Los indicadores de sentimiento han ido de menos a más a lo largo del trimestre, y el ESI, publicado por la Comisión Europea, se ha situado en 107,4 puntos en junio, lo que señala una expansión robusta de la actividad. Los indicadores de actividad disponibles hasta mayo también muestran una evolución favorable de esta. Del lado del consumo, los movimientos con tarjeta (compras y reintegros) han crecido en torno al 7% interanual en el 2T (vs. 6% en el 1T), mientras que las ventas de automóviles han crecido el 13,4% (vs. –1,7% en el 1T). Del lado de la oferta, la producción industrial se ha recuperado en mayo (+2,6%), tras unos primeros meses del año en contracción (–2,1% en abril, –2,3% en el 1T). En el frente externo, las señales son de ralentización a partir de abril. En este ámbito, es probable que la incertidumbre y el débil crecimiento de los principales socios comerciales sigan presionando las perspectivas del sector exterior.

Se trata del tercer mes consecutivo de aumento del IPC general (2,4% en junio vs. 2,3% en mayo), situándose en el mismo nivel que la subyacente (vs. 2,2% en mayo). Los precios de producción han registrado la quinta variación interanual negativa consecutiva en mayo (–3,1%), lo que debería seguir presionando a la baja los precios al consumidor. Por otro lado, el empleo creció un 2,5% interanual en los primeros cinco meses del año (vs. 1,5% en el mismo periodo de 2024) y alcanzó máximos históricos, con el 65% de la población en edad de trabajar empleada en el 2T. Por su parte, la tasa de ahorro se mantiene cerca de máximos históricos (12,3% de la renta disponible en el 1T), resultado de un crecimiento más fuerte de la renta nominal que del consumo. Estos factores seguirán siendo un apoyo para el consumo y la inversión.

En mayo, se registraron 3,2 millones de huéspedes, un crecimiento interanual del 2,6%, acompañado también por un crecimiento en las pernoctaciones (+1,3% interanual), un crecimiento impulsado principalmente por turistas residentes, cuyas pernoctaciones aumentaron un 5,9%, frente a una ligera caída de las de no residentes (–0,2%). En conjunto, los ingresos totales del sector en el acumulado del año aumentaron un 7,9%, a pesar del aumento de la incertidumbre, un elemento remarcado en las últimas encuestas del sector.

El superávit del 0,5% del PIB registrado hasta mayo (frente a un déficit del 2,1% hasta mayo de 2024) se explica por un aumento interanual del 12,3% en los ingresos, en el que se destacan las contribuciones a la Seguridad Social, así como los ingresos por IRPF e IVA, anclados en el fuerte aumento del empleo y la trayectoria positiva de los salarios, y la reducción de las devoluciones de IRPF e IVA. Sin este efecto, los ingresos totales habrían aumentado un 10,5% y el saldo presupuestario se situaría en un ligero déficit. Por su parte, el gasto subió un 4,5% por el aumento de los gastos de personal, de transferencias corrientes (con pensiones) y de la inversión. La desaceleración de la actividad económica y las presiones adicionales derivadas de compromisos asumidos recientemente (como la reducción del IRPF y el gasto en defensa) aumentan la probabilidad de que el saldo presupuestario se sitúe en terreno negativo en 2025.