Mapa del mundo de noche de la Nasa. Photo by NASA on Unsplash

Geopolítica e inteligencia artificial: nueva carrera por la hegemonía global

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December 10th, 2025

Con pocas novedades en el entorno económico y financiero, más allá de los últimos ajustes en las negociaciones comerciales que han situado el arancel efectivo promedio americano en el 13,8%, la atención en las últimas semanas del año sigue centrada en los dos grandes temas que perfilarán el comportamiento de la economía a medio plazo: geopolítica e inversión en inteligencia artificial (IA). Para Europa, con ser importantes los desafíos ligados a la demografía, transición energética o competitividad, el principal reto a corto plazo es la geopolítica (tierras raras, seguridad económica, defensa, Ucrania, etc.), seguido de e interrelacionado con la necesidad de posicionarse en la cadena de valor de la IA.

En el ámbito geoeconómico, una vez reducida la tensión en Gaza, toda la atención se centra en los esfuerzos diplomáticos para poner fin a la Guerra en Ucrania. Un alto el fuego tendría un efecto ligeramente bajista sobre los precios de las materias primas energéticas, al menos a corto plazo, cuya intensidad dependerá de las condiciones para el retorno de Rusia a los mercados. El impacto positivo del shock de oferta (y de la reducción de la incertidumbre) en la economía de la UE sería limitado, ya que el crudo ruso no se importa desde el inicio de la guerra y las compras de gas natural se han reducido significativamente en los últimos años. De hecho, el objetivo es que, para 2027, la UE esté totalmente desvinculada de la energía rusa. Por tanto, el fin del conflicto serviría para compensar el efecto negativo de los aranceles americanos y apuntalar el crecimiento europeo en la parte alta de la banda del 1%-1,5%, aunque lo importante para la actividad a medio plazo será el plan de reconstrucción de Ucrania (casi 500.000 millones de euros según estimaciones del Banco Mundial) y su financiación (nada clara en estos momentos). En el lado de la política monetaria, los efectos a corto plazo sobre la inflación de un shock de oferta de intensidad baja no deberían cambiar la hoja de ruta del BCE, una vez que las expectativas de precios parecen sólidamente ancladas en el 2% y los tipos se encuentran en zona neutral, donde es más fácil armonizar las diferentes sensibilidades existentes en el seno del Consejo de la autoridad monetaria europea.

Pero, si es muy importante el potencial transformador de una geopolítica sometida tanto a los dictados de la transaccionalidad como a los de la geometría variable en las relaciones internacionales, no le va a la zaga el ligado al desarrollo de la IA. Como destaca Giuliano da Empoli en su último libro (La hora de los depredadores), si el gran dilema que

afrontamos en el siglo xx fue la relación entre el Estado y el mercado, en el siglo xxi la decisión es entre el hombre y la máquina y, en concreto, qué aspectos de nuestra vida hay que reservar a la inteligencia humana, frente a los que se deben confiar a la IA. En este contexto, durante el último año, abstraídos por el huracán Trump, hemos pasado por alto una aceleración sin precedentes en la inversión en IA, que se está erigiendo en el principal motor de crecimiento en EE. UU. La inversión en tecnología en EE. UU., considerando la destinada a software, equipos informáticos, centros de datos y la utilizada en instalaciones de generación eléctrica para alimentar todo el proceso, se aproximará este año a los 1,4 billones de dólares (casi un 5% del PIB), muy por encima del 3,1% medio dedicado a estas partidas desde la década de los setenta. Y más de un 25% de esta inversión la han realizado los cinco grandes hiperescaladores. La pregunta es cuánto tiempo tardaremos en ver los efectos sobre la productividad, además de cuán intensa será la sustitución de factor trabajo por capital a corto plazo.

Con todos los principales jugadores acelerando sus apuestas ante el miedo a que el primero en la meta se lleve toda la recompensa, es el momento para que Europa acelere las decisiones estratégicas (InvestIA o Plan de Acción para la IA) en su posicionamiento en la cadena de valor, teniendo en cuenta su debilidad actual tanto en la primera etapa de esta (hardware/semiconductores) como en capacidad computacional. La respuesta europea debería combinar nuevas iniciativas de inversión, mejora de la regulación y refuerzo de competencias, con el objetivo de cerrar brechas con EE. UU. y reducir dependencias.

La realidad es que estamos presenciando no solo un ciclo tecnológico o una posible burbuja de valoración, sino una gran movilización de capital en tiempos de conflicto. El auge de la IA se ha convertido en el moderno Proyecto Manhattan: una carrera en la que la computación reemplaza al uranio y las redes eléctricas sustituyen a las plantas de enriquecimiento. Por tanto, y pese a las debilidades financieras, éticas o de sostenibilidad del proceso, vamos a ver una aceleración de este a corto plazo, pues la apuesta no va solamente de beneficios o rentabilidad, sino de hegemonía y liderazgo de la economía mundial a medio plazo. Nada que ver con la burbuja puntocom. Momento para pasar de las musas al teatro, siendo capaces de diferenciar la transformación estructural en curso de las meras apuestas financieras.