Mercado laboral y demografía

La curva de Beveridge y el desajuste de las habilidades profesionales en la eurozona

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La curva de Beveridge muestra la relación entre la tasa de paro y la tasa de vacantes. Los movimientos a lo largo de la curva, en los que las vacantes y el desempleo toman direcciones opuestas, muestran el impacto en estas variables de las fluctuaciones cíclicas de la actividad económica. De esta forma, una etapa expansiva se caracteriza por tener una tasa de paro baja y una ratio de vacantes elevada, y lo contrario se observa en una etapa recesiva. Por otro lado, un desplazamiento hacia el exterior de toda la curva, es decir, una mayor tasa de paro para la misma ratio de vacantes, señala un posible deterioro del proceso de emparejamiento. Este fenómeno, en el que es más difícil cubrir una vacante y, por tanto, más empresas manifiestan que la falta de mano de obra limita su producción, está asociado a un mayor desajuste entre las habilidades que necesitan las empresas y las que están disponibles en la fuerza laboral.1

Así, durante la crisis, la curva de Beveridge para la eurozona se desplazó hacia fuera (véase el primer gráfico) y, excepto Alemania, todos los países empeoraron, en mayor o menor grado, el emparejamiento del mercado laboral. Es significativo que la mejora del ciclo económico se aprecie ya en la curva sin que haya habido, de momento, un deslizamiento hacia el interior, esto es, una recuperación de la eficiencia del emparejamiento.

Una forma de valorar el efecto del desajuste de habilidades sobre el emparejamiento la proporciona el índice de desajuste de habilidades (IDH), que compara el nivel educativo de la población activa (que representaría la oferta laboral) con la empleada (una aproximación a la demanda).2 Dicho índice crece cuando la diferencia entre el nivel educativo de uno y otro grupo aumenta, algo que ocurrió en la eurozona durante la recesión, cuando el IDH se triplicó. España fue la principal responsable de tal crecimiento (véase el segundo gráfico), lo cual no sorprende por la naturaleza de su crisis, estrechamente ligada al sector inmobiliario, cuya fuerza laboral se caracteriza por tener un menor nivel educativo. El caso irlandés es parecido porque también sufrió un shock en el sector de la construcción, aunque menos severo. Con la mejora del entorno económico, en ambos países se observa una corrección del índice. Sin embargo, el descenso está siendo muy lento, ya que gran parte de la escalada del IDH respondió no solo a factores cíclicos, sino también estructurales.

En el resto de países, la crisis se concentró menos en un sector en concreto, así que cabe esperar una trayectoria de su IDH menos dependiente del ciclo. En efecto, el aumento que se observa en Francia, por ejemplo, es gradual, lo que sugiere que el desajuste en el mercado laboral galo está incrementando de forma progresiva y estructural. El IDH alemán fue de nuevo la gran excepción, puesto que siguió una senda decreciente y ello favoreció el buen comportamiento de su mercado laboral. Por último, otras economías, como los Países Bajos, tienen un nivel de desajuste de habilidades muy reducido, lo cual, sin duda, ayuda a que su proceso de emparejamiento funcione mejor.

En definitiva, el aumento del desajuste de habilidades está dificultando el proceso de emparejamiento en el mercado laboral en la mayoría de los países de la eurozona. Aunque parte de este movimiento ha sido cíclico y, por tanto, se irá revertiendo con la recuperación económica, otra parte importante es estructural. De ahí la necesidad de una mayor coordinación entre las políticas pasivas y activas, y de fomentar programas de formación que ayuden a alinear el capital humano del parado y las necesidades de la empresa.

1. Cambios en el funcionamiento de las instituciones del mercado laboral también pueden desplazar la curva de Beveridge.

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Empleo Eurozona
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