Análisis de coyuntura

El crecimiento global resiste la ola proteccionista

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Los buenos datos económicos mundiales apoyan las buenas perspectivas de crecimiento para 2018. En particular, el índice de sentimiento empresarial (PMI) compuesto global de febrero aumentó hasta los 54,8 puntos, su nivel más alto en casi tres años y medio. Esta mejora se produjo de forma bastante generalizada, tanto por sectores como por geografías. Así, los indicadores globales más recientes avalan el escenario de CaixaBank Research de leve aceleración del crecimiento global este año, hasta el 3,9%, desde el 3,7% en 2017. La continuidad en dicha aceleración se sustenta en unas condiciones financieras que se mantendrán ampliamente acomodaticias, unos precios del petróleo en un rango razonable, tanto para exportadores como para importadores, y la recuperación de grandes emergentes como Brasil y Rusia, así como la continuidad de las buenas tasas de crecimiento económico en Asia emergente. A todo ello hay que sumarle el apoyo de la confianza empresarial y de los consumidores, que se mantiene en cotas relativamente elevadas.

Los riesgos siguen siendo elevados, en especial en el plano comercial. En concreto, Trump aprobó una subida de aranceles a las importaciones de acero (25%) y de aluminio (10%), y amenaza con otras subidas arancelarias a un gran número de importaciones chinas, tras una investigación estadounidense que acusa al gigante asiático de robo de la propiedad intelectual, entre otras prácticas comerciales poco ortodoxas. A nivel interno, estas medidas comportaron la dimisión de Gary Cohn, máximo asesor económico del presidente. A nivel externo, esta actuación abre la puerta a represalias, en especial, procedentes de China, lo que aumenta los temores a que se produzca una escalada de las tensiones comerciales y una involución proteccionista. De momento, consideramos que este riesgo es contenido, aunque no despreciable. Un gesto a favor de una visión más optimista es que finalmente la Casa Blanca eximió a la UE y a otros aliados de los aranceles sobre los metales. Asimismo, es preciso tener en cuenta que las importaciones de ambos productos tienen un peso muy contenido en el total de importaciones americanas (en torno a un 2%).

Los riesgos geopolíticos, políticos y macrofinancieros continúan latentes. En el ámbito geopolítico y político, se da una de cal y otra de arena. Así, mientras la reapertura de la vía diplomática entre EE. UU. y Corea del Norte apacigua los temores a una escalada del conflicto, EE. UU., Reino Unido, Alemania y Francia, entre otros, han anunciado la expulsión de diplomáticos rusos. Los americanos, por los ciberataques y la intromisión en las elecciones presidenciales estadounidenses de finales de 2016, y los europeos, en respuesta al atentado contra un exespía ruso y su hija en suelo inglés. En cuanto a política europea, la repetición de la Gran Coalición en Alemania puede impulsar la agenda europea en los próximos trimestres, pero el resultado electoral de Italia, con un aumento de los movimientos populistas, podría entorpecerla. Por último, en el ámbito macrofinanciero, aunque lo peor de la corrección de finales de enero y principios de febrero parece quedar atrás, las cotizaciones de los principales mercados bursátiles siguen siendo erráticas y los factores de riesgo se mantienen activos.

ESTADOS UNIDOS

Más allá del terreno pantanoso en el que ha entrado la política comercial estadounidense, en el ámbito macroeconómico, la economía sigue fuerte. Así, la mayor parte de indicadores de sentimiento económico de EE. UU. continúan apuntando a crecimientos sólidos y en leve aceleración en los primeros meses de 2018. En particular, el índice de confianza elaborado por la Universidad de Michigan alcanzó un nuevo máximo dentro del actual ciclo en el mes de marzo. En la misma línea, el índice de sentimiento empresarial (ISM) de manufacturas escaló hasta los 60,8 puntos en febrero, logrando también un nuevo máximo en el ciclo, y su homólogo de servicios se emplazó en una cómoda zona expansiva (59,5, nivel prácticamente equivalente al de enero). Con todo, cabe recordar que los avances económicos del PIB estadounidense del 1T a menudo suelen desacoplarse de los buenos indicadores económicos (tanto soft como hard), debido, en buena parte, a un problema de desestacionalización de la serie del PIB que elabora el instituto estadístico del país. Asimismo, algunos registros hard, como las más recientes ventas minoristas y algunos de los indicadores del mercado inmobiliario, han resultado algo más débiles de lo esperado.

Cuidado con el recalentamiento, puesto que la aceleración de la actividad estadounidense se da en un momento en el que la economía se encuentra en una fase madura de su ciclo y en el que, además, se están llevando a cabo políticas fiscales de carácter marcadamente expansivo (reducción impositiva y aumento del gasto en 2018 y 2019). En este entorno, las perspectivas apuntan a que el crecimiento estadounidense se mantendrá en cotas elevadas en 2018 (en el 2,7%), por encima del potencial del país. El riesgo en esta fase de madurez es que el crecimiento acabe siendo inferior al previsto y, por el contrario, la inflación acabe repuntando con más fuerza.

