Europa ha sido la principal víctima del empeoramiento del entorno global en 2019

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19 de diciembre de 2019

La actividad económica global fue de más a menos en 2019, un año marcado por la ralentización general de la economía. Después de dos años de crecimiento elevado, en los cuales la economía global avanzó un 3,8% (2017) y un 3,6% (2018), los datos sugieren una disminución importante del ritmo de avance hasta cotas cercanas al 3% en el conjunto de 2019 (en concreto del 2,9%, según nuestras estimaciones). La principal cul­­pable de esta ralentización de la economía internacional es la incertidumbre, palabra clave del año 2019. La incertidumbre ha aumentado sin ninguna duda a causa principalmente de las tensiones comerciales entre EE. UU. y China, las complejidades políticas de la UE (Italia, el brexit) y la situación geopolítica global (con las complicadas tesituras de Hong Kong, Irán y Chile, entre otras). Así, una economía que ya se veía afectada por la madurez del ciclo económico (y en la que, por lo tanto, cabía esperar cierta desaceleración) ha recibido el impacto de una incertidumbre que, a su vez, ha lastrado el comercio exterior, la inversión y el consumo: en definitiva, el propio crecimiento económico. A pesar de que los riesgos siguen presentes, en CaixaBank Research esperamos que estas presiones retrocedan en 2020 y 2021, y que la economía global se recupere, aunque probablemente se mantendrán crecimientos más bajos que en los últimos años.

Las tensiones comerciales entre EE. UU. y China se intensificaron en 2019 tras la tregua temporal acordada en diciembre de 2018 entre Washington y Pekín. Tras aplicar aumentos arancelarios en junio y septiembre, EE. UU. tiene ahora aranceles elevados sobre aproximadamente 360.000 millones de dólares de importaciones chinas. China, a su vez, los tiene sobre 60.000 millones de dólares de importaciones estadounidenses. Estas medidas proteccionistas y, especialmente, la incertidumbre sobre la futura relación sino-americana explican buena parte de la caída de los flujos comerciales durante 2019 (una caída que, por otro lado, no sucedía desde la crisis economicofinanciera global de 2008). Irónicamente, aunque el conflicto principal en materia comercial sea entre EE. UU. y China, por el momento son otros países, como los de la UE, con más sensibilidad a los cambios de confianza global y más integrados internacionalmente, los que parecen estar más penalizados por el aumento de la incertidumbre.

El sector manufacturero de los países avanzados ha sufrido especialmente por la incertidumbre global, pero también por un shock en la industria automovilística (véase el Focus «Las dificultades del sector manufacturero mundial» en este mismo Informe Mensual). Así, desde hace seis meses, el PMI global de manufacturas se encuentra por debajo de los 50 puntos, umbral que separa la zona expansiva de la contractiva. Destaca la diferencia entre los países emergentes, donde el sector tocó fondo a mediados de 2019 y ya da indicios de estarse recuperando (con un PMI de 51 en octubre), y los países avanzados, donde el PMI de manufacturas todavía se encuentra bastante por debajo de los 50 puntos (48,6 en octubre). Así, estos números apuntan a un crecimiento moderado en el 4T 2019.

EUROZONA

Europa ha sido la principal víctima del empeoramiento del entorno global en 2019, por su elevada apertura comercial e integración en la economía global. Así, en noviembre, la Comisión Europea revisó sus previsiones de crecimiento para el año 2019 a la baja en 11 de los 19 países de la eurozona, y en 17 países para el año 2020. La situación de fondo es la de una ralentización general de la economía europea en 2019, sin señales de que muestre mayor ímpetu en los próximos trimestres. De los principales países, destacaron las notables revisiones a la baja en Alemania (–0,1 p. p. en 2019 y –0,5 p. p. en 2020) y España (–0,2 p. p. y –0,4 p. p.). La razón principal del cambio, según la Comisión, es que, a pesar de que los riesgos de recesión siguen siendo bajos, los factores que lastran el crecimiento europeo van a persistir. Entre ellos, especialmente, un crecimiento moderado en la economía global, la debilidad del comercio internacional y los problemas en el sector industrial mundial.

