
El difícil adiós de la UE a la energía rusa
Pese a que la desconexión energética de Rusia en los últimos años ha sido notable, todavía persisten desafíos importantes para que Europa posea un sistema energético sostenible, seguro y competitivo.

El pasado 6 de mayo, la UE presentó su hoja de ruta,1 que ha sido acompañada de una propuesta legislativa2 presentada el 17 de junio para poner fin a la dependencia energética de Rusia de petróleo, gas y energía nuclear (las importaciones de carbón ruso ya han sido eliminadas mediante sanciones). Desde el estallido del conflicto bélico en febrero de 2022, mediante sanciones y búsquedas de socios más fiables, las importaciones de energía rusa se han reducido notablemente, si bien siguen representando una parte importante de la matriz energética europea. El camino hacia la eliminación de las importaciones de energía desde Rusia, aunque gradual, no será sencillo ni estará exento de obstáculos y precisará de importantes esfuerzos de coordinación por parte de los Estados miembros (como ya ocurrió para eliminar el tránsito de gas ruso a través de Ucrania, que finalizó en diciembre de 2024) para construir un sistema energético sostenible, seguro y competitivo.
- 1Los Estados miembros deben elaborar un plan para finales de este año en el que se explique cómo van a contribuir a la reducción de las importaciones de energía de Rusia.
- 2Incluye, entre otros temas, la prohibición de nuevos contratos de gas ruso a partir de enero de 2026 y la finalización de los contratos a largo plazo antes de que termine 2027

La UE sigue siendo muy dependiente de la energía importada. En 2023 (el último dato disponible), la ratio de dependencia energética3 se situó en el 58%, una reducción de algo más de 4 puntos respecto a 2022 y ligeramente por debajo de 2019, aunque todavía algo por encima del promedio 2000-2019 (cuando se situaba por debajo del 57%).
La invasión rusa de Ucrania puso de manifiesto la necesidad urgente de transformar el mix energético de la UE, una tarea compleja, dado que Rusia, en ese momento, era el principal proveedor de energía de la UE (el 30% de las importaciones energéticas totales de la UE en 2021 provinieron de Rusia y este porcentaje se ha reducido hasta el 5,3% en 2024).4 Para ello, la Comisión presentó el plan REPowerEU en mayo de 2022 (que tiene como principal fuente de financiación el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia). Tiene como objetivos ahorrar energía, producir energía limpia, diversificar el abastecimiento energético de la UE y combinar de forma inteligente inversiones y reformas.
Todavía queda camino por recorrer, pero ya se han producido avances en varios de estos frentes. Así, las importaciones de petróleo ruso pasaron de representar alrededor del 29% en 2021 a apenas un 2,5% en 2024 (véase el segundo gráfico). EE. UU. se ha convertido en el principal proveedor de petróleo para la UE (en 2021, era el segundo proveedor, por debajo de Rusia), seguidos de Noruega y Kazajistán, que aumentaron notablemente su peso.
- 3La tasa de dependencia energética muestra la proporción de energía que una economía debe importar. Se define como las importaciones netas de energía divididas entre la energía bruta disponible, expresada en porcentaje.
- 4Está calculado con el importe en euros de las importaciones. Consultando la base de datos de Eurostat (ds-045409) y teniendo en cuenta los siguientes productos: 2701, 2709, 2710, 271111, 271121, 284410, 284420 y 840130).

En gas natural, el progreso también ha sido sustancial, ya que, en 2021, el 45% de las importaciones de la UE de gas natural (ya fuera por gasoducto o en forma de gas natural licuado [GNL]) procedían de Rusia y se han reducido hasta el 19% en 2024. Rusia se ha mantenido como el segundo proveedor de GNL, pero con bastante distancia respecto a EE. UU.
La reducción se explica, principalmente, gracias al aumento de las importaciones de GNL desde países como EE. UU. y Noruega (que fue el principal proveedor de gas a la UE en 2024 con un 33% del total y sobre todo en gas por gasoducto, ya que en GNL esta clasificación la encabezó EE. UU.), pero también por la reducción del consumo de gas en el continente (que en 2024 se situó un poco por debajo del 20% respecto a 2021; desde 2022, todos los años se han producido reducciones, con la excepción de 2024, cuando aumentó un 1% respecto a 2023). La UE ha adoptado diferentes medidas para asegurar su capacidad de seguir importando GNL en el futuro. Desde 2022, la construcción y ampliación de terminales de regasificación ha sido una prioridad (como, por ejemplo, el caso de Alemania, donde no contaban con terminales de GNL antes de 2022 y han puesto en marcha con mucha celeridad varias terminales flotantes de regasificación). Además, se han reforzado las interconexiones gasistas para redistribuir el gas desde los puertos hacia el interior del continente y se están firmando contratos a largo plazo con proveedores clave como EE. UU., Catar y Argelia. También se ha aumentado la capacidad de almacenamiento y se han establecido unos niveles de reservas con el objetivo de garantizar la seguridad energética en los meses de mayor demanda.
Sin embargo, la evolución de las importaciones de uranio ruso es la excepción; la reducción ha sido limitada, ya que en 2024 seguían prácticamente al mismo nivel de 2022 (apenas un 2% por debajo en valor monetario, si bien su peso sobre el total de las importaciones europeas se ha reducido notablemente hasta el 14% desde el 25% de 2022). Tienen un peso reducido en el total de las importaciones energéticas, pero es un producto esencial para el funcionamiento de los reactores nucleares, que generan alrededor del 25% de la electricidad en la UE. La reducción de las importaciones desde Rusia se ha compensado con un importante aumento de compras de uranio canadiense, que en 2024 supuso el 31% del total de las importaciones de uranio de la UE, frente al 18% que representaban en 2022.

Otro de los pilares del plan REPowerEU era aumentar la incorporación de fuentes renovables en la producción de energía (con el objetivo para 2030 de que las renovables supongan el 42,5% del total de la energía producida en la UE). En 2023 (el último dato disponible), el 24,5% del consumo final bruto de energía en la UE provino de fuentes renovables, y en el mix eléctrico europeo el peso de estas no ha dejado de crecer, alcanzando el 47,2% del total de la electricidad neta generada en la UE en 2024 (véase el cuarto gráfico), aunque existen notables diferencias entre países. Las tecnologías más destacadas fueron la energía eólica y la hidroeléctrica (que representaron más de dos tercios de la generación renovable) y la solar también creció de manera significativa y se consolidó como una fuente clave en la transición energética del continente.

La desconexión de Rusia avanza, así como el cambio en el modelo energético de la UE, y el progreso en apenas tres años es notable: se ha reducido drásticamente la dependencia del petróleo y gas rusos, se ha diversificado el aprovisionamiento y se ha acelerado la transición hacia fuentes renovables. Sin embargo, todavía persisten desafíos importantes, como la elevada dependencia de importaciones energéticas en general, la limitada reducción en el caso del uranio ruso o la necesidad de reforzar las infraestructuras de interconexión y almacenamiento. En este contexto, la Brújula de la Competitividad marca una hoja de ruta clara: avanzar hacia un sistema energético más limpio, resiliente y asequible será clave no solo para la seguridad energética, sino también para la competitividad industrial y la sostenibilidad económica de la UE a largo plazo. No obstante, la UE parte con desventajas competitivas en la cadena de valor de tecnologías limpias, desde el acceso a materias primas críticas hasta la fabricación de baterías y paneles solares, donde depende en gran medida de terceros países.