Atentos a la inflación. Aunque la inflación de febrero se situó en consonancia con lo esperado, se volverá más firme en los próximos meses e incluso podría sorprender al alza. En concreto, el IPC creció un 2,2% interanual en febrero, 1 décima por encima del avance del mes anterior. Por su parte, la inflación subyacente, que excluye tanto el componente energético como el alimentario, se mantuvo en el 1,8%. A pesar de esta tónica de estabilidad en febrero, esperamos una aceleración de la inflación subyacente en los próximos meses debido, en parte, a la aceleración de la actividad económica, pero también ante un efecto de base al alza relevante (la fuerte caída en los precios de los servicios de telefonía inalámbrica experimentada el año anterior no se repetirá este año). En este contexto de fortalecimiento de la economía estadounidense, la Fed decidió volver a subir el tipo de referencia en 25 p. b. hasta el intervalo 1,50%-1,75%. Además, la institución presentó sus nuevas previsiones macroeconómicas, que se caracterizaron por ser algo más optimistas que las anteriores.

RESTO DEL MUNDO

En Japón, la economía cerró 2017 con un ritmo de tracción mayor al previamente estimado, del 1,7% (antes 1,6%). El positivo avance del 4T 2017 estuvo ampliamente apoyado por el consumo privado y por la inversión no residencial (incluyendo la pública). Asimismo, la revisión al alza del registro del 4T tiene también consecuencias en el escenario de CaixaBank Research de cara a 2018, con una mejora del crecimiento hasta el 1,5% (+2 décimas). En este contexto, la inflación subyacente continuó aumentando, aunque todavía se sitúa en cotas bajas (0,5% en febrero). En este sentido, los aumentos salariales previstos para 2018 podrían ayudar a empujar al alza dicha inflación. Al menos así parecen indicarlo las cifras preliminares que se han desprendido del proceso de negociaciones de primavera: +2,16% anual, por encima del 1,98% de 2017.

En China, el Congreso Nacional del Partido fija en el 6,5% el objetivo de crecimiento para 2018, cifra significativa, pero que admite un menor ritmo de avance para el país. Asimismo, los nuevos nombramientos de altos cargos gubernamentales, por ejemplo, el del asesor económico Liu He como nuevo viceprimer ministro, han recaído en políticos favorables a un mayor control y gestión de los riesgos macrofinancieros. Por el momento, en cualquier caso, los indicadores de actividad económicos de inicios de año se mostraron, en general, positivos. En particular, en el agregado de enero y febrero, la producción industrial registró un avance mayor de lo esperado con un crecimiento interanual del 7,2% (6,2% en diciembre). Las ventas minoristas, por su parte, crecieron en el agregado de enero y febrero un sólido 9,7% interanual (9,4% en diciembre). Con todo, los datos referentes al sentimiento empresarial flaquearon un poco. Cabe señalar que las festividades del Nuevo Año Chino, que pueden caer tanto en enero como en febrero, generan distorsiones en los indicadores, a menudo, difíciles de desentrañar.

Brasil cerró 2017 con un avance positivo (1,0%) por primera vez desde 2014. Pero el ritmo de actividad sigue siendo débil. En particular, en el 4T, el crecimiento intertrimestral del PIB fue de solo 1 décima (2,1% interanual), un avance mínimo que se explica fundamentalmente por el retroceso de las exportaciones y por cierto debilitamiento del consumo. De cara a 2018 y 2019, el crecimiento económico se espera que siga siendo bajo, puesto que el consumo se recuperará lentamente, se mantendrá una elevada incertidumbre política y el ajuste fiscal continuará.

Aumenta la preocupación en Turquía, a pesar de un avance económico mayor del esperado en 2017. En particular, en el 4T 2017, el PIB turco creció un sólido 7,3% interanual, lo que dejó el cómputo anual en el 7,4%, el más alto desde 2013. Con todo, la economía turca muestra desequilibrios macroeconómicos importantes: la inflación se situó en el 10,3% en febrero, el déficit por cuenta corriente fue cercano al 5% en el 3T 2017 y el crédito creció por encima del 20% en términos interanuales en el 4T. En este contexto, Moody’s rebajó el rating crediticio del país (de Ba1 a Ba2). Además de los desequilibrios macroeconómicos mencionados que elevan el riesgo ante un shock económico externo, la agencia de rating también alegó como elemento de peso la erosión de la calidad institucional. En puridad, ninguno de los dos elementos es nuevo, pero la decisión puede acarrear nuevas dudas sobre la economía emergente. En este sentido, tras el recorte, la lira turca se depreció sustancialmente y la yield del bono a 10 años repuntó con fuerza. De cara a 2018, y con todos estos factores en consideración, estimamos una significativa desaceleración en las tasas de avance a finales de año.

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