¿Beneficia el patrón de crecimiento del empleo a la productividad española?
El mercado laboral español ha cambiado su patrón de crecimiento tras la pandemia, mostrando un aumento del empleo en sectores como la sanidad, la educación y la tecnología. ¿Está este nuevo modelo favoreciendo el avance de la productividad? Analizamos el impacto del efecto composición y cómo compara con otros ciclos expansivos.
Cambios recientes en el patrón de crecimiento del empleo
La economía española ha experimentado un fuerte crecimiento del empleo desde que salió de la pandemia. En términos de afiliados a la Seguridad Social y con datos corregidos por estacionalidad, en abril de 2025 la afiliación se emplazó un 12,8% por encima del nivel de diciembre de 2019, lo que equivale a un crecimiento promedio anual del 2,3%.
En el primer gráfico, mostramos la contribución al crecimiento de la afiliación a la Seguridad Social de cada sector en dos periodos. Entre 2013 y 2019, en el eje vertical, y entre 2019 y abril de 2025, en el eje horizontal. Las contribuciones están expresadas como porcentaje respecto al crecimiento acumulado total.
Tal y como se puede ver, tras la pandemia, España ha estado creando relativamente más puestos de trabajo en servicios públicos (educación y sanidad), sectores tecnológicos y de servicios profesionales, en contraste con el ciclo anterior, donde tuvieron mayor peso el comercio, la industria manufacturera y otros servicios empresariales tradicionales (actividades administrativas).
Este cambio en la estructura del crecimiento del empleo plantea una pregunta clave: ¿es más favorable este nuevo patrón para el avance de la productividad? Según nuestros análisis, la respuesta es afirmativa, aunque con matices.
Medición de la productividad y efecto composición
Medimos la productividad laboral como el valor añadido bruto (VAB) real generado por hora trabajada, la llamada productividad aparente del trabajo.1 Esta métrica presenta algunas problemáticas. Por ejemplo, sectores intensivos en capital tenderán a aparecer como más productivos que los intensivos en empleo. Sin embargo, tiene la ventaja de que se puede calcular directamente de los datos de contabilidad nacional, por lo que no hay que estimarla.2
Comparamos la evolución de la productividad aparente en tres periodos:
- Expansión 1T 2000-4T 2007: la productividad por hora apenas aumentó un 0,7% en total, tan solo un 0,1% anual promedio.
- Recuperación 4T 2013-4T 2019: la productividad creció un 3,8% en total, cerca de un 0,6% anual de media.
- Periodo reciente 4T 2019-1T 2025: la productividad acumuló un avance del 2,5%, equivalente a un 0,5% anual.
A primera vista, el ritmo de crecimiento de la productividad en el ciclo actual es similar al del periodo 2013-2019. No obstante, para entender mejor la relación entre empleo y productividad, debemos analizar de dónde proviene ese crecimiento de la productividad. Para ello descomponemos su aumento en dos componentes.
- Margen intensivo: aumento de la productividad dentro de cada sector, manteniendo constante la estructura sectorial del empleo. Refleja mejoras de eficiencia, tecnología o capital humano en las empresas de cada rama de actividad.
- Efecto composición: aumento de la productividad debido a cambios en el peso relativo de cada sector en el empleo total, manteniendo constante la productividad de cada sector. Refleja el impacto de la reubicación de trabajadores entre sectores más o menos productivos.
En este artículo nos centramos en el efecto composición. El segundo gráfico muestra la magnitud de este en los distintos periodos bajo consideración. El gráfico revela varios puntos importantes. En primer lugar, el efecto composición ha sido negativo en los tres periodos analizados. En todos los ciclos expansivos recientes, el cambio de la estructura del empleo ha restado algo de crecimiento a la productividad.
- 1Para un análisis más preciso, hemos excluido el sector de actividades inmobiliarias de los cálculos, ya que su VAB está distorsionado por los alquileres imputados, el valor teórico de alquiler que se asigna a las viviendas ocupadas por sus dueños. Dado que este es un sector pequeño (aproximadamente un 1% de las horas trabajadas) y que solo disponemos de datos corregidos por este efecto hasta 2022, su exclusión nos permite centrarnos en la tendencia subyacente de la productividad sin perder información reciente.
- 2Esto contrasta con la que sería la medida más acurada de productividad, la llamada productividad total de los factores (PTF). Esta medida es la parte del crecimiento del PIB que no se explica por la acumulación de los factores de producción, ya sea trabajo, capital, capital humano u otros. Sin embargo, la PTF hay que estimarla, y hay mucha incertidumbre alrededor de estas estimaciones.
