Análisis de coyuntura

En Europa, la saga del brexit se alarga y alarga

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El crecimiento se modera en la segunda mitad de 2019. Así lo reflejan indicadores como el índice global de sentimiento empresarial (PMI) compuesto, que mantiene una tendencia a la baja desde hace ya unos meses y en septiembre se emplazó en un nivel contenido (51,2 puntos). En gran parte, ello se debe al debilitamiento del comercio mundial y al enfriamiento generalizado del sector manufacturero (el índice PMI de manufacturas se mantiene por debajo del umbral de los 50 puntos que separa la zona expansiva de la contractiva). No obstante, el sector servicios mantiene –por ahora– su resiliencia (el índice PMI de servicios sigue estando por encima de los 50 puntos), lo que mitiga la desaceleración del ritmo de actividad. Este entorno de menor dinamismo también se refleja en la última actualización del cuadro macroeconómico del FMI, donde la institución volvió a reducir sus previsiones de crecimiento para la economía global en 2019 (del 3,2% que manejaba en julio al 3,0%) tanto para las economías avanzadas como para las emergentes, y mantuvo el balance de riesgos sesgado a la baja. En buena parte, la revisión del Fondo refleja el efecto negativo de las medidas proteccionistas implementadas por EE. UU. y China hasta ahora, y las consecuencias negativas indirectas de las tensiones comerciales entre ambos países. A pesar de esta revisión, el FMI espera un ligero repunte del crecimiento mundial de cara a 2020 hasta el 3,4% (razonablemente en línea con la previsión del 3,2% que manejamos desde CaixaBank Research), aupado por la mejora de la actividad en varias economías emergentes.

Las tensiones comerciales se mantienen como el principal foco de riesgo para la economía global. Por un lado, EE. UU. y China anunciaron un acuerdo (dentro del marco de una primera fase de negociaciones) que suspendió el aumento arancelario sobre importaciones chinas previsto para el 15 de octubre, si bien los detalles de dicho acuerdo todavía están por definirse. Con todo, a pesar de este acuerdo y de la intención de ambas partes de seguir negociando en una segunda fase, la incertidumbre seguirá lastrando el crecimiento económico durante los próximos trimestres (puesto que las negociaciones han sufrido más de un vaivén en los últimos trimestres y la confianza de empresas y consumidores se restaurará solo de forma muy gradual). Por otro lado, las tensiones comerciales entre EE. UU. y la UE escalaron después de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) dictaminara que la UE había dado ayudas ilegales a Airbus y autorizara a EE. UU. (como compensación) a introducir aranceles por valor de 7.500 millones de euros sobre un abanico de productos europeos (la mayor parte agroalimentarios). A pesar de que estos aranceles pueden ser eliminados en cualquier momento, su introducción (efectiva el 18 de octubre) puede contribuir al deterioro del sentimiento económico.

En Europa, la saga del brexit se alarga y alarga. En particular, el primer ministro británico Boris Johnson y la UE alcanzaron un nuevo acuerdo para la salida del Reino Unido. No obstante, la Cámara de los Comunes dejó en suspenso la ratificación de este acuerdo de salida al requerir que antes se apruebe la legislación necesaria para hacerlo efectivo. Asimismo, puesto que ningún acuerdo fue ratificado antes del 19 de octubre, Johnson se vio forzado por ley a pedir a la UE una nueva extensión (y ya van tres) del brexit, esta vez hasta finales de enero de 2020, aunque con la opción de salir antes si el acuerdo de salida logra ser ratificado en las próximas semanas. Si bien esta extensión elimina los temores a un brexit desordenado a corto plazo, una salida sin acuerdo más adelante no queda del todo descartada. Por ejemplo, ello podría ocurrir si en las próximas elecciones generales (que se han convocado de forma anticipada para el 12 de diciembre) los partidos pro-brexit obtienen suficiente apoyo como para volver a situar la opción de un brexit duro sobre la mesa.

