El sistema bancario de Estados Unidos, en fase de reanimación

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Maria Pilar Buil Vilalta
23 de octubre de 2012

En el primer semestre de 2012, los beneficios de los bancos estadounidenses han superado las expectativas de los analistas hasta alcanzar una cifra similar a la del mismo periodo de 2007. Tras registrar en 2009 los valores más bajos desde 1985, la rentabilidad ha mantenido una mejora sostenida y generalizada que ha reducido el número de bancos en pérdidas,(1) las entidades con problemas de viabilidad y las quiebras.(2) Estos desarrollos positivos se extienden, con carácter general, a los más de 7.200 bancos minoristas(3) y 5.000 grupos bancarios del país.(4)

Los factores que han impulsado la rentabilidad son diversos (véase el segundo gráfico). El primero, y más relevante, es la reducción de las provisiones en un contexto de reactivación económica. El aumento en la calidad crediticia de los activos ha permitido que las provisiones hayan pasado de consumir más del 100% del beneficio en 2009 al 24% del mismo en el primer semestre de 2012.(5)

El segundo factor positivo es la elevada resistencia del margen de intereses obtenida a partir de una estructura de financiación más equilibrada que ha sido posible gracias, en parte, a las medidas especiales de apoyo al sector financiero. Entre las mismas, destacan la habilitación de garantías, la realización de ejercicios de estrés y las inyecciones públicas de capital. Así, se han moderado los costes de financiación y se han podido obtener márgenes de intereses sustanciales, incluso en un contexto de desapalancamiento y tipos de referencia próximos a cero. En concreto, entre 2005 y 2012, el nivel promedio de los márgenes se ha mantenido en torno al 3% de los activos.(6) Este comportamiento responde, parcialmente, a la sustitución de financiación mayorista por depósitos de bajo coste asegurados. En los grupos bancarios, los depósitos han pasado de representar aproximadamente el 45% de los activos en 2008 al 65% en junio de 2012. Este incremento obedece a la aversión al riesgo de algunos inversores institucionales, pero también a la mayor cobertura del seguro de depósitos. En diciembre de 2010, la cobertura se incrementó desde 100.000 dólares hasta 250.000 dólares. Simultáneamente, se estableció, hasta diciembre de 2012, una cobertura adicional e ilimitada, para las cuentas corrientes. Asimismo, la opción de emitir valores con aval público ha contribuido a reducir la financiación mayorista a corto plazo (superior al 34% de la financiación total en 2006 e inferior al 20% en marzo de 2012). El efecto diferencial de la nueva estructura de financiación sobre los gastos y los ingresos también ha sido significativo. Entre 2006 y 2011, mientras que los gastos se contraían a una tasa media del 23% anual, los ingresos lo hacían únicamente en un 5%.

Un tercer factor que ha contribuido a la recuperación de la rentabilidad es el crecimiento de los beneficios procedentes del negocio de trading. La contribución de esta fuente de ingresos ha sido moderada para los bancos pero sustancial para los grupos bancarios. En este colectivo, los ingresos se multiplicaron por cinco entre 2008 y 2009. Este fuerte incremento responde al cambio en la estructura competitiva del sector financiero, que ha provocado que la gran banca de inversión independiente pase a estar bajo el paraguas de los grupos bancarios.(7) En las décadas previas a la crisis, los mercados de capitales fueron ganando terreno a la banca y llegaron a canalizar el 70% de las necesidades de financiación de la economía. Pero tras la crisis, muchas de las instituciones más activas en estos mercados sufrieron la contracción de la actividad en los mismos y su tamaño se redujo considerablemente. En 2008, algunas grandes compañías financieras y cuatro de los cinco mayores bancos de inversión independientes fueron adquiridos por grupos bancarios o bien se convirtieron en uno de ellos para ampliar sus opciones de financiación y acceder a los depósitos garantizados. Consecuentemente, desde 2009 los grupos resultantes han aumentado sus resultados si bien, su mayor dependencia de las actividades de trading también ha comportado un aumento en su volatilidad.

Los dos primeros factores señalados antes, la reducción de provisiones y la defensa del margen de intereses se han visto favorecidos por diversas políticas dirigidas a promover la estabilidad financiera y a reactivar el crecimiento económico. En Estados Unidos mantener la estabilidad financiera es un objetivo explícito de la FDIC, del Tesoro y de la Reserva Federal. Además, el Tesoro y la Reserva Federal también tienen como meta estimular el crecimiento económico. A diferencia de lo que sucede en Europa, compartir objetivos y disponer de una autoridad fiscal única ha favorecido una reacción rápida, coordinada y contundente ante la crisis (véase el primer gráfico). Las ayu­­das para mantener la estabilidad financiera se diseñaron con un alcance muy amplio dada la elevada interconexión de los mercados y desplegaron sus efectos positivos al mismo tiempo que se aplicaban medidas de política monetaria expansiva tradicional, combinadas con varias rondas de relajación cuantitativa (véase recuadro «Beneficios y riesgos de los nuevos instrumentos de política monetaria») y con una política fiscal contracíclica. En retrospectiva, la persecución de ambos objetivos simultáneamente –crecimiento económico y estabilidad financiera– reforzó la eficacia de las medidas. Así, a finales de 2009 ya se atisbaban los primeros síntomas de reactivación económica que, con ciertos vaivenes, se mantiene hasta el momento.

