Perspectivas: año 1 después de la pandemia

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11 de diciembre de 2020
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El título de este artículo refleja el supuesto central de nuestras previsiones económicas de cara al próximo año: será el ejercicio en el que dejaremos atrás la pandemia. Una de las claves para conseguirlo será el despliegue exitoso de las vacunas que se han descubierto en un tiempo récord, un hito extraordinario en la historia de la humanidad. No hace tanto, una parte importante de la comunidad científica dudaba de que fuera posible lograr una vacuna en cuestión de meses en lugar de años. Lo conseguido es prueba de lo lejos que podemos llegar cuando el mundo de la investigación, la empresa privada y las Administraciones públicas de distintos países comparten un objetivo y luchan de forma coordinada para alcanzarlo. Sin duda, una lección válida para otros retos a los que nos enfrentamos, como el cambio climático.

El despliegue exitoso de las vacunas no será sencillo ni inmediato. Se trata de un formidable reto logístico de producción y distribución. Por descontado, será también crucial que el virus no mute de forma que reduzca la efectividad de las vacunas, aunque puede suceder, como con la gripe, que la vacuna tenga que ir actualizándose periódicamente. Y, sobre todo, es imprescindible que suficientes personas se vacunen para poder alcanzar la denominada inmunidad de grupo o de rebaño, la situación a partir de la cual ya hay tanta gente inmune que la famosa R –la tasa de reproducción del virus– se sitúa de forma natural por debajo de 1, momento en el que podemos dar la epidemia por controlada. Algunas encuestas recientes apuntan que hará falta concienciar de que vacunarse es seguro, efectivo y solidario. En definitiva, necesario.

Hasta que alcancemos la inmunidad de grupo, no nos quedará otro remedio que seguir utilizando extensamente otras herramientas para controlar la epidemia. Las conocemos: mascarilla, distancia, higiene, test, rastreo de contactos y aislamientos. Como parte de este arsenal, los test rápidos de antígenos ofrecen un enorme recorrido. A un coste muy inferior al de una prueba PCR, con una fiabilidad muy alta y con la capacidad de ofrecer un resultado en 15 minutos, pueden convertirse en una herramienta importantísima para aumentar la detección de casos asintomáticos.

El control de la epidemia facilitará el rebote de la economía, pero en los próximos meses seguirá siendo muy importante continuar apoyando a los sectores más afectados por el virus. De hecho, en la medida en que esta afectación está cada vez más concentrada en unos cuantos sectores y que estamos cerca de controlar la epidemia, este apoyo debe ser decidido. Y, llegados a este punto en el que muchas empresas ya no pueden endeudarse más, las ayudas directas tienen que ganar peso.

Las perspectivas de 2021 también estarán marcadas por las relaciones internacionales. En el seno de la UE, será absolutamente clave desbloquear el plan de recuperación europeo, algo que nadie duda que vaya a suceder. La posibilidad real de dejar fuera del plan a Hungría y Polonia debería facilitar que accedan a desbloquearlo. En cuanto al brexit, llegamos al tiempo de descuento sin acuerdo y con la posibilidad real de no tenerlo listo para enero. La disrupción resultante seguro que facilitaría un acuerdo a principios del año próximo, pero, sin duda, mejor si nos ahorramos el mal trago. Finalmente, el cambio de liderazgo en EE. UU. es una buena noticia para el multilateralismo y para la cooperación internacional, incluso entre EE. UU. y la UE. Las tensiones entre EE. UU. y China, reflejo de una lucha de fondo por el liderazgo tecnológico y económico del mundo, se mantendrán, pero los riesgos de un choque que afecte al conjunto de la economía global serán menores.

A pesar de la gravedad de la crisis, España está en una situación distinta a la de 2008. En aquella ocasión, la economía acumuló una caída del PIB del 9% en cinco largos años y tardó tres años más en remontar hasta los niveles previos a la crisis. En esta, esa misma caída se ha producido en tres trimestres y, aunque nuestra previsión es que podemos volver a tardar tres años en culminar la remontada, el objetivo de todos debería ser acortar este periodo. Si aprovechamos bien los fondos europeos para financiar no solo inversiones sino también reformas que nos hagan más competitivos, lo podemos conseguir.

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