Mientras que la actividad en la eurozona aguanta el tipo. En particular, el crecimiento del PIB de la eurozona se mantuvo estable en el 0,2% intertrimestral (1,1% interanual) en el 3T 2019, un ritmo algo por encima de nuestras previsiones y las del consenso de analistas (0,1% intertrimestral). Con todo, el crecimiento continúa en cotas modestas, especialmente por la debilidad de la industria y el sector exterior (ambos penalizados por la desaceleración de la economía mundial y el entorno de incertidumbre global que han traído, entre otros, las tensiones comerciales entre EE.UU. y China y la incógnita del brexit), además de otros lastres idiosincráticos, como el shock sectorial en la industria automovilística. Todos estos elementos están afectando más a Alemania, país para el que todavía no se conoce el dato de PIB del 3T. De los países de los que sí conocemos datos, destacaron en positivo Francia, donde el crecimiento se mantuvo en el 0,3% intertrimestral en el 3T (1,3% interanual), y España (0,4% intertrimestral). En cambio, la economía italiana mantuvo su tónica de crecimiento bajo de los últimos trimestres (con un avance del 0,1% intertrimestral y 0,3% interanual).

La demanda interna sigue apoyando la actividad en la eurozona. En particular, los consumidores siguen beneficiándose de una política monetaria muy acomodaticia y de un mercado laboral que continúa generando empleo (+1,4 millones en el último año, según datos de la encuesta de población activa del 2T 2019, hasta alcanzar los 147 millones de ocupados y superar en casi 3 millones los niveles de empleo máximos de 2008) y cuya tasa de paro se sitúa en mínimos de los últimos 11 años (7,5% en septiembre). Asimismo, la dinámica positiva del mercado laboral va trasladándose poco a poco a salarios (crecieron un 2,2% interanual en el 2T 2019). En este contexto, indicadores de consumo como las ventas minoristas mantienen un desempeño positivo (+2,1% interanual en agosto). No obstante, algunos indicadores de sentimiento relacionados con la demanda también han empezado a flexionar a la baja (el indicador de confianza del consumidor elaborado por la Comisión Europea disminuyó en octubre hasta los –7,6 puntos, mínimo desde principios de 2017).

Portugal mantiene un buen desempeño en un entorno exterior menos favorable

Los indicadores muestran un buen desempeño de la actividad, respaldada por la evolución del consumo privado y la inversión. En concreto, el indicador coincidente para el consumo privado aceleró en el 3T hasta el 2,4% (2 décimas más que en el trimestre anterior), afianzado en un buen tono en el mercado laboral. Además, los indicadores de confianza de los consumidores han ido mejorando desde abril y han favorecido el desempeño de las ventas minoristas, que registraron un crecimiento cercano al 5% en el 3T. A su vez, el indicador coincidente de actividad del Banco de Portugal (que presenta una fuerte asociación con el crecimiento del PIB) se situó en el 2,2% en el conjunto del 3T, solamente 1 décima menos que en el trimestre anterior (cuando el crecimiento del PIB fue de un 0,6% intertrimestral y un 1,9% interanual). No obstante, este desempeño de los indicadores agregados coexiste con unas cifras menos positivas en lo que respecta a la actividad industrial (afectada por un crecimiento global más moderado y una menor demanda externa) y la inversión. De hecho, con datos hasta agosto, el indicador coincidente para la inversión sugiere que esta se ralentizará hasta niveles cercanos al 4%-5% en el 3T (su crecimiento fue superior al 7% en el 2T). Por otro lado, la desaceleración de la actividad mundial hace que el entorno exterior sea más exigente y contribuirá a moderar el crecimiento de la economía portuguesa en los próximos trimestres.

La balanza por cuenta corriente es menos deficitaria de lo estimado. Tras una revisión estadística de las cuentas exteriores, en la que se ha modificado el año base (ahora 2016) y se ha incorporado más información sobre la actividad turística, el comercio electrónico y, sobre todo, los flujos de la balanza de rentas (con la incorporación de un mayor número de pensiones recibidas por los pensionistas extranjeros que residen en el país luso), las nuevas series muestran que el saldo de la balanza por cuenta corriente y de capital fue del 1,4% del PIB en 2018 (una cifra 1 p. p. superior al saldo estimado anteriormente). Esta revisión también ha modificado los datos para el saldo de la balanza por cuenta corriente y de capital referentes a 2019. Así, en julio, el déficit por cuenta corriente fue del –0,7% del PIB (frente al –1,1% estimado inicialmente), mientras que en agosto el déficit se moderó ligeramente hasta el –0,5% (1.100 millones de euros, y en términos acumulados de 12 meses). Tras estas revisiones, se espera que la balanza por cuenta corriente registre un déficit del 0,7% del PIB en 2019-2020 y que la balanza por cuenta corriente y de capital registre un superávit del 0,2% del PIB en el mismo periodo.

