Análisis de coyuntura

Actualización de las previsiones para la economía española

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Ya han pasado casi tres meses desde que se declaró el estado de alarma. Al principio, constatamos con preocupación el fuerte impacto económico de las medidas de confinamiento y, recientemente, hemos recuperado algo de optimismo gracias al repunte de la actividad que se está produciendo a medida que las restricciones a la movilidad se han ido relajando. Sin embargo, cuando miramos hacia el futuro, la incertidumbre sigue siendo muy elevada. Es muy difícil anticipar el comportamiento que tendrá el virus los próximos meses. Tampoco sabemos con exactitud cuándo tendremos un tratamiento efectivo o una vacuna. Desafortunadamente, todo apunta a que deberemos convivir con el virus unos trimestres más. Todo ello nos obliga a actualizar el escenario de previsiones e incorporar, por una parte, una caída de la actividad en el 2T 2020 más sustancial de la que anticipábamos y, por otra, una recuperación más gradual.

El fuerte impacto de las medidas de confinamiento lo hemos podido seguir prácticamente en tiempo real a través de la evolución del gasto realizado con las tarjetas en los TPV de CaixaBank y la evolución de la retirada de efectivo en los cajeros de CaixaBank.1 Como se puede observar en el primer gráfico, el impacto inicial de las medidas de confinamiento fue súbito y fortísimo. La caída se situó alrededor del 50% interanual ya a finales de marzo y durante todo el mes de abril. También se puede observar que la recuperación ha sido notable a medida que se han ido relajando las restricciones a la movilidad.

  • 1. En la web de CaixaBank Research (www.caixabankresearch.com) puede encontrar una nota semanal analizando estos.
España: actividad con tarjetas españolas en TPV y cajeros de CaixaBank

Otras fuentes de información ofrecen un mensaje parecido. Los datos de afiliados a la Seguridad Social también reflejan el fuerte impacto inicial de la crisis y una recuperación gradual, y todavía parcial. A finales de junio, el número de afiliados que no estaban en ERTE o cese temporal de la actividad todavía era un –22% inferior al de junio de 2019. Por otra parte, el consumo de electricidad, que llegó a caer un 20% interanual en abril, a finales de junio registraba un descenso del 10%. Y el consumo de cemento, que llegó a caer más de un 50% interanual en abril, en mayo «solo» registraba una caída del 11%.

En definitiva, las medidas que se tomaron para contener el avance de la pandemia han tenido un impacto sin parangón sobre la actividad económica. Y a pesar de que la recuperación que empezó a producirse desde que se empezaron a retirar las medidas de confinamiento ha sido notable, el ritmo de actividad aún se mantiene lejos de los niveles previos a la crisis. Así, el primer factor que condiciona el nuevo escenario de previsiones es la caída del PIB del 2T 2020, que todo apunta a que será fortísima, histórica. Probablemente se acercará al –20% en términos intertrimestrales.

El segundo factor que condiciona el nuevo escenario de previsiones es la evolución de la pandemia. Como se apuntaba con anterioridad, esta es seguramente la principal fuente de incertidumbre. En el escenario central de previsiones se asume que no se podrá disponer de una vacuna hasta el 2T 2021 y que hasta que no se consiga este hito es probable que se sigan produciendo nuevos brotes de contagio que se podrían atajar, suponemos, mediante la implementación de medidas de confinamiento locales. Dicho de otra manera, asumimos que durante los próximos trimestres tendremos que seguir conviviendo con el virus, pero que no tendremos que recurrir a medidas extremas y generalizadas de confinamiento. Ello debería permitir que, durante la segunda mitad del año, se mantenga el rebote de la actividad que ya empiezan a dibujar los indicadores más recientes. Sin embargo, este repunte será parcial y no se alcanzarán a corto plazo los niveles previos a la crisis, por tener que convivir con el virus y porque seguiremos operando en un entorno de elevada incertidumbre que lastrará la confianza de todos los agentes. Todo ello seguirá ejerciendo presión sobre muchas familias y empresas y, por lo tanto, será necesario mantener las medidas de política económica que ayudan a mitigar el impacto de la crisis durante unos trimestres más.

