La oportunidad del plan de recuperación europeo

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7 de octubre de 2020
Bandera de la Unión Europea con mascarilla

El plan de recuperación europeo Next Generation EU (NGEU) constituye una oportunidad única para España. Si hacemos las cosas bien, nuestro país puede recibir 140.000 millones de euros en los próximos años, la mitad en forma de transferencias a fondo perdido y la otra mitad en préstamos. Esta cantidad equivale al 11% del PIB del año pasado, es decir, que puede representar un flujo de recursos de casi un 2% del PIB por año durante seis años (ojalá sean más al principio, cuando más se necesitan, y menos al final). Se trata de un volumen suficientemente importante para apoyar la recuperación económica a corto plazo pero, también, un enorme aliciente para transformar nuestra economía a largo plazo. Estamos pues ante una oportunidad única para relanzar, reformar y modernizar la economía española.

¿A qué se deberían dedicar los fondos europeos? ¿Qué reformas deberían acompañar a los distintos proyectos? Se trata de dos interrogantes sobre los que merece la pena trabajar a fondo y en detalle. Las líneas que siguen solo pretenden apuntar cinco objetivos que deberían perseguirse. Las mejores medidas pueden cumplir varios de estos objetivos a la vez pues, como muestran varios ejemplos, no están necesariamente reñidos entre ellos.

  1. Impulsar la recuperación a corto plazo. Con una caída del PIB prevista para este año de alrededor del 12,5%, es necesario identificar proyectos con capacidad tractora sobre muchos sectores y territorios e intensivos en la creación de empleo. La construcción es un sector que puede cumplir estas características y, por lo tanto, ser protagonista. No se trata de resucitar la España del ladrillo. La rehabilitación de viviendas, la promoción de vivienda de alquiler asequible y, en el ámbito de las infraestructuras, las redes de transporte urbano o de ferrocarril para mercancías son ejemplos de proyectos que podrían impulsarse.
  2. Beneficiar particularmente a los sectores que se están viendo más afectados. El sector turístico es el caso más evidente. Se trata además de un sector en el que sabemos que España seguirá teniendo una enorme ventaja competitiva a nivel mundial cuando superemos la pandemia. Hagamos lo posible para que, cuando vuelva, lo haga aún con más fuerza. Para este sector –y otros– podríamos fijarnos en la propuesta que ha hecho Francia para apoyar la recapitalización de empresas. La modificación del marco de ayudas de Estado que ha propuesto la Comisión Europea también ofrecerá la oportunidad de apoyar a los sectores más golpeados, ya muy endeudados, con transferencias a fondo perdido.
  3. Promover la transición ecológica y la transformación digital. La Comisión Europea ha destacado estos ámbitos con razón, pues se trata de dos desafíos que marcarán el porvenir de nuestra economía. Tenemos que invertir no solo en adaptarnos a ellos –por ejemplo, con la mejora de la eficiencia energética de viviendas o la digitalización de la sanidad y las escuelas–, sino en tratar de ser protagonistas de estas transformaciones impulsando la investigación y la transferencia de tecnología y conocimiento entre universidad y empresa.
  4. Mejorar la productividad de forma sostenible. Por supuesto, la investigación es clave para ello, pero también lo es la mejora de la formación en general, desde la educación infantil, la obligatoria, la formación profesional o la formación continua de los trabajadores. En el mercado laboral, sabemos desde hace tiempo que España necesita reformar las políticas activas de empleo y reducir la dualidad. También es un buen momento para repensar todas aquellas normas (fiscales, laborales, etc.) que penalizan el crecimiento de nuestras empresas.
  5. Desarrollar un marco de gobernanza adecuado para el propio plan de recuperación. La selección de proyectos y su seguimiento deberían basarse en criterios rigurosos, con evaluaciones realizadas por profesionales. Bajo este epígrafe de gobernanza también podrían incluirse todas aquellas reformas encaminadas a reforzar la Administración pública, que debe ganar en flexibilidad, agilidad y capacidades técnicas. Todo ello será clave para garantizar la eficacia en la selección y ejecución de los proyectos en coordinación con el sector privado.

El NGEU es un plan que ha nacido fruto de la confianza entre los países miembros de la UE y las instituciones europeas, aunque sabemos que algunos países tenían sus dudas. En los próximos años, nos jugamos mucho. Entre lo más importante, ser o no merecedores de esa confianza.