El envejecimiento en España y Portugal y su impacto en el crecimiento económico: un enfoque regional

El envejecimiento poblacional será uno de los factores clave que, junto con la revolución tecnológica y el cambio climático, redefinirán nuestras sociedades en las próximas décadas. Una población más envejecida cambiará forzosamente no solo la configuración de nuestras sociedades sino también la de nuestras economías, pues el envejecimiento poblacional tiene un impacto significativo sobre el crecimiento económico. Esta es la cuestión que abordaremos en este y en los siguientes artículos del Dossier, poniendo el foco en las economías española y portuguesa.

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Eduard Llorens i Jimeno
Daniel Belo
17 de abril de 2020
Trabajador mayor y trabajadora joven con la península Ibérica al fondo
El envejecimiento afecta al crecimiento económico al reducir la fuerza laboral pero también su productividad

El principal factor que, en un contexto de envejecimiento poblacional, puede lastrar el nivel de producción de una economía de una manera directa es la reducción de la fuerza laboral. Si no se producen cambios significativos en las tasas de empleo de la población de mayor edad, un descenso de la población en edad de trabajar reducirá la fuerza laboral agregada y, por ende, la capacidad de crecimiento del conjunto de la economía. De igual manera, si se reduce el peso relativo de la población en edad laboral respecto al conjunto de la población, también disminuirá el crecimiento del PIB per cápita.

Por otro lado, el envejecimiento afecta también a la productividad agregada de la economía, puesto que cada grupo de edad tiene unas competencias y habilidades distintas. Los cambios en la composición por edades de la población influyen en la composición de habilidades agregada, lo que se puede traducir en cambios en la productividad laboral. Como muestra un reciente estudio del Banco de España,1 los trabajadores de más edad tienen mayores habilidades de planificación y lectura, mientras que sus habilidades físicas, de escritura o numéricas disminuyen. Asimismo, según algunos estudios, las empresas con plantillas más envejecidas tienen una mayor aversión al riesgo para tomar decisiones de inversión y menores incentivos para adoptar cambios tecnológicos, lo que puede acabar provocando que sean menos productivas.2

 
  • 1. Véase Anghel, B. y Lacuesta, A. (2020). «Envejecimiento, productividad y situación laboral». Boletín Económico 1/2020.
  • 2. Véase Ozimek, A., DeAntonio, D. y Zandi, M. (2018). «Aging and the productivity puzzle». Moody’s Analytics.
España y Portugal son sociedades cada vez más envejecidas

Las sociedades española y portuguesa cada vez peinan más canas. En 2019, uno de cada cinco españoles tenía 65 años o más y se prevé que en 2050 sean uno de cada tres, es decir, más de 17,5 millones de personas. En Portugal, estamos hablando de un 22% de la población en 2019 y de un 35% (3,2 millones) en 2050.3

La reducción de la natalidad es el principal factor que explica el envejecimiento, al achicar la parte inferior de la pirámide poblacional. Ya a principios de la década de los ochenta, tanto en España como en Portugal la tasa de fertilidad se situó por debajo de la tasa de reemplazo (aquella tasa que aseguraría que la población total se mantiene constante sin inmigración, y que se sitúa alrededor de los 2,1 hijos por mujer) y, desde los años noventa, se encuentra muy por debajo, alrededor de los 1,3 hijos.4

A la baja natalidad se le suma el aumento de la esperanza de vida, que ensancha la parte superior de la pirámide poblacional, al incrementarse el tamaño de la población de edad avanzada. La esperanza de vida se ha alargado hasta los 86 años en España y los 84,3 años en Portugal, y se espera que en 2050 se sitúe por encima de los 89 años en ambos países. Es más, no solo aumentan los años de vida, sino que cada vez los viviremos en mejores condiciones. Según la OCDE, la mitad de la esperanza de vida a partir de los 65 años será con buena salud.5

Como consecuencia de estas tendencias, la población de edad avanzada continuará creciendo, mientras que la población en edad de trabajar lo más probable es que se mantenga constante o incluso disminuya. Así, la tasa de dependencia, que es la ratio entre la población mayor de 65 años y la población en edad de trabajar, y que se situaba en 2018 en el 29,6% en España (33,9% en Portugal), se ampliará en 2040 hasta el 49,6% (56,4% en Portugal).6

  • 3. Véase Unión Europea (2018). «The 2018 Ageing Report».
  • 4. Según los indicadores demográficos básicos del INE.
  • 5. Véase OCDE (2015). «Health at a glance». París.
  • 6. Véase Unión Europea (2018). «The 2018 Ageing Report».
La España vaciada y el Portugal desertificado envejecen más rápido que el resto de regiones

El envejecimiento poblacional afecta con mayor intensidad a las regiones de la España vaciada y del Portugal desertificado, como se conocen popularmente las áreas geográficas de los dos países que han sufrido una importante despoblación en los últimos años.

