Actividad y crecimiento

Los países emergentes, protagonistas de la recuperación

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El sector exterior es el pilar de la recuperación de los paí­ses avanzados. Los elevados niveles de endeudamiento, en algunos países del sector público, en otros del sector privado y, en muchos, de ambos, limitan la capacidad de crecimiento de la demanda interna. El sector exterior, por tanto, se ha convertido en el principal motor de la recupe­ración. En este contexto, no sorprende que para muchos países mejorar la competitividad haya pasado de ser una prioridad a una urgencia.

Los países emergentes tienen la llave de la recuperación. En este sentido, los datos de crecimiento del primer trimes­tre, en general peores de lo esperado, han generado cierto temor a que su actividad se esté desacelerando. A Brasil le está costando volver a recuperar los niveles de crecimiento exhibidos antes de la crisis. Además, las elevadas presiones inflacionistas han obligado al Banco Central de Brasil a subir el tipo de interés de referencia 50 puntos básicos. En México, el PIB del primer trimestre también decepcionó y algunos países de Asia oriental, como Corea y Taiwán, se están resintiendo de la pérdida de competitividad por la apreciación de sus divisas frente al yen japonés.

El amplio margen de política económica en los países emergentes genera confianza. La contención de los pre­cios internacionales de la energía hace que en la mayoría de países las presiones inflacionistas estén relativamente controladas y que, por tanto, el margen para implementar una política monetaria expansiva sea todavía amplio. De hecho, en los países con menor ritmo de actividad, como la India, Turquía o Corea, se ha rebajado el tipo de interés de referencia en las últimas semanas. Otro elemento esperan­zador es el impulso que algunos países destacados están dando a su agenda de reformas estructurales. En ese senti­do, México es un país ejemplar. Tras la aprobación de las reformas laboral, educativa y de telecomunicaciones, a principios de mayo se presentaron las directrices de una reforma bancaria que tiene como principal objetivo dina­mizar el crédito privado.

En la zona del euro es donde la dependencia del sector exterior es más importante. Es por ello que la CE ha vuelto a poner encima de la mesa la necesidad de llevar a cabo de forma urgente una agenda de reformas estructurales am­biciosa. Su implementación ayudará a acelerar los procesos de ajuste pendientes, especialmente en los países de la periferia. Para España, la lista de recomendaciones es amplia e incluye una revisión de la reforma laboral, la reforma ener­gética, la del sistema tributario y la de las administraciones públicas, y va acompañada de una estricto calendario. En Italia sigue preocupando el elevado nivel de la economía sumergida y la poca eficiencia del sistema judicial. Para los países del centro, sin embargo, la CE también ha puesto deberes. Alemania debe poner en marcha medidas de estí­mulo de la demanda interna ya que el superávit por cuenta corriente, que ya se sitúa en el 6,9% del PIB, no parece que se vaya a corregir. Para Francia lo que preocupa es la capaci­dad de crecimiento a largo plazo de la economía. En este sentido, la flexibilización de su mercado laboral se ve como uno de los principales ejes para dar la vuelta a esta situación.

Japón también se apoya, de momento, en el sector exportador. La revolución que ha llevado a cabo el nuevo primer ministro nipón Shimzo Abe, y que ya se conoce como Abenomics, se instrumenta en tres pilares: expansión monetaria, más gasto público y reformas estructurales. Los efectos de las compras de activos llevadas a cabo por el Banco de Japón ya se han hecho notar. La fuerte devalua­ción del yen ha propulsado las exportaciones, que en el primer trimestre crecieron un 3,8% en términos intertri­mestrales. Sin embargo, es de esperar que a medida que el gasto público aumente y, sobre todo, la agenda de refor­mas estructurales se implemente, el crecimiento de la demanda interna se afianzará.

En EE. UU. el crecimiento de la economía es más equili­brado, aunque todavía tiene pendiente consolidar el ajus­ te de las cuentas públicas. De todas formas, este se podrá llevar a cabo manteniendo un ritmo de crecimiento similar al de los últimos trimestres, ya que el proceso de des­apalancamiento de hogares y empresas ya se encuentra en una fase avanzada y permite que el consumo y la inver­sión vayan tomando el relevo. La solidez que parecen ofre­cer las perspectivas de crecimiento de la economía nor­teamericana ha reabierto el debate acerca del rumbo que debe tomar la política monetaria. Algunos miembros de la Fed han expresado su deseo de acelerar el proceso de reti­rada de los estímulos monetarios. Es importante que no se reduzcan precipitadamente, ya que el ritmo de actividad económica todavía debe asentarse, pero si los datos macroeconómicos mejoran puede ser conveniente reducir el ritmo de compra de activos. Encontrar el equilibrio no será nada fácil, por lo que el debate que se ha abierto difícil­mente se cerrará y, puntualmente, generará cierta volatili­dad en los mercados.