¿Cómo afecta el teletrabajo a la sociedad y a nuestro modo de vida?

La irrupción del coronavirus ha puesto en boga el trabajo en remoto y ha avivado el debate sobre su impacto social y nuestra forma de vivir. Sin embargo, el concepto de teletrabajo no es algo nuevo y, de hecho, fue el formato habitual para muchos trabajadores hasta bien entrado el siglo XIX.

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Clàudia Canals
7 de septiembre de 2020
Teletrabajo

El teletrabajo, a pesar de toda la tecnología que lo hace posible, es un concepto que difícilmente se puede tildar de moderno. Hasta el siglo XIX, lo que hoy conocemos como trabajo en remoto era el formato habitual para muchos: trabajar desde casa formaba parte de la normalidad de artesanos y campesinos, que desarrollaban parte o la totalidad de su actividad profesional en un espacio destinado a ello en sus viviendas. Con la Revolución Industrial, la fábrica y la oficina –tal y como hemos visto en el primer artículo de este Dossier– desplazaron al taller doméstico y pasaron a ser el principal ámbito laboral. Con muchos matices, así ha sido desde entonces.

En la actualidad, la irrupción del coronavirus ha vuelto a poner en boga el trabajo en remoto y ha avivado el debate sobre su impacto social y nuestra forma de vivir. Sin embargo, el concepto de teletrabajo se había recuperado bastante antes, cuando Jack Nilles, reconocido como el «padre» del teletrabajo, lo rescató en 1973 en un mundo aún sin internet como método para compensar las pérdidas económicas que sufrían las empresas a causa de la crisis del petróleo.1 A la vez que crecía el interés por el teletrabajo como vía para ahorrar costes, también crecía el interés por el teletrabajo como vía para solucionar problemas de otra índole social. En un mundo con una mayor participación de la mujer en el mercado laboral, en el que todos los miembros del hogar debían compaginar el trabajo con las tareas domésticas y el cuidado de los menores, el teletrabajo se señaló como una herramienta para abordar problemas relacionados con la conciliación laboral o la baja natalidad. Veámoslo con más detalle.

  • 1. Véase Allen et al. (2015). «How effective is telecommuting? Assessing the status of our scientific findings». Psychological Science in the Public Interest, 16(2), 40-68.
Mayor conciliación en ciertas condiciones...

Uno de los grandes atractivos que se le ha atribuido al teletrabajo es el de permitir una mejor conciliación de la vida profesional y la personal (concepto que simplificaremos usando a partir de ahora la forma «conciliación laboral»). Esta cuestión es de gran interés en las sociedades en las que las tareas relacionadas con el hogar y el cuidado de los hijos han pasado de estar en exclusiva en manos de uno de los integrantes de la unidad familiar (habitualmente la mujer) a ser una ocupación compartida por todos los miembros del hogar, dado que todos trabajan fuera de casa.

Según el metaanálisis realizado por Allen et al. (2015), aunque el teletrabajo se asocia con una mejor conciliación laboral, la relación, si bien estadísticamente es significativa, cuantitativamente es bastante tenue. En concreto, del estudio se desprende que si preguntásemos a 100 personas que teletrabajan si el teletrabajo les ha facilitado la conciliación laboral, en promedio «solamente» obtendríamos 16 respuestas positivas.

Otros estudios añaden matices importantes a este resultado. Golden et al. (2006) nos muestran que la relación positiva entre teletrabajo y conciliación laboral crece en función de la intensidad de este teletrabajo.2 Es decir, los beneficios del teletrabajo como herramienta para alcanzar una mejor conciliación laboral y personal aumentan cuanto más teletrabajo se realiza: un día al mes de teletrabajo no es lo mismo que tres días a la semana. Asimismo, tal y como cabría esperar, la experiencia en el teletrabajo es un factor clave. Es decir, las personas que hace más de un año que trabajan en remoto concilian mucho mejor que los que llevan menos tiempo teletrabajando. Tomando en consideración estos matices, la relación de 16 respuestas positivas por cada 100 podría aumentar hasta 25. Una cifra considerable aunque no apabullante.

De forma parecida, otros estudios analizan la relación entre teletrabajo y satisfacción laboral y también encuentran una relación positiva. Sin embargo, el efecto en este caso no es lineal, y los beneficios tienden a desaparecer cuando la intensidad del teletrabajo es elevada. Este resultado se asocia con la pérdida de relaciones sociales y con la mayor sensación de aislamiento que puede generar teletrabajar de manera muy intensa.

