El sector agroalimentario tiene una importancia vital para la economía española. En 2022, aportó el 4,9% del valor añadido bruto (VAB) de la economía, frente al 5,2% de la década de 2010 y al 5,5% de los años 2000, lo que refleja una gradual pérdida de peso en el conjunto de una economía cada vez más terciarizada. El sector se compone de unas 915.000 explotaciones agrarias,20 que generan el 2,5% del VAB total, y más de 29.400 empresas dedicadas a la transformación de alimentos,21 que aportan otro 2,3%.

Para obtener una estimación propia del VAB del sector agroalimentario en España, medimos, por un lado, el sector primario y, por el otro, la industria agroalimentaria. Para el sector primario utilizamos el VAB nominal de los sectores de agricultura, ganadería, pesca, minería y silvicultura;22 y para la industria agroalimentaria, estimamos el VAB de la industria de la alimentación (CNAE 10), la fabricación de bebidas (CNAE 11) y la industria del tabaco (CNAE 12).23^,24

Le siguen Castilla y León, Cataluña, Castilla-La Mancha y Galicia, completando el top 5, por la importancia del sector primario en todas ellas salvo en Cataluña, por su contribución a la industria alimentaria.25 En el extremo opuesto se encuentran Cantabria, Baleares, Asturias, La Rioja y Navarra, con menor aportación al sector.

En el gráfico de la derecha, el análisis se centra en la importancia del sector agroalimentario dentro de cada economía regional, observando qué peso tiene sobre el VAB de la comunidad para entender su grado de especialización o dependencia del sector. Extremadura, La Rioja, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Andalucía son aquellas donde el sector agroalimentario tiene mayor relevancia. Resulta especialmente llamativo el caso de La Rioja: aunque su aportación al sector agroalimentario español es baja, el sector –y en especial la industria agroalimentaria– tiene una relevancia extraordinaria dentro de su propia economía, lo que refleja un alto grado de especialización productiva.

Por el contrario, Madrid, Baleares, País Vasco, Cataluña y la Comunidad Valenciana presentan un menor peso del sector. En este caso destacan Cataluña y la Comunidad Valenciana, que aportan de forma significativa al conjunto del sector agroalimentario español, pero lo hacen de forma más modesta en sus economías respectivas dada la elevada diversificación de estas hacia otros sectores.

Para comprobar cómo ha variado la importancia del sector agroalimentario a lo largo del tiempo entre las distintas CC. AA., comparamos nuestra estimación del VAB agroalimentario en lo que llevamos de década (siendo 2022 el último dato disponible) con la misma estimación para la década de los 2000 (véanse los gráficos anteriores).

A nivel agregado, se percibe que el peso del sector en las economías regionales se está moderando, como consecuencia del proceso secular de terciarización económica. También se observa que, dentro del sector agroalimentario, la industria va ganando peso gradualmente. En cifras, el sector ha pasado de aportar un 5,5% al VAB de España en la década de los 2000 a aportar un 5,2% en la década actual, y que la industria ha pasado de aportar un 43% al VAB del sector en los 2000 a un 45% en la actualidad.

Aunque a nivel agregado los cambios en la tendencia son leves, sí se observan diferencias significativas entre regiones. Andalucía, por ejemplo, ha incrementado su peso en el conjunto nacional, impulsada principalmente por el crecimiento del sector primario. En cambio, regiones como Madrid, la Comunidad Valenciana y Cataluña muestran una mayor tecnificación, con un aumento de la industria agroalimentaria y una reducción del peso relativo del sector primario.

En cuanto al peso del sector en las economías regionales, es cada vez menor, siendo La Rioja, Extremadura y Cantabria donde más ha perdido. Por el contrario, en contra de la tendencia del conjunto del país, el sector ha ganado peso en Aragón (donde destaca el sector ganadero, sobre todo la cabaña porcina), Andalucía y Canarias.

El análisis provincial permite profundizar en las diferencias dentro de cada comunidad. Realizamos el mismo ejercicio anterior: observar la diferencia entre la aportación al sector nacional y el peso en las economías provinciales respectivas, lo que se representa en los mapas de la siguiente página.26

En el mapa de la izquierda se representa la contribución de cada provincia al conjunto nacional del sector agroalimentario. A simple vista, se observa la enorme diversificación del sector a través de la geografía española y su papel integrador en el territorio. A grandes rasgos, las provincias andaluzas y algunas provincias del Levante español son las que más aportan al sector nacional. Concretamente, Almería, Sevilla, Barcelona, Murcia y Valencia aportan en conjunto más del 20% del VAB del sector nacional. Exceptuando el caso de Barcelona (donde prevalece la importancia de su industria agroalimentaria, que aporta por sí sola el 3,7% del sector), son provincias que se caracterizan por un potente sector primario (es donde más aporta al total del VAB del sector). En el extremo opuesto, Soria, Ávila, Palencia, Segovia y Vizcaya son las provincias que menos aportan al sector agroalimentario nacional. Resulta llamativo el caso de Castilla y León: aunque a nivel autonómico aporta más del 10% del VAB del sector, a nivel provincial solo León y, especialmente, Salamanca superan la mediana nacional.27

Finalmente, en el mapa de la derecha se analiza el peso del sector agroalimentario dentro de cada economía provincial, es decir, qué proporción representa sobre el VAB total de cada provincia. Cuenca, Almería, Salamanca, Zamora y Huesca son las cinco provincias más dependientes del sector, al aportar, en promedio, cerca del 18% del VAB provincial. En el extremo opuesto se encuentran Madrid, Vizcaya, Barcelona, Baleares y Guipúzcoa, economías con una alta diversificación sectorial y un fuerte desarrollo del sector servicios, lo que reduce el peso relativo del agroalimentario.

En conclusión, aunque haya perdido peso relativo en el conjunto de la economía, el sector agroalimentario español sigue siendo un pilar estratégico por su capacidad para vertebrar el territorio y generar valor en múltiples regiones. La evolución a nivel regional muestra una creciente especialización industrial en algunas comunidades y una mayor dependencia en otras, reflejando la diversidad productiva del país y permitiendo comprender mejor los retos y oportunidades del sector a nivel territorial.