En segundo lugar, la penalización por cambio de composición fue especialmente intensa entre 2000 y 2007. En contraposición, en los dos ciclos posteriores, 2013-2019 y 2019-2025, el efecto composición negativo ha sido mucho menor, y prácticamente igual en magnitud en ambos casos. Esto implica que el patrón de creación de empleo reciente ha sido «similar» al del ciclo anterior, en el sentido de que los cambios sectoriales han frenado poco el crecimiento de la productividad en comparación con épocas pasadas.
Dada la importancia de los sectores de educación y sanidad en el ciclo actual, y teniendo en cuenta que en estos sectores la presencia de las Administraciones públicas (AA. PP.) es muy relevante y que, por tanto, muchas veces no operan con precios de mercado, también es de interés replicar el análisis focalizándonos en los sectores de mercado. Si excluimos del análisis las ramas predominantemente públicas, el resultado cambia ligeramente. El efecto composición del periodo 2013-2019 empeora 1 décima, mientras que el de 2019-2025 mejora 1 décima, de tal modo que la contribución negativa del efecto composición en el periodo reciente pasa a ser la mitad que la del periodo 2013-2019.
¿Qué sectores impulsan o frenan la productividad?
Entender el porqué detrás de un efecto composición ligeramente negativo en la etapa reciente requiere identificar qué sectores han ganado o perdido peso en el empleo y cuál es su nivel de productividad. Para ello, utilizamos un tercer gráfico de burbujas que relaciona, para cada sector, su productividad laboral en el eje vertical y el cambio en su cuota de empleo entre el 4T 2019 y el 1T 2025 en el eje horizontal. En este gráfico, el tamaño de la burbuja mide la contribución absoluta de ese sector al efecto composición, que resulta de multiplicar el cambio de peso por la productividad del sector. Una burbuja grande indica que el sector ha influido mucho por su combinación de cambio de tamaño y nivel de productividad. La línea roja horizontal marca la productividad promedio nacional para facilitar comparaciones.
Tres sectores destacan por tirar del carro en la etapa reciente al incrementar su participación en el empleo. El sector de las AA. PP., educación y sanidad ha registrado un fuerte aumento de peso en el empleo total, pero su productividad es aproximadamente la misma que la del promedio nacional. El sector TIC ha experimentado un notable aumento de su cuota en el empleo y se caracteriza por una productividad superior a la media nacional. Este sector aporta así un efecto composición positivo significativo, al crecer el empleo donde cada hora trabajada aporta mucho valor añadido. Finalmente, el sector de las actividades profesionales, científicas y técnicas, aunque en menor medida que los anteriores, también ganó peso. Sin embargo, y quizás en contra de la intuición, este sector tiene una productividad aparente del trabajo baja, posiblemente debido a que se trate de un sector poco intensivo en capital, por lo que su contribución al efecto composición es limitado.3
Entre los sectores que pierden peso en este periodo, destacan también tres. En primer lugar, el del comercio, transporte y hostelería, que tuvo una fuerte disminución de peso tras la pandemia pero con un nivel de productividad similar al promedio nacional. La industria manufacturera también ha visto reducida su cuota de empleo. Dado que la manufactura tiene una productividad superior a la media, esta pérdida de peso supone una contribución especialmente negativa a la productividad agregada. Finalmente, las actividades financieras, que presentan una elevada productividad aparente, también han perdido peso en el empleo total.
- 3Con datos de 2022, el sector de actividades profesionales, científicas y técnicas tiene un stock de capital neto por hora de trabajo de 45,7 euros frente al promedio nacional de 155 euros y es el tercer sector por la cola (según la CNAE a 1 dígito).
Conclusiones
La evidencia muestra que el patrón sectorial de creación de empleo desde 2019 ha sido ligeramente más benigno para la productividad que el del ciclo 2013-2019, y muy superior al de la expansión de los 2000. Esto no significa que la productividad esté creciendo rápidamente –sus avances siguen siendo modestos, en torno al 0,5% anual en promedio–, sino que al menos la distribución de nuevos empleos no está lastrando la productividad media, como sí ocurrió en el pasado.
Si nos centramos en el periodo más reciente, los sectores más dinámicos en términos de creación de empleo pertenecen tanto al ámbito público (educación y sanidad) como al tecnológico privado (TIC) y el de servicios especializados (actividades profesionales), y su evolución combinada ha logrado compensar, en buena medida aunque no del todo, el efecto desfavorable de la pérdida de empleo en sectores tradicionalmente productivos como la industria y las finanzas.