¿Ha finalizado el desapalancamiento de los hogares estadounidenses?

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Durante la crisis económico-financiera iniciada en 2008, los hogares estadounidenses entraron en un profundo proceso de desapalancamiento. Este, sin embargo, parece que ya ha llegado a su fin. La deuda de los hogares norteamericanos aumentó en 78.000 millones de dólares entre el 2T y el 3T de 2014. Lejos de tratarse de un fenómeno puntual, el incremento ya se sitúa en los 430.000 millones de dólares entre el 3T 2013 y el 3T 2014, y se ha visto apoyado por un aumen­­to significativo en los préstamos hipotecarios, para los es­­tu­­dios y para la adquisición de automóviles.

Aunque las cifras en términos absolutos son reveladoras, no siempre son las más adecuadas para analizar el nivel de endeudamiento de los hogares, pues no reflejan el crecimiento de la economía ni, por tanto, el aumento de la ca­­pacidad de repago de los hogares. Una manera más apropiada de calibrar la sostenibilidad de la deuda familiar es a través de la ratio entre el nivel de deuda y la renta bruta dis­­ponible. En este sentido, los datos muestran una imagen ligeramente distinta. Mientras que entre 2008 y 2012 la ratio bajó desde el 115% hasta el 89%, en línea con la corrección en términos absolutos, desde inicios de 2013 se ha mantenido estable en torno al 90%. Precisamente, el ni­­vel en el que se situaba en el periodo precrisis.

El stock de activos brutos de los hogares también es un factor relevante para establecer su capacidad de repago. En la actualidad, con algo más de 95 billones de dólares, el total de activos brutos de las familias se sitúa un 16% por encima de sus niveles precrisis. La fuerte recuperación de la economía estadounidense, cuyos avances del PIB en términos reales se han situado en el 2,2% anual en promedio en el periodo 2010-2014 (cerca del 4% en términos nominales), y la política monetaria ultraexpansiva llevada a cabo por la Fed, han apoyado esta importante mejora. Una mejora que se ha producido de manera generalizada en todos los tipos de activos, pero de manera especialmente destacable en los financieros, que representan un 70% del total. En par­ticular, estos activos han crecido un 48% desde el mínimo alcanzado durante la crisis. En la misma línea, la riqueza neta de las familias estadou­­nidenses no ha hecho más que anotar máximos históricos en prácticamente todos los trimestres tras la brusca caída de 2008. Y, en términos relativos a la renta disponible, di­­cha riqueza se sitúa cerca del má­­ximo al­­canzado a finales de 2006 (véase el tercer gráfico). Sin em­­bargo, es preciso tener en cuenta que, dado que parte del alza de la riqueza financiera se sostiene sobre las medidas ultraexpansivas implementadas por la Fed, es probable que esta se corrija cuando dichas medidas se retiren.

En definitiva, los hogares norteamericanos están aumentando nuevamente su nivel de deuda, pero desde niveles sostenibles y a un ritmo acorde con el avance de sus ingresos. Un elemento que permite a la economía estadounidense encarar con optimismo el ciclo de crecimiento que, poco a poco, va consolidando.

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Estados Unidos
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