Como resultado de todo ello, la mejora de rentabilidad ha sido notable y ha permitido reforzar la solvencia y amortizar las inyecciones de capital públicas. Sin embargo, persisten ciertos desafíos. En primer lugar, el margen de intereses puede reducirse con la supresión de la cobertura ilimitada del seguro sobre las cuentas corrientes. Además, los ingresos procedentes del negocio de trading están sujetos a una volatilidad relativamente elevada. Por otro lado, el mercado de la vivienda está en una fase de recuperación preliminar que, si no se consolida, podría tener efectos perjudiciales en los niveles de morosidad. En estos momentos, la exposición inmobiliaria de los bancos continúa siendo elevada y la morosidad permanece en niveles históricamente elevados. El sector promotor presenta la mayor morosidad (10,8%) pero es el hipotecario el que apenas la ha reducido (7,8%) y concentra la mayoría de los créditos dudosos (60% del total).

Además, los grupos bancarios, incentivados por el escaso dinamismo del crédito, han aumentado sus tenencias de deuda pública en un momento en que la consolidación fiscal sigue siendo un reto inconcluso en Estados Unidos. Otros elementos que pueden plantear riesgos para la consolidación de la recuperación de la rentabilidad bancaria son la lenta recuperación del mercado laboral y la posibilidad de contagio de la crisis de deuda soberana europea. Asimismo, la nueva estructura competitiva, en la que las actividades de trading conviven con la banca comercial clásica, podría propiciar una excesiva asunción de riesgos por parte de las entidades dado el apoyo público implícito.

Por último, la regulación ejercerá presiones adicionales. Por ejemplo, McKinsey ha cuantificado el impacto de los nuevos requerimientos de Basilea III en 3,2 puntos porcentuales de Return on Equity (RoE).(8) Por su parte, Standard & Poor's estima que la nueva regulación financiera nacional (Dodd Frank Act –DFA) podría reducir el RoE hasta 2 puntos porcentuales.(9) El propio Financial Stability Oversight Council, creado bajo la DFA, apunta que esta regulación podría aumentar los costes de financiación por una posible rebaja del rating derivada de unas menores expectativas de rescate público, aunque por el momento persiste la creencia de que los grandes bancos seguirán beneficiándose de algún tipo de apoyo público.

Con todo, la mejora en la rentabilidad ha permitido que el sistema bancario estadounidense sea más solvente hoy que en 2006. En concreto, el capital Tier 1 sobre los activos ponderados por riesgo de los grupos bancarios ha aumentado cinco puntos porcentuales en tres años, hasta el 11%. La estructura de financiación es más equilibrada y, bajo la DFA, los sistemas de supervisión se han reforzado y han ampliado su alcance.

Pero el horizonte no está completamente despejado y la posibilidad de que esta recuperación no llegue a consolidarse es una amenaza real. Además de los retos señalados antes, en el nuevo escenario competitivo resultará complicado obtener mejoras adicionales significativas en los ingresos recurrentes, por lo que para salvar las presiones sobre la rentabilidad será necesario que las entidades actúen sobre los gastos de explotación.

(1) Se pasa del 30,8% en 2009 al 10,9% en junio de 2012. Estadísticas FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation).

(2) Las quiebras pasaron de 157 en el año 2010 a 31 en el primer semestre de 2012. Estadísticas FDIC.

(3) Entidades de crédito supervisadas por la FDIC.

(4) Los grupos bancarios (Bank Holding Companies) suelen integrar un banco comercial con otras filiales no bancarias.

(5) La morosidad de entidades de crédito aseguradas por la FDIC era 5,5% a principios de 2010 y 3,9% en junio 2012.

(6) Activos contabilizados según normativa GAAP, que permite presentarlos en términos netos de derivados.

(7) La gran banca de inversion independiente integraba Lehman Brothers, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Bear Stearns y Merryl Lynch.

(8) «Assessing and addressing the implications of new financial regulations for the US banking industry;» McKinsey Working Papers on Risk, Number 25. Marzo de 2011.

(9) «Two Years On, Reassessing The Cost of Dodd-Frank For The Largest U.S. Banks», Standard & Poor's, 9 de agosto de 2012.

Este recuadro ha sido elaborado por Maria Pilar Buil Vilalta

Departamento de Análisis Económico, Área de Estudios y Análisis Económico, "la Caixa"

Maria Pilar Buil Vilalta
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