Anatomía del turismo en España

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No es ninguna novedad que el turismo es uno de los pilares de la economía española, además de uno de los motores de su incipiente recuperación. Su peso sobre el PIB representó el 10,9% en 2012, año en que se observa un punto de inflexión tras la caída continuada de entradas de turistas extranjeros a raíz de la crisis de 2008. De la misma manera, los ocupados directa o indirectamente relacionados con el turismo constituyeron también en 2012 un 11,9% del total. Además, España es un protagonista clave en la escena del turismo internacional. Según el último informe de la Organización Mundial del Turismo, en 2012 fue el tercer país en cuanto a entradas de turistas extranjeros (por detrás de Francia, Estados Unidos y empatado con China) y el segundo en cuanto a ingresos (por detrás de Estados Unidos). Teniendo en cuenta la innegable importancia y proyección del sector, el objetivo de este artículo es analizar la expansión reciente de turistas extranjeros e investigar si el nuevo turista es distinto y mejor para el país en términos económicos.

En las últimas décadas, la entrada de turistas extranjeros ha crecido de forma prácticamente ininterrumpida. Solo entre los años de la gran crisis, entre 2008 y 2010, se produjo un descenso significativo de las visitas. Desde entonces, el ritmo de crecimiento ha recobrado brío y ha vuelto a asemejarse al de los años anteriores a la crisis: concretamente, entre 2011 y 2013, la entrada de turistas extranjeros creció a un ritmo anual promedio del 4,0%, un registro muy cercano al 4,3% que se anotó entre los años 2005 y 2007.

Sin embargo, aunque a primera vista puedan parecer patrones de comportamiento similares, se percibe un leve cambio en cuanto al origen y a los hábitos de los nuevos turistas extranjeros. El turista que visita España a día de hoy sigue siendo mayoritariamente europeo y continúan siendo el Reino Unido, Alemania, y los vecinos Francia e Italia los países que más turistas aportan, ligeramente por encima del 50% del total. De todas formas, el turista no europeo poco a poco está ganando peso y, ahora, ya supone un nada despreciable 9% del total de turistas, 3 p. p. más que en 2007. Mención señalada y aparte merece el papel que han desempeñado los turistas rusos. A pesar de representar solamente el 2% del total de turistas, su incremento entre 2011 y 2013 ha sido substancial, aportando un apreciable 16,0% del aumento total de entradas de turistas en este periodo. Dicho de otra forma, de cada 100 turistas extranjeros adicionales que, entre 2011 y 2013, visitaron España, 16 eran rusos. Dada la preponderancia que está ganando esta nacionalidad entre los nuevos turistas, se comprenden las inquietudes ante la posibilidad de que el conflicto político en Ucrania se agudice y de que Rusia sufra sanciones por parte de la comunidad internacional.

De la misma manera que la afluencia de turistas está aumentando, también se está elevando su gasto medio diario. Mientras que este fue de 91 euros en promedio entre los años 2005 y 2007, en el periodo comprendido entre 2011 y 2013 aumentó hasta los 106 euros. En parte, este incremento se debe al mayor peso de los turistas no europeos, cuyo gasto ha crecido más que el de los del Viejo Continente durante este espacio de tiempo. Otro síntoma del mayor poder adquisitivo de los nuevos turistas es el incremento de la proporción de turistas que se alojan en hoteles, cuyo gasto suele ser mayor. Concretamente, estos han pasado del 63% del total en promedio entre los años 2005 y 2007, al 65% actual. También destaca la buena evolución del turismo cultural, que ha pasado del 51,3% de 2010 al 53,9% en 2012. Como se argumenta en el artículo del presente Dossier «Recetas de éxito en el sector turístico: vías diferentes para un destino común», esta categoría de turismo suele ser más rentable y presenta un elevado crecimiento potencial.

Finalmente, conviene analizar también la evolución del turismo interno. El gasto en turismo por parte de los españoles también se resintió, por motivos evidentes, a raíz de la recesión económica. El número de viajes, tanto dentro como fuera de España, entre los años 2011 y 2013 fue un 3,6% inferior al del periodo 2005-2007, pero la caída de los viajes internos se mostró significativamente superior, del 4,8%. La crisis afectó especialmente a las familias con menos recursos, aquellas que solían ir de vacaciones a destinos situados dentro del territorio español. En este sentido, destaca el hecho de que el tipo de alojamiento que cobró más peso fueran la vivienda propia y la de familiares, frente a una disminución del alquiler de viviendas y de las estancias en cámpines y caravanas.

No obstante, en los últimos meses, el turismo nacional ha empezado a mostrar atisbos de una incipiente recuperación: en el 4T 2013 ya se pudo observar un aumento de los viajes del 5,5% interanual, una tendencia alcista que se ha mantenido en el 1T 2014, con un avance del 2,9%. Se trata de una cifra especialmente positiva si tenemos en cuenta que este año la Semana Santa se celebró en abril.

Secundando esta trayectoria de ascenso, las proyecciones más recientes de la Organización Mundial del Turismo apuntan a que entre 2010 y 2020 la entrada de turistas extranjeros a los países del Mediterráneo crecerá a una tasa del 2,6% anual. Por tanto, si España consigue mantener la cuota de mercado dentro de los países de la región, en 2020 podría recibir la visita de 72 millones de turistas extranjeros, 12 millones más que en 2013. Además, como se ha visto, el nuevo turista, con su mayor poder adquisitivo y sus gustos más sofisticados, se revela más beneficioso para el país desde el punto de vista económico. El futuro del sector es prometedor y, dado el actual contexto para el conjunto de la economía, una oportunidad como esta no se debería dejar escapar.

Departamento de Economía Europea

Área de Estudios y Análisis Económico,
"la Caixa"

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