La principal razón es que, desde hace varias décadas, una parte importante de la población, mayoritariamente en edad de trabajar, ha ido emigrando de zonas pertenecientes a la España vaciada y al Portugal desertificado hacia los principales núcleos urbanos del país (en España, situados en las zonas costeras y en Madrid), un factor clave de desequilibrio demográfico entre regiones. A partir de los años 2000, la inmigración extranjera compensó, sin embargo, parte de este desequilibrio y en la actualidad casi todas las comunidades autónomas (CC. AA.) son receptoras netas de inmigrantes en mayor o menor grado.7 No obstante, esta inmigración no ha logrado compensar por completo la pérdida de población que siguen padeciendo las regiones de la España vaciada y del Portugal desertificado. Una consecuencia inevitable es que actualmente, solo en cuatro CC. AA. (Madrid, Murcia, Baleares y Ceuta y Melilla) el saldo vegetativo (es decir, la diferencia entre el total de nacimientos y fallecimientos) es positivo, y en algunas como Galicia y Castilla y León es particularmente negativo. En cambio, a principios de los años ochenta, en todas las CC. AA. nacían más personas de las que fallecían.

Además, dentro de una misma región la despoblación afecta en particular a las zonas rurales, y es precisamente en la España vaciada y en el Portugal desertificado donde se concentran buena parte de dichas zonas. De esta forma, el envejecimiento en las zonas rurales de estas regiones es aún más elevado que en las zonas urbanas, lo que constituye un enorme desafío social.8

Estas diferencias regionales en el envejecimiento de la población se observan con más claridad cuando nos fijamos en la ratio de población mayor o igual a 60 años con respecto a la población adulta (de 20 años o más), que es la variable clave a partir de la cual vamos a analizar el impacto del envejecimiento sobre la actividad económica en los siguientes artículos. Esta ratio aumentó en España del 23,6% en 1981 al 30,9% en 2017, y en Portugal pasó del 27% en 1991 al 35% en 2017. Este aumento fue especialmente acentuado en las regiones de la España vaciada y del Portugal desertificado (véase el primer gráfico). Así, mientras que, en 2017, CC. AA. como el País Vasco, Asturias, Galicia y Castilla y León (y el Alentejo y Centro en Portugal) registraron ratios superiores al 35%, en Canarias, Baleares o Murcia en España (y en las islas Azores y Madeira en Portugal) la ratio se situó alrededor del 26% (para más detalle, véanse los resultados completos en la tabla).

  • 7. Con la excepción de Extremadura y de Ceuta y Melilla.
  • 8. Para más detalle, Delgado et al. (2017), en «Envejecimiento y desequilibrios poblacionales en las regiones españolas con desafíos demográficos», Ería, 1, describen los desafíos demográficos dentro de las ocho comunidades autónomas en el Foro de Regiones Españolas con Desafíos Demográficos (FREDD): Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia y La Rioja.
España y Portugal son países más prósperos que en el pasado, pero existe una mayor desigualdad económica entre sus regiones

Las diferencias regionales son aún más marcadas en el terreno económico que en el demográfico. El bienestar de todas las regiones de España y Portugal ha aumentado de forma sustancial en los últimos 40 años: el PIB per cápita en términos reales de un español se situaba alrededor de los 30.000 euros en 2017 (23.000 euros para un portugués), cuando en 1981 estaba por debajo de los 20.000 euros (11.500 euros en Portugal). Sin embargo, aunque ahora disfrutemos de unos niveles de PIB per cápita más elevados, las diferencias relativas entre regiones no han disminuido. En la parte alta, el PIB per cápita en Madrid seguía siendo en 2017 un 37% superior al promedio de España (el mismo porcentaje que en 1981); el del País Vasco, un 30% superior (+19% en 1981), y el de Cataluña, un 20% superior (+17% en 1981). En la parte baja, el PIB per cápita en Andalucía fue un 24% inferior al promedio en 2017 (–20% en 1981) y el de Castilla-La Mancha, un 20% inferior (–24% en 1981). Por otra parte, comunidades como Aragón registran ahora un PIB per cápita superior al promedio, mientras que Asturias o Cantabria lo tienen inferior, cuando en 1981 el bienestar de estas tres comunidades era cercano al promedio.9

En el resto de artículos analizaremos cómo el envejecimiento afecta al crecimiento económico español y portugués; mediremos a continuación qué parte de este impacto responde a cambios en el tamaño de la fuerza laboral y qué parte se debe a cambios en la productividad laboral y, finalmente, abordaremos qué políticas se pueden implementar para contrarrestar el impacto del envejecimiento.

  • 9. Para más información sobre los factores que explican la diversidad económica entre regiones españolas, véase de la Fuente, A. (2019). «La dinámica territorial de la renta en España, 1955-2018. Los determinantes directos de la renta relativa: productividad, ocupación y demografía». FEDEA, Estudios sobre Economía Española n.º 2020-04. Madrid.
Eduard Llorens i Jimeno
Daniel Belo
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