El tercer elemento que creemos que muy probablemente condicionará de forma especial la recuperación de la economía española en los próximos trimestres es el sector turístico. Por su relevancia (representa alrededor del 12,5% del PIB) y por el fuerte impacto que tienen sobre este sector las medidas de distanciamiento físico y las restricciones a la movilidad. Es muy difícil prever cómo evolucionará la movilidad internacional en los próximos meses mientras no tengamos una vacuna. Sin embargo, hoy en día parece muy difícil que el sector pueda registrar cifras cercanas a las del pasado año. De hecho, aunque el turismo doméstico es de esperar que compense parcialmente la fuerte caída de las visitas de turistas internacionales, la caída del PIB turístico podría acabar situándose alrededor del 50% en el conjunto de este año.

España: proyecciones macroeconómicas

Todos estos factores apuntan a que el shock económico no solo será fortísimo, sino que también será más persistente de lo esperado inicialmente. A pesar de las medidas de política económica que se están tomando, rápidas y contundentes, será muy difícil evitar que muchas decisiones de inversión no se acaben posponiendo, que muchas empresas no acaben teniendo que cerrar o que muchas personas no pierdan el empleo. En definitiva, será muy difícil evitar que esta crisis no acabe lastrando la capacidad productiva de la economía más allá del día que tengamos la vacuna. En este contexto, la presión sobre la política económica es aún mayor, ya que, además de las medidas que ya se han puesto en marcha para parar el golpe de la crisis, será imprescindible implementar medidas que apoyen el relanzamiento y la modernización de la economía.

Cuando transformamos todas estas hipótesis y dinámicas en cifras concretas, el escenario de previsiones continúa dominado por la incertidumbre y, por ello, utilizamos un rango para nuestro escenario central. Concretamente, contemplamos que el PIB podría retroceder entre un 13% y un 15% en 2020 y que la tasa de paro se acercará al 20%. En 2021, la recuperación se espera que tome fuerza y que el PIB crezca entre un 10% y un 11%, aunque aún se mantendría claramente por debajo del nivel que alcanzó en el 4T 2019. De hecho, pensamos que tendremos que esperar hasta 2023 para recuperar los niveles de actividad previos a la crisis.

El deterioro de las cuentas públicas también se espera que sea muy significativo. La caída de los ingresos sumada al aumento del gasto, tanto por la actuación de los estabilizadores automáticos como por el conjunto de medidas que el Gobierno ha implementado para hacer frente a la crisis sanitaria, es probable que lleven el déficit público a cifras cercanas al 14% del PIB este año y que la deuda pública supere el 120% del PIB. En 2021, se prevé que el déficit pueda caer algo por debajo del 8%, gracias a la recuperación de la actividad económica y a que parte del estímulo fiscal provendrá de la UE. En este contexto, la rápida y efectiva acción del BCE ha sido, y seguirá siendo, fundamental para mantener los costes de financiación contenidos. También será de suma importancia que finalmente se apruebe un plan de estímulo económico a nivel europeo similar al que ha propuesto la Comisión Europea.

España: proyecciones macroeconómicas

Como se ha comentado, una de las principales incógnitas es la evolución de la pandemia durante los próximos trimestres. Si finalmente somos capaces de mantener el virus bajo control de manera más efectiva, porque pierde virulencia o porque acabamos disponiendo de un tratamiento efectivo o una vacuna antes de lo previsto, el retroceso del PIB podría situarse alrededor del 12% en 2020, y la recuperación posterior podría ser más rápida, de manera que ya en 2022 se podrían alcanzar los niveles previos a la crisis. Sin embargo, también se debe ser prudente y tener presente el riesgo de rebrotes importantes o que tengamos que convivir aún más tiempo con el virus porque la vacuna tarda en llegar.