El crecimiento del PIB de la eurozona se mantuvo en niveles moderados en el 3T 2019. En concreto, el PIB creció un 1,2% interanual (0,2% intertrimestral), un registro casi igual al del trimestre anterior que confirma que la economía europea se ha encallado en bajos ritmos de crecimiento. Sin embargo, la demanda interna sigue apoyando la actividad, con una contribución de un elevado 2,2 p. p. al crecimiento interanual, impulsada por el consumo y la inversión. El descenso de la tasa de paro en octubre (hasta el 7,5%) nos indica que el mercado de trabajo ha sido por ahora resistente a la caída de la actividad que se produjo en 2019. Por países, destaca el crecimiento muy moderado en Italia (un 0,3% interanual y un 0,1% intertrimestral) y en Alemania (un 0,5% interanual y un 0,1% intertrimestral). Esta última evitó por poco la recesión técnica, definida por dos trimestres consecutivos con crecimiento negativo. De cara al 4T, el comportamiento de los indicadores de actividad en el inicio del trimestre y el índice de sentimiento económico de la eurozona (ESI) apuntan a un crecimiento similar al del 3T.

Alemania, foco de diversos shocks. La economía alemana, al ser muy abierta y dependiente del sector industrial, se ha visto particularmente afectada por los factores detrás de la ralentización de la economía global: las tensiones comerciales entre EE. UU. y China, la incertidumbre alrededor del brexit y los problemas de la industria y especialmente del sector automovilístico. También influyeron las tensiones entre la UE y EE. UU., aunque la decisión de si aumentan los aranceles sobre las importaciones de automóviles europeos seguramente quedará pospuesta para 2020. Muestra de que esta incertidumbre está afectando a la economía alemana es, por ejemplo, que algunos productores de coches alemanes ya han anunciado que aumentarían su producción en EE. UU. Por su parte, el sector de servicios sigue mostrándose resistente, con un PMI por encima del umbral de los 50 puntos (51,3 en noviembre), pero persiste el riesgo de que sus vínculos con el sector industrial acaben lastrándolo más. Con todo ello, los últimos indicadores de actividad apuntan a un crecimiento en el 4T similar al del 3T (0,1% intertrimestral) y, por lo tanto, a un avance de la economía alemana en 2019 cerca del 0,6% (1,6% en 2018).

Portugal: la economía se muestra sólida

El PIB avanzó con solidez en el 3T y se mantuvo resiliente ante el entorno externo. En concreto, la economía avanzó un 1,9% interanual (mismo registro que en el 2T) y un 0,3% intertrimestral (0,6% en el 2T), empujado por una demanda interna que tuvo una contribución de 3,2 p. p. al avance interanual. Así, el consumo privado aceleró hasta el 2,3% interanual, gracias a las mejoras observadas en el mercado laboral, mientras que la inversión continuó creciendo a un ritmo fuerte en el 3T, aunque más lento que en los trimestres anteriores: 5,8% en el 3T, después de un 8,2% en el 2T y un 11,3% en el 1T. Por su parte, la contribución de la demanda externa se mantuvo en terreno negativo (–1,3 p. p.), como consecuencia de unas importaciones que avanzaron a un ritmo muy superior al de las exportaciones. Con todo, cabe destacar que las exportaciones aceleraron hasta el 2,6% interanual (1,6% en el 2T), ante la buena marcha de las exportaciones de servicios no turísticos. Respecto al 4T, los indicadores disponibles apuntan a que la economía se mantiene resiliente. En concreto, en octubre, el indicador de clima económico avanzó un 2,1% (2,2% en septiembre), mientras que los indicadores coincidentes se mantuvieron estables en niveles favorables: un 2,0% en el caso de la actividad agregada y un 2,5% en el caso del consumo privado. Todo ello nos lleva a esperar un crecimiento del PIB del 1,9% en el conjunto de 2019 y del 1,7% en 2020.