  • 2. Golden, T. D., Veiga, J. F. y Simsek, Z. (2006). «Telecommuting’s differential impact on work–family conflict: Is there no place like home?». Journal of Applied Psychology, 91, 1340–1350.
.. pero conciliación con limitaciones

Como es habitual, la evidencia disponible hasta el momento responde a algunas de las preguntas planteadas, pero abre la puerta a muchas más. Por ejemplo, ¿cómo es posible que el teletrabajo no reporte grandes ganancias en la eterna problemática de la conciliación laboral? Al fin y al cabo, el teletrabajo nos permite ahorrar tiempo de transporte y nos proporciona una mayor flexibilidad para compaginar tareas laborales y domésticas.

Destacamos algunos canales que limitan los posibles beneficios del teletrabajo. Primero, del mismo modo que el teletrabajo facilita que el trabajo interfiera menos en la vida personal, un concepto que abreviaremos con las siglas TIV (el trabajo interfiere en la vida personal), la literatura también explora el efecto en sentido contrario: que la vida personal interfiera en el trabajo (VIT). Pues bien, según el metaanálisis de Allen et al., a mayor intensidad de teletrabajo, menor TIV pero mayor VIT. Es fácil imaginarse, por ejemplo, que el teletrabajo difumine los roles familiares y laborales: si bien el teletrabajo permite cambiar de rol mucho más rápidamente, lo cual puede contribuir a un mejor equilibrio entre vida personal y laboral, a su vez aumenta la probabilidad de ocurrencia de VIT, es decir, que se produzcan interrupciones y otras problemáticas derivadas del ámbito doméstico y familiar que terminen por entorpecer el desempeño laboral.

Segundo, otro motivo que se ha citado como posible factor mitigador de la relación entre teletrabajo y conciliación es la servidumbre que genera la conexión digital. Así, la interfaz tecnológica que posibilita el teletrabajo también puede llevar a extender el horario laboral, generando, por ejemplo, la necesidad de comprobar el correo electrónico de manera constante incluso fuera del horario laboral habitual. Si el teletrabajo comportase una extensión del horario laboral de forma generalizada, no cabría esperar que el teletrabajo ayudara a conciliar mejor.

Del teletrabajo a la natalidad

En un tiempo en el que nuestras sociedades deben aprender a lidiar con la lenta pero inexorable caída de la tasa de natalidad y con todas sus repercusiones,3 plantearse cómo combinar familia y trabajo es crucial. Tal y como hemos visto, en la medida que el teletrabajo es una vía para mejorar la conciliación laboral, también podría influir en la propia decisión de tener hijos. En este sentido, ¿podríamos considerar el teletrabajo como una «liberación», una manera de trabajar que impusiera menos restricciones a las decisiones relacionadas con la natalidad de cada hogar?4

Aunque no conocemos ningún estudio que trate explícitamente esta relación, sí que se han analizado temas estrechamente conectados. Por ejemplo, en un estudio relativamente reciente llevado a cabo con datos de hogares alemanes, Billari et al. analizaron si el acceso a internet de banda ancha afectaba a las decisiones en relación con la natalidad, y encontraron un efecto pequeño pero positivo entre el acceso a internet de calidad y la tasa de natalidad en mujeres de entre 25 y 45 años y con un nivel de formación elevado.5 Según los autores, el motivo es que el acceso a internet de banda ancha abre la puerta a formas más flexibles de trabajo que facilitan la conciliación de la vida laboral con la familiar, como el trabajo a tiempo parcial o el teletrabajo.

  • 3. Véase, por ejemplo, el Dossier «Impacto del envejecimiento en España y Portugal» en el IM04/2020.
  • 4. Véase Billari, et al. (2017). «Does Broadband Internet Affect Fertility?». IZA DP n.º 10935.
  • 5. Los autores encuentran que el acceso a internet de banda ancha aumenta la probabilidad de tener hijos en un 12% entre las mujeres entre 25 y 45 años y con un nivel alto de formación.
Interferencias entre la vida personal y la profesional
Conclusiones

En definitiva, el impacto del teletrabajo no se ciñe tan solo al ámbito económico –tal y como hemos explorado en el artículo anterior–, sino que tiene derivadas sociales muy importantes y en temáticas clave como la conciliación y la satisfacción laboral e, incluso, la tasa de natalidad. La evidencia empírica hasta el mo­­mento señala que, en efecto, el teletrabajo como forma más flexible de trabajo favorece una mejor conciliación laboral, incrementa el grado de satisfacción laboral y puede aumentar la probabilidad de que los hogares tengan más hijos. Sin embargo, detrás de esta evidencia existen algunos matices importantes para que estos efectos positivos ocurran efectivamente: son esenciales una correcta implementación del teletrabajo y un proceso de aprendizaje. En caso contrario, puede convertirse en una nueva forma de servidumbre más que en una liberación.

Clàudia Canals