Análisis de coyuntura

La economía española pospandemia

Tres años y medio después, el PIB de España ha recuperado finalmente el nivel de antes de la pandemia. Sin embargo, la recuperación de la economía española no se ha producido al unísono: algunas dimensiones han mejorado con más rapidez, y otras van más rezagadas.

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Panel de seguimiento de la pandemia de COVID. Photo by Martin Sanchez on Unsplash

La economía española actual es bien distinta de la de finales de 2019, antes de que estallara la pandemia. Pasados tres años y medio, el PIB ha recuperado el nivel que tenía entonces. Las últimas estimaciones del INE apuntan a que lo superó en el 2T 2023, situándose finalmente un 0,4% por encima. Pero la recuperación no se ha producido al unísono. Algunas dimensiones se recuperaron con más rapidez y ahora se hallan en una posición claramente mejor. En cambio, otras van más rezagadas. Hoy la economía española es más competitiva e internacionalizada, y la desigualdad salarial entre ciudadanos es menor. Sin embargo, el conjunto de los españoles todavía no ha recuperado el nivel de consumo anterior a la pandemia y la inversión ha tenido una evolución más bien pobre.

La excelente situación de las exportaciones de bienes y servicios destaca claramente en positivo. Las cifras hablan por sí solas. A pesar de que en el 2T retrocedieron con fuerza acusando el difícil contexto internacional, todavía se en­­cuentran un 8,2% por encima de los niveles previos a la pandemia. El buen comportamiento del sector exterior viene de lejos. Arranca tras la crisis financiera global de 2008 y se afianza durante la recuperación posterior. Pero la resistencia que ha exhibido durante la pandemia, primero, cuando se hundió uno de los principales sectores exportadores como es el turismo, y la crisis energética, después, han sorprendido a todos.

Todo ello se apoya, en gran medida, en las continuadas ganancias de competitividad internacional que se reflejan, por ejemplo, en el aumento de la cuota exportadora respecto a competidores directos como Francia, Alemania e Italia. Estas cifras todavía podrían ser mejores si aumentara la inversión en I+D+i o si se eliminaran las trabas que limitan el crecimiento de las empresas más productivas. A pe­­sar de la mejora de los últimos años, hay camino por recorrer.

En el lado opuesto, se encuentran la inversión y el consumo de los hogares, que todavía se sitúan por debajo de los niveles previos a la pandemia. En el caso de la inversión, la trayectoria de los últimos años no invita al optimismo. De su evolución depende, en gran medida, la capacidad de crecimiento de la economía a medio y largo plazo. Pero en momentos como el actual, cuando el cambio tecnológico, y también el cambio climático, hacen necesario impulsar una profunda transformación de la economía, su débil evolución todavía es más llamativa. Aunque es cierto que en el 2T 2023 la inversión avanzó de manera notable, un 4,6% respecto al 1T 2023 concretamente, todavía se encuentra un 0,8% por debajo del nivel previo a la pandemia y la inversión en equipo, un 3,5%. Estas cifras contrastan con las de EE. UU., donde la inversión ya se emplaza un 3,5% por encima, o de Francia, con un registro un 4,5% superior al de 2019. En cambio, en Alemania, cuyo sector industrial se ha visto muy afectado por la crisis energética y del sector del automóvil, la inversión también se ha mantenido débil y se sitúa un 2,0% por debajo.

En cuanto al consumo, se encuentra un 3,4% por debajo de finales de 2019. La pérdida de poder adquisitivo que provocó el fuerte repunte de la inflación en 2022 frenó en seco su capacidad de recuperación y, de hecho, este retrocedió más de un 3% entre finales de 2022 y principios de 2023. En los últimos meses, la inflación se ha vuelto a situar por debajo del ritmo de crecimiento de los salarios, permitiendo cierta recuperación del poder de compra de los trabajadores, y en el 2T, el consumo retomó las tasas de crecimiento positivas, con un avance del 1,6% intertrimestral. De todas formas, la pérdida de poder adquisitivo acumulada durante los últimos años sigue siendo muy notable. Desde finales de 2019, el índice de precios al consumo ha aumentado algo más de un 15% y el de los alimentos, un 27%, mientras que los ingresos salariales han crecido un 8,1%, según el indicador salarial en tiempo real de CaixaBank Research. En los próximos años, el aumento de los salarios probablemente se mantendrá algo por encima de la inflación, lo que debería permitir recuperar el poder adquisitivo sin erosionar las ganancias de competitividad.

A pesar de este difícil contexto, destaca en positivo la notable reducción de la desigualdad salarial que ha tenido lugar durante los últimos años. Según el indicador en tiempo real de CaixaBank Research, el índice de Gini, que mide la desigualdad entre los ingresos salariales, se encontraba en el mes de julio más de 2 puntos por debajo del nivel de 2019. Además, la mejora es generalizada, tanto entre territorios, como por edades, sexo y origen. Sin lugar a duda, la buena evolución del mercado de trabajo de los últimos trimestres ha tenido un papel clave en la disminución de la desigualdad. Pero la desaceleración que ha sufrido recientemente, con un ritmo de crecimiento trimestral de los afiliados que ha pasado del 1,4% en el 2T al 0,1% en lo que llevamos de 3T, se deberá seguir de cerca los próximos meses, entre otras cosas, para comprobar qué efectos tiene sobre la desigualdad.

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