El saldo de la balanza por cuenta corriente volvió a deteriorarse en septiembre. En particular, en septiembre, el déficit por cuenta corriente se situó en los 1.600 millones de euros (0,7% del PIB, acumulado de 12 meses). No obstante, este deterioro se produce en un contexto de fuerte crecimiento de la inversión, que, al tener un elevado contenido importador, presiona a las importaciones y erosiona el saldo exterior. De hecho, el empeoramiento del déficit de la balanza de bienes no energéticos hasta el 8,4% del PIB (–7,1% en septiembre de 2018) fue lo que más contribuyó al deterioro de la balanza por cuenta corriente. Entre tanto, la balanza de capitales mantiene un superávit que continúa siendo suficiente para compensar el deterioro de la cuenta corriente y permite que Portugal mantenga la situación de superávit en las cuentas externas.

El turismo exhibe una dinámica positiva. En septiembre, los alojamientos turísticos registraron un crecimiento interanual del 6,1% en el número de visitantes no residentes (acumulado del año), lo que supuso una aceleración respecto a las cifras de agosto (5,7%) y del conjunto de 2018 (4,8%). Por países, los turistas procedentes de España, EE. UU., Brasil, Reino Unido y China fueron los principales contribuyentes a esta aceleración, con una representación de más del 75% del crecimiento total. Por su parte, el rendimiento medio por habitación disponible continúa aumentando (47,8 euros en septiembre, +1,2% interanual), aunque a un ritmo inferior al de años anteriores (+4,8% en 2018).

La inflación vuelve al terreno positivo, pero sigue en cotas muy bajas. Después de las caídas del índice de precios al consumidor (IPC) entre julio y septiembre y su estancamiento en octubre (0,0% interanual), la inflación general retornó a los valores positivos en noviembre (0,3% interanual). Esta recuperación reflejó, sobre todo, el avance de la inflación subyacente, que se situó en el 0,6% interanual en noviembre (0,2% entre julio y octubre). Así, a la espera del dato de diciembre, todo apunta a que la inflación se situará en un contenido 0,4% en el conjunto de 2019, claramente por debajo del 1,0% en 2018. Esta debilidad respecto a 2018 se explica por la caída de los precios de la energía y distintas medidas gubernamentales, como las destinadas a reducir los precios de la electricidad, del transporte público y de las telecomunicaciones.

La creación de empleo desacelera, pero los salarios respaldan el crecimiento de la renta. En octubre, el crecimiento del empleo se desaceleró hasta el 0,9% interanual (1,2% en septiembre), según los datos desestacionalizados publicados por el INE. Por su parte, la tasa de paro se mantuvo estable en el 6,5% por segundo mes consecutivo, una cifra 0,1 p. p. inferior a la registrada en octubre de 2018. Así, los datos reflejan que se va materializando una desaceleración del mercado laboral, en consonancia con la ralentización gradual de la actividad económica. Paralelamente, pero, la remuneración bruta mensual media por trabajador continúa subiendo de forma notable (+3,0 % en el 3T).

El saldo de las Administraciones públicas mejora a un ritmo más suave. En octubre, el saldo alcanzó un 0,6% del PIB (998 millones de euros, datos acumulados en lo que va de año), lo que representa una mejora del +0,2% frente al mismo periodo del año anterior. Por componentes, el crecimiento de los ingresos supera el de los gastos (4,2% y 3,2%, respectivamente). No obstante, en octubre, los ingresos fiscales se ralentizaron respecto a septiembre por el pago de los reembolsos en concepto de impuesto sobre la renta e impuesto de sociedades, y por la desaceleración del ritmo de crecimiento de la recaudación del IVA. Por otra parte, los gastos de personal crecieron sustancialmente (4,7%, frente al 2,2% previsto por el Gobierno), pero se vieron compensados por la caída en los pagos de intereses y una reducida ejecución de la inversión.

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