Datos mixtos en el mercado inmobiliario. Aunque el índice de precios de la vivienda aceleró en el 2T hasta un 10,1% interanual (9,2% en el 1T) y el entorno financiero laxo sustentado por el BCE aúpa al sector, otros indicadores toman registros menos boyantes y sugieren que podría observarse una desaceleración de los precios en los siguientes trimestres. En concreto, el indicador de confianza en el mercado inmobiliario (elabo­­rado por Confidencial Imobiliário a partir de información de agencias inmobiliarias) presenta una tendencia decreciente desde principios de 2018. Asimismo, los indicadores de ventas de vivienda en negociación y consultas por clientes (también elaborados por Confidencial Imobiliário) han registrado un declive en los últimos meses y, por primera vez desde 2013, se han situado en niveles que señalan contracción en la actividad.

El mercado laboral da señales de madurez. Los datos de septiembre (todavía preliminares) apuntan a un crecimiento del empleo del 1,0% interanual (en términos desestacionalizados), con un nivel de ocupación todavía por debajo de las cifras alcanzadas en 2008. Por su parte, la tasa de desempleo aumentó en septiembre hasta el 6,6% (+0,2 p. p. respecto a agosto) debido al crecimiento de la población activa (1,0% interanual), con una contribución destacable de los trabajadores de nacionalidad extranjera. Así, el mercado laboral exhibe unas dinámicas más moderadas que en los trimestres anteriores, en consonancia con la entrada en una fase más madura del ciclo.

La ejecución presupuestaria mantiene una senda de consolidación. El saldo total de las Administraciones públicas registró un superávit del 1,6% del PIB en septiembre (2.542 millones de euros), lo que representa una mejora del +0,9% con respecto al mismo periodo del año pasado. Esta evolución se debió al buen desempeño de los ingresos (4,8%) y al menor crecimiento de los gastos (2,9%). Dentro de los ingresos, destaca el crecimiento de las aportaciones a la Seguridad Social y de los ingresos pro­­cedentes del IVA (7,1% y 7,3% interanual, respectivamente). Por otra parte, la reducción de la carga de los intereses (–7,8% interanual) y el menor crecimiento de la inversión (5,1%, frente al 31,2% previsto por el Gobierno para el conjunto del año) ex­­plican el menor incremento del gasto. De este modo, podría ser que el déficit público para el conjunto del año terminara siendo inferior a lo previsto y, de hecho, en el Plan Presupuestario en­­viado a Bruselas el 15 de octubre, el Gobierno estima un déficit del 0,1% del PIB en 2019 y del 0,0% en 2020.

Los préstamos dudosos continúan disminuyendo. La tasa de morosidad del sector privado no financiero cayó hasta el 9,2% en el 2T, 0,7 p. p. menos con respecto al 1T y 9,3 p. p. menos con respecto al máximo registrado en el 2T 2016. Esta reducción se explica por las ventas de carteras de préstamos dudosos y el buen desempeño de la economía portuguesa, que favorecen unos menores niveles de impago. Específicamente, los préstamos dudosos disminuyeron en 851 millones de euros respecto al trimestre anterior, gracias principalmente al segmento de las sociedades no financieras (–653 millones de euros). No obstante, la tasa de morosidad en este segmento continúa siendo elevada (16,6%). Por otra parte, la cartera de crédito del sector pri­­vado continuó contrayéndose en agosto (–1,4% interanual), lo que se explica por la contracción de la cartera de crédito a las sociedades no financieras (–2,9% interanual) y del crédito a las familias (–0,5%).

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