Rastreando la inflación subyacente: la cadena de formación de precios

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13 de junio de 2017

 

Debido a la reciente volatilidad de los precios energéticos y de los alimentos no procesados, para poder analizar las dinámicas de fondo de los precios, el BCE ha centrado su atención en la evolución de la inflación subyacente, que excluye estos componentes. En Focus anteriores,1 hemos analizado cómo la evolución de la inflación subyacente depende del mercado laboral. Una de las razones es que el principal componente de la inflación subyacente, los servicios, con el 54% de la cesta, es especialmente intensivo en el factor trabajo. Sin embargo, hay otro componente importante que recibe menos atención: los bienes industriales no energéticos (BINE), que representan el 32% de la cesta.2 Como se observa en el primer gráfico, la inflación de los BINE está mucho menos ligada a la posición cíclica de la economía. ¿Cuáles son, pues, sus determinantes clave y perspectivas?

Los BINE son bienes manufacturados3 y sus precios se forman a lo largo de una cadena de producción en la que intervienen materias primas, factores productivos, importaciones y bienes intermedios, dando lugar a indicadores de precios de producción finales.4 El segundo gráfico muestra la asociación entre los precios de los BINE y los principales indicadores de precios de producción. Entre estos últimos, hay dos que son especialmente informativos: los precios de los bienes intermedios, indicativos para las etapas iniciales de la cadena, y los de los bienes de consumo no alimentarios, para las etapas finales de la cadena. Como se observa, los precios de los BINE están especialmente asociados al precio de producción de los bienes de consumo no alimentarios. Además, los movimientos de los precios de producción tardan en tener su máximo im­­pacto sobre los precios de los BINE: el rezago es de ocho meses respecto a los bienes de consumo no alimentarios. Análogamente, si retrocedemos otro paso en la cadena productiva, también existe una fuerte transmisión de los precios de los bienes intermedios a los precios de los bienes de consumo no alimentarios, que alcanza su máximo impacto con un rezago de unos siete meses.

Como muestra el tercer gráfico, desde finales de 2016 se ha producido una recuperación significativa de la inflación de los bienes intermedios, que procede especialmente de los bienes intermedios importados y refleja la recuperación de los precios de producción globales a la que han contribuido las materias primas. Así, según las relaciones que acabamos de ver, esta dinámica ofrece indicios para la recuperación de la inflación de los BINE en los pró­­ximos meses.

En la medida que esta transmisión de los precios de producción sea efectiva, se sumará a la mejora del mercado la­­boral como apoyo para la recuperación de la inflación subyacente. Como hemos visto en este y anteriores Focus, ambos son procesos que hacen prever una recuperación gradual de la inflación subyacente, algo que planeará so­­bre las próximas reuniones del BCE.

1. Véase «Escenarios de la inflación subyacente: actividad, periferia y pe­­tróleo», en el IM12/2016.

2. El 14% restante corresponde a alimentos procesados.

3. La cesta de BINE incluye desde productos farmacéuticos y de cuidado personal hasta coches y ordenadores, pasando por calzado y vestido.

4. La diferencia entre los precios de producción y al consumo corresponde a los márgenes de distribución y venta minorista.

 

 

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