América Latina, ¿víctima del giro proteccionista de EE. UU.?

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Àlex Ruiz

La nueva política estadounidense tiene uno de sus estandartes en el lema America First que, en el ámbito del comercio internacional, se traduce en un objetivo explícito de reducir lo que se consideran, bajo la perspectiva de la Administración norteamericana, déficits comerciales excesivos. A fin de alcanzar este objetivo, EE. UU. está op­­tando por reevaluar su política de acuerdos comerciales multilaterales. Por ejemplo, en agosto se iniciaron las ne­­gociaciones de revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA por sus siglas en inglés). Además, no se descarta que acabe utilizando una segunda vía, la imposición unilateral de aranceles sobre las importaciones de ciertos países (como el caso reciente con los aviones de Canadá). Aunque el escenario central de CaixaBank Research consiste en que las negociaciones del NAFTA tomen formas constructivas y se opte por un re­equilibrio parcial, no radical, de las relaciones de EE. UU. con México (y Canadá), y que se en­­cuentren vías de conciliación con China y Europa, es relevante plantearse las consecuencias para América Latina si dicho revisionismo toma las formas más proteccionistas. No en vano, EE. UU. es el socio comercial de referencia en la región: en la mayoría de países latinoamericanos es el primero o segundo mercado de destino de sus exportaciones.

Del estudio de los datos se constata, de entrada, que el desequilibrio comercial estadounidense con la región está concentrado: EE. UU. únicamente mantiene déficits co­­mer­­ciales con México, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Colombia y Bolivia. Y solo es elevado en los casos de México y, a distancia, Venezuela. Asimismo cabe señalar que la exposición comercial directa solo es muy elevada en México: EE. UU. es el destino del 82% de las exportaciones mexicanas, que representan un 29% de su PIB. A cierta distancia se encuentran los países de Centroamérica y, en el resto de la región, la importancia de las exportaciones a EE. UU. es sensiblemente menor y están por debajo del 6% del PIB en todos los casos.

Siendo la exposición directa reducida, ¿podría darse el caso de que indirectamente (es decir, a través del canal del comercio con otros países terceros) las economías latino­­americanas pudiesen verse afectadas por un giro proteccio­­nista estadounidense? Los datos sugieren que, por lo que se refiere a los flujos intrarregionales, solo en el caso de los países de América Central, que dirigen del orden del 20% de sus exportaciones totales a México y a otros países centroamericanos, se da esta exposición indirecta a EE. UU.

El canal indirecto, cuando se consideran otros destinos geográficos fuera de la región, tampoco parece revestir una intensidad elevada. Algunos países mantienen relaciones comerciales muy estrechas con China (que por sí sola genera casi la mitad del déficit comercial estadounidense) y la UE (20% del déficit comercial de EE. UU.). Este es el caso de Chile, cuyas exportaciones a China y a la UE sumadas representan un 10% de su PIB. Sin embargo, el impacto de un giro proteccionista sobre la economía chilena solo sería significativo si dicho giro fuera de tal magnitud que acabase afectando el crecimiento económico en Europa o China. Un escenario que, a día de hoy, parece muy poco probable.

Àlex Ruiz
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