Estados Unidos

Resumen

La economía de EE. UU. creció más de lo esperado en 2023 y pensamos que en 2024 normalizará su ritmo de avance.

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Perspectivas

 

Previsión

 

Prom.
12-16

2017

2018

2019

2020

2021

2022

2023

2024

Crecimiento del PIB (%)

2,3

2,5

3,0

2,5

-2,2

5,8

1,9

2,5

2,2

Inflación IPC (%)*

1,3

2,1

2,4

1,8

1,2

4,7

8,0

4,1

2,6

Saldo fiscal (% del PIB)

-6,1

-4,4

-6,1

-6,7

-14,8

-11,5

-4,0

-8,2

-7,4

Deuda pública (% del PIB)

103

104

106

108

130

126

122

123

127

Tipo de interés de referencia (%)*

0,31

1,13

1,96

2,25

0,50

0,25

2,02

5,23

5,13

Tipo de cambio (USD/EUR)*

1,23

1,13

1,18

1,12

1,14

1,18

1,05

1,08

1,09

Saldo corriente (% del PIB)

-2,3

-1,9

-2,1

-2,1

-2,7

-3,6

-3,8

-3,0

-2,8

Deuda externa (% del PIB)

96

95

94

94

97

95

93

95

97

Notas: * Promedio anual.

Fuente: CaixaBank Research, a partir de datos del BEA, del BLS, del FMI y del Oxford Economics (vía Refinitiv).

  • La economía de EE. UU. creció más de lo esperado en 2023 y pensamos que en 2024 normalizará su ritmo de avance. A principios de 2023, la inversión de la curva de tipos, las turbulencias del sector bancario y el entorno de elevados tipos de interés auguraban una marcada desaceleración o recesión de la economía. Sin embargo, el mercado laboral consiguió mantenerse robusto (con la tasa de paro en el 3,7%) y el PIB creció un 2,5%, muy por encima de lo previsto por el conjunto de analistas, gracias a un notable aumento del gasto público (4%) y al apoyo de los últimos remanentes del ahorro embalsado durante la pandemia por los hogares. Pensamos, con todo, que, en 2024, con el desvanecimiento de estos vientos de cola y el impacto rezagado del entorno de elevados tipos de interés, el crecimiento del PIB se normalizará.
  • La inflación, por su parte, debería proseguir el camino hacia el 2%. Si 2023 fue el año de la gran desinflación, en el que el IPC general pasó de crecer un 6,5% en diciembre de 2022 a hacerlo un 3,4% a finales de 2023, pensamos que en 2024 esta dinámica debería continuar. Sin embargo, esta denominada «última milla» será gradual y no exenta de turbulencias. Si bien la normalización de los cuellos de botella y de los precios energéticos han contribuido al marcado descenso observado en 2023, en 2024 la desinflación debería producirse por unas menores presiones inflacionistas en los servicios. Por un lado, pensamos que la inflación del precio de la vivienda (shelter, con un peso del 35% en la cesta de consumo) debería moderarse marcadamente en algún momento de 2024, siguiendo las dinámicas que se observan en el mercado del alquiler. Por otro lado, el resto de los servicios están exhibiendo unas dinámicas coherentes con una mayor persistencia de la inflación. Por ello, la Reserva Federal se está mostrando prudente a la hora de recortar los tipos de interés y, aunque en algún momento de 2024 los bajará, no tiene ninguna prisa en hacerlo a principios de año. Nuestra expectativa es que el primer recorte se producirá en junio de este año, seguido de tres más que dejarían el intervalo objetivo de la Fed en el rango 4,25%-4,50% a finales de año.
  • Existen diversos riesgos a la baja sobre el escenario. Por un lado, las dudas sobre el sector inmobiliario comercial (CRE) están generando turbulencias financieras en aquellos sectores de la banca más expuesta, una dinámica que los elevados tipos de interés pueden acentuar. Asimismo, en caso de que las presiones inflacionistas en los servicios, incluido shelter, no acabasen de remitir, o incluso se acentuasen, podrían llevar a la Reserva Federal a mantener una política monetaria restrictiva por más tiempo todavía, lo que podría ser un fuerte viento de cara para el crecimiento económico. En el ámbito fiscal, las políticas actuales, según el Congressional Budget Office, llevarían la deuda pública federal del 100% sobre el PIB actual hasta cerca del 120% en 10 años, algo que no tiene visos de cambiar sea cual sea el vencedor de las elecciones presidenciales de este 5 de noviembre. Los continuos alcances del límite de deuda suponen un riesgo a la baja para la actividad, a la vez que una eventual implementación de una senda fiscal más sostenible podría empeorar las perspectivas económicas de la región.
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