Palancas de ajuste del déficit público español

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Durante el último lustro, la corrección del déficit público ha sido una de las prioridades de la política económica del Gobierno. A pesar del deterioro de la economía, los esfuerzos en materia de consolidación fiscal han permitido reducir el déficit en 4,5 p. p. entre 2009 y 2013, hasta el 6,6% del PIB. Un proceso que, en los próximos años, se verá favorecido por la mejora del contexto económico. Sin embargo, los todavía elevados niveles de déficit y deuda pública (esta última alcanzaba el 93,9% del PIB en 2013) exigen esfuerzos renovados que aseguren la sostenibilidad de las finanzas públicas y refuercen la credibilidad del proceso de ajuste. El nuevo Programa de Estabilidad muestra cuáles serán las principales herramientas con las que cuenta el Gobierno para conseguirlo.

Un primer aspecto a tener en cuenta es el esfuerzo que el Gobierno prevé realizar durante los próximos años para reducir el déficit público. Tomando como referencia 2014, las cifras del Programa de Estabilidad contemplan una disminución del desequilibrio fiscal de 1,1 p. p. hasta el 5,5% del PIB. Este ajuste supera en 3 décimas el previsto en el Programa de Estabilidad anterior, gracias a la mayor corrección del componente cíclico del déficit (aquel que se genera cuando la economía no está a pleno rendimiento). El menor gasto en subsidios de desempleo y el aumento de la recaudación por el IVA son ejemplos claros de este efecto. La previsión del déficit estructural (el que se observaría si la economía estuviera a pleno rendimiento) se ha mantenido sin cambios.1

Según los datos del nuevo programa, el ajuste del saldo cíclico seguirá liderando el proceso de consolidación fiscal en los próximos años, con un ritmo de contracción prácticamente constante de 9 décimas anuales entre 2015 y 2017. Aun así, la contribución del ajuste estructural, que caerá a un ritmo de 5 décimas al año, seguirá siendo notable. Con ello, se alcanzaría un superávit estructural del 0,1% en 2017 cumpliendo, con tres años de antelación, el objetivo de equilibrio del saldo estructural introducido por la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria.

La estrategia fiscal del Gobierno muestra un claro cambio de orientación de las medidas de ajuste adoptadas para los próximos años: mientras que en 2012 y 2013 el esfuerzo de ajuste fiscal se distribuía de forma prácticamente igual entre políticas de ingresos y de gastos, en los próximos años presenta un claro sesgo hacia estas últimas, que representarán el 70% del impacto de las medidas totales.

Esta reorientación del esfuerzo hará que el gasto público se reduzca significativamente con relación al PIB, del 44,4% en 2013 hasta el 40,1% en 2017. A diferencia de lo ocurrido en los últimos años, el principal aliado de esta disminución será, según el Programa de Estabilidad, la contención de las partidas de salarios públicos y consumos intermedios (cuyo peso en porcentaje del PIB se reducirá en 2,8 p. p.). Sin duda, la recientemente aprobada Reforma de las administraciones públicas jugará un papel importante en esta disminución. Otro factor a tener en cuenta es la caída del gasto en prestaciones sociales (de 1,2 p. p. del PIB) debido, sobre todo, al menor pago del subsidio de desempleo que se espera que genere la mejora del mercado laboral. En contraposición, el gasto en inversión, uno de los principales damnificados de las políticas de ajuste de los últimos años dejará de caer, manteniéndose en el 1,5% del PIB (aunque lejos del 4,0% del PIB en 2010).

En definitiva, el nuevo Programa de Estabilidad dibuja una senda de ajuste que, de llevarse a cabo, reforzará la credibilidad del proceso de consolidación fiscal sin lastrar el crecimiento económico. Sin embargo, cumplir con ella debe seguir centrando los esfuerzos del Gobierno.

1. Para una discusión detallada sobre los problemas de medida del déficit estructural, véase «Output gap, GPS y otras guías falibles» del IM05 2013.

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