Perspectivas inciertas para un 2022 condicionado por las presiones inflacionistas

El estallido de la guerra en Ucrania ha eclipsado las positivas perspectivas que preveíamos para la economía española en este 2022. Si bien a finales del año pasado ya habían aparecido en escena algunos factores que restaron dinamismo a la recuperación económica, el conflicto armado ha pasado a ser el principal foco de atención y el mayor condicionante de la evolución económica a corto plazo.

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25 de marzo de 2022
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  • El estallido de la guerra en Ucrania ha eclipsado las positivas perspectivas que preveíamos para la economía española en este 2022. Si bien a finales del año pasado ya habían aparecido en escena algunos factores que restaron dinamismo a la recuperación económica, como la propagación de la variante ómicron, las distorsiones en las cadenas de abastecimiento globales y las presiones inflacionistas, sobre todo de los precios energéticos, el conflicto armado en Ucrania ha pasado a ser el principal foco de atención y el mayor condicionante de la evolución económica a corto plazo. Aún es pronto para saber el alcance y la repercusión del conflicto sobre la economía española y el sector agroalimentario en particular, pero, sin lugar a duda, el principal canal de impacto es el aumento de los costes energéticos. 
  • En este sentido, se puede afirmar que llueve sobre mojado. En 2021, la capacidad productiva del sector agroalimentario se vