¿Cómo comparar el bienestar entre países?

Los países del norte de Europa suelen tener fama de ser los países más felices del mundo. En 2017, el Índice de Felicidad publicado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas situó a Noruega como el país más feliz del mundo, y quitó el trono a otro país nórdico, Dinamarca, que había encabezado el ranking desde 2012, año en que se publicó por primera vez dicho índice.

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Anna Campos
18 de julio de 2017
Carrusel. Photo by Liz Sanchez Vegas on Unsplash

Sin ánimo de infravalorar el hygge1 escandinavo, a algunos les puede sorprender que los países nórdicos lideren el ranking de índices de bienestar o que España ocupe un modesto puesto 34, lejos de EE. UU. y Alemania (puestos 14 y 16, respectivamente).2 Y es que comparar niveles de vida entre países no es una tarea sencilla. De hecho, ningún intento de medición de bienestar ha quedado libre de crítica, hasta el momento.

El Índice de Felicidad no es una excepción. Este índice, que se construye a partir de cuestionarios en los que cada persona evalúa su nivel de felicidad entre 0 y 10, no tiene en cuenta, por ejemplo, que determinados países y culturas pueden ser más felices que otros, incluso bajo la misma situación económica y social. En este sentido, un artículo de la OCDE 3 estima que el impacto cultural puede explicar hasta 1,5 puntos de la puntuación del 1 al 10 que los individuos reportan. En particular, los autores destacan que el impacto cultural es marcadamente positivo en los países nórdicos, en los de habla inglesa y en algunos países latinoamericanos.

En el mundo académico, uno de los últimos intentos para construir una medida de bienestar comparable entre países y en el tiempo proviene de la mano de Jones y Klenow, quienes plantean un indicador de bienestar que incorpora como factores determinantes el consumo, el ocio, la mortalidad y la desigualdad.4 Una de las novedades que plantea este indicador de bienestar es que intenta ponderar los distintos elementos que lo componen en función de las preferencias del conjunto de ciudadanos utilizando datos microeconómicos de 13 países.

El tercer gráfico, extraído del artículo de Jones y Klenow, nos muestra que a pesar de que los países de Europa Occidental analizados5 tienen, en promedio, un PIB per cápita alrededor del 67% del de EE. UU., una vez se tiene en cuenta el mayor tiempo de ocio, la mayor esperanza de vida y los menores niveles de desigualdad de la que gozan estos países europeos, la diferencia con EE. UU. se acorta hasta el punto de que el nivel de bienestar de los países europeos es tan solo un 15% inferior al de EE. UU. Por otro lado, el artículo constata que el nivel de bienestar de los países en desarrollo es peor de lo que su PIB per cápita sugeriría como consecuencia de la menor esperanza de vida, el menor consumo y la mayor desigualdad.

A pesar del avance que supone este artículo en la medición del bienestar, cabe mencionar que el índice propuesto por Jones y Klenow supone que todos los países valoran los mismos aspectos para ser felices, una hipótesis que, como se ha comentado anteriormente, no se cumple en la realidad. Además, tal y como los mismos autores reconocen, la medida de bienestar propuesta no tiene en cuenta otros factores que también contribuyen al bienestar de la población, como la calidad del medio ambiente, el crimen, la libertad política o el altruismo intergeneracional.

En este sentido, el Índice para una Vida Mejor (Better Life Index) publicado por la OCDE se presenta como otra iniciativa destacable, ya que amplía la gama de factores que tiene en cuenta. En particular, el índice tiene en cuenta 11 aspectos relevantes que influyen en el bienestar: vivienda, ingresos, empleo, comunidad, educación, medio ambiente, compromiso cívico, salud, satisfacción, seguridad y equilibrio vida-trabajo.

¿Qué peso se otorga a cada factor? Idealmente, como la felicidad no es una medida única, los pesos de cada factor deberían obtenerse a partir de una encuesta representativa que estimara cuáles son los determinantes más importantes del bienestar para cada población, y es que la literatura académica apunta a que la importancia de los determinantes del bienestar no tiene por qué coincidir entre los países. Por ejemplo, para el caso de la desigualdad, Alesina et al. estimaron que en Europa la desigualdad tiene un mayor efecto negativo sobre el bienestar que en EE. UU.6

Conscientes de esta limitación, la OCDE pone a disposición del público una herramienta que permite ponderar el peso de los 11 factores que componen el índice. Un sencillo ejercicio nos muestra que, inde­­pendientemente de los pesos, los países nórdicos tienden a mantenerse a la cabeza del ranking, y los cambios en los pesos producen, sobre todo, cambios en la parte media y baja del ranking.

A modo ilustrativo, si el peso de los 11 indicadores es el mismo, Noruega encabeza el ranking del índice, EE. UU. se sitúa en el puesto 9 y España obtiene el puesto 19. Si, en cambio, otorgamos la máxima importancia a la salud, a la educación y al equilibrio vida-trabajo, que son los tres factores considerados más importantes por los usuarios del Índice en España, y también en EE. UU. y en Noruega,7 Dinamarca encabezaría el ranking (seguido de Noruega), EE. UU. empeora hasta el puesto 13 y España se mantiene en el puesto 19.

En conclusión, a pesar de que todas las medidas de bienestar presenten dificultades, los países nórdicos se empeñan en sacar la mejor nota en todas ellas y nos recuerdan que no deberíamos perderlos como referencia.

Anna Campos

Departamento de Macroeconomía, Área de Planificación Estratégica y Estudios, CaixaBank

1. Hygge es un adjetivo danés asociado al bienestar personal generado a partir de las pequeñas cosas del día a día, como la calidez del hogar y el cuidado de uno mismo y del otro.

2. Datos referentes al periodo 2014-2016.

3. Véase Exton, C., Smith, C. y Vandendriessche, D. (2015), «Comparing Happiness Across the World. Does Culture Matter?», OECD Statistics Directorate Working Paper No. 62.

4. Véase Jones, C. I. y Klenow, P. J. (2016), «Beyond GDP? Welfare across Countries and Time», American Economic Review, vol. 106(9), p. 2.426-2.457.

5. El artículo incluye Reino Unido, Francia, Italia y España.

6. Véase Alesina, A., Di Tella, R. y MacCulloch, R. (2004), «Inequality and Happiness: Are Europeans and Americans Different?», Journal of Public Economics, p. 2.009-2.042.

7. Estos resultados están basados en las respuestas de 3.200 visitantes al sitio web de España del Índice para una Vida Mejor, 1.600 visitantes al sitio web de Noruega y 18.200 visitantes al sitio web de EE. UU., de tal manera que son solo indicativos y no representan a toda la población.

Anna Campos
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