El dinamismo exportador

Aunque el dinamismo de las exportaciones españolas haya sorprendido en el contexto actual, su buen comportamiento viene de lejos. Arranca en la crisis financiera y de deuda soberana de hace una década, cuando muchas empresas es­­pañolas se vieron forzadas a mirar hacia el exterior ante la debilidad de la demanda interna.

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9 de junio de 2023
Contenedores en el puerto de Barcelona. Photo by Noel Broda on Unsplash

La evolución de la economía española ha sido mejor de lo que se esperaba. Hasta la fecha, no solo ha conseguido evitar la temida recesión, sino que ha mantenido un ritmo de crecimiento de la actividad y del empleo notables. Ello nos lleva a mejorar el escenario de previsiones. El crecimiento del PIB previsto para este año ahora lo situamos en el 2,0%, 7 décimas por encima del escenario anterior. En parte, la sorpresa positiva se debe a la distensión de los precios de la energía, que se ha producido antes de lo que se esperaba. Las medidas que se tomaron, tanto en España como en la mayoría de los países desarrollados, han ayudado a amortiguar el impacto de la crisis energética. En España, además, ha sorprendido la excelente evolución del sector exterior.

La demanda nacional lleva dos trimestres en retroceso. Entre el 4T 2022 y el 1T 2023 acumula un descenso superior al 1,5% en términos reales. Pero ello ha sido más que compensado por el dinamismo de las exportaciones de bienes y servicios, que crecían un 10,2% interanual en el 1T del año. La buena evolución del sector exterior también se ve reflejada en la cuenta corriente, que el pasado año se mantuvo en positivo a pesar del fuerte encarecimiento de las importaciones de energía: solo descendió 4 décimas respecto a 2021, hasta el 0,6% del PIB. Este es uno de los menores descensos de entre todos los países desarrollados. En Alemania, Francia e Italia, por ejemplo, el descenso del saldo corriente se sitúo alrededor de los 4 p. p. La diferencia es remarcable.

Si se analiza con algo más de detalle la evolución de las fac­­turas con el exterior, observamos que la de la energía im­­por­­tada aumentó de forma sustancial. El déficit de la ba­­lanza energética pasó de los 27.842 millones de euros en 2021 a los 56.551 millones en 2022. De todas formas, en términos de PIB, la cifra de 2022 (4,3%) no llegó a superar la de 2012 (4,5%). En parte, ello se debe a que el invierno fue más templado de lo habitual, y también a los esfuerzos he­­chos para reducir el consumo de energía. Si tomamos una pers­­pectiva más amplia, sobresale la mejora en el mix de producción de energía gracias al auge de las renovables. Así, si en 2007 solo el 20% de la producción de energía eléc­­trica era renovable, en 2022 esta alcanzó el 43%, y en lo que llevamos de año ya supera el 50%. La inversión en energías renovables no solo es fundamental para la lucha contra el cambio climático. También hace a la economía mu­­cho más resiliente ante shocks externos.

Cuando nos fijamos en la evolución de las exportaciones, destacan tres elementos. Primero, que el buen comportamiento es generalizado entre bienes y servicios. Así, dos terceras partes de las partidas de mercancías presentan un ritmo de crecimiento de dos dígitos en enero-marzo. Entre los servicios, sobresale el fuerte crecimiento del turismo, cuyos ingresos crecen un 38,8% interanual en el 1T y ya se encuentran claramente por encima de los niveles previos a la pandemia, y el transporte y los servicios a empresas (+19,2% y +18,6%, respectivamente, en el 4T 2022); entre los bienes, destaca el sector del automóvil (+32% en el 1T). Segundo, que el ritmo de avance también es generalizado por destinos, y especialmente intenso en los principales mercados: las exportaciones de mercancías a la eurozona (el 56% del total) crecen un 14,3%, en especial las dirigidas a Alemania y Francia (+18,9% y +15,2%). Y, tercero, este pa­­trón no es generalizado en los países desarrollados. En Alemania, Francia e Italia, por ejemplo, el avance de las exportaciones de bienes está siendo menos dinámico: un 7,8%, un 9,5% y un 9,8%, respectivamente, frente al 14,6% anotado por España.

Aunque el dinamismo de las exportaciones españolas haya sorprendido en el contexto actual, su buen comportamiento viene de lejos. Arranca en la crisis financiera y de deuda soberana de hace una década, cuando muchas empresas es­­pañolas se vieron forzadas a mirar hacia el exterior ante la debilidad de la demanda interna. Aupadas por la recuperación de la competitividad de la economía española, el número de empresas que exportan de manera regular no ha parado de crecer, pasando de las 35.000 en 2010 a las 57.000 el pasado año, y el peso de las exportaciones de bienes y servicios ha aumentado más de 15 p. p., hasta situarse en el 41,6% del PIB.

En los próximos meses, el dinamismo de las exportaciones es­­pañolas podría perder algo de brío. La previsible desaceleración de los principales países desarrollados, donde se dirige el grueso de las exportaciones, será difícil de sortear. De todas formas, ello no debe hacer perder de vista la excelente trayectoria de los últimos años, que una vez más ha sido clave para amortiguar el impacto de un contexto adverso.