias a la actividad del primer trimestre). El turismo nacional aguantó algo más, en parte porque no se viajó fuera, pero la caída aún se situó alrededor del 50%. En su conjunto, el descenso de la actividad turística se puede cifrar en torno al 65%, lo que restó unos 8 puntos al PIB (multipliquen 0,124 x 65%). Lo equivalente a 100.000 millones de euros (multipliquen 0,08 x 1,25 billones, que fue el PIB de 2019).

La clave para que estas cifras mejoren está en las vacunas (aunque los test rápidos también serán un instrumento importante). Si se despliegan según lo previsto y mantienen su efectividad ante las mutaciones del virus, estaremos ante una situación completamente distinta. Esto no quiere decir que podamos volver a cifras de 2019, ni mucho menos, pero sí a registros mucho mejores que los del año pasado, que permitan al sector comenzar a rehacerse.

Aunque no está previsto alcanzar la inmunidad de grupo antes de finales de verano, el efecto de las vacunas sobre la actividad económica en general y el turismo en particular debería notarse bastante antes. Según los datos publicados por el Instituto de Salud Carlos III, casi 1 de cada 2 hospitalizaciones por COVID-19 y 1 de cada 3 ingresos en UCI ha afectado a personas de más de 70 años. Si ampliamos el grupo de edad para incluir a todos los mayores de 60 años, estos representan 2 de cada 3 hospitalizaciones o ingresos en UCI. Esto quiere decir que la inmunización de estos grupos de edad puede reducir enormemente la presión sobre el sistema asistencial y facilitaría la relajación de las actuales restricciones de movilidad. De hecho, estos grupos de edad, una vez inmunizados, podrían ser los primeros en contribuir a relanzar el turismo esta primavera.

Obviamente, no solo España deberá desplegar tan rápido como sea posible las vacunas, sino que también será importante que lo hagan los países emisores de turistas internacionales. En este sentido, hay razones para ser optimista cuando nos fijamos en nuestros principales mercados. El primer emisor de turistas a nuestro país es el Reino Unido, con una cuota de casi el 20%, y el proceso de vacunación allí va más avanzado. Francia, Alemania, Italia, Bélgica y Países Bajos nos aportan 1 de cada 3 turistas internacionales y estos países deberían seguir un ritmo de vacunación similar al nuestro. Además, es importante subrayar que la mayoría de estos turistas ya conocen bien nuestro país y lo perciben como un destino seguro. Si pueden venir, vendrán.

Además de las vacunas, es necesario que el sector turístico afronte la recuperación desde una posición que no sea de extrema debilidad. La crisis se ha alargado más de lo que se preveía inicialmente y, aunque los ERTE y los ICO han sido muy útiles, ahora son necesarias sobre todo subvenciones directas. Ayudas, por ejemplo, para cubrir costes fijos o para pagar los impuestos y las cotizaciones que aún deben pagarse o que se han tenido que pagar todos estos meses con ingresos en mínimos. Ayudas, en definitiva, para no llegar asfixiados a la línea de meta o, mejor dicho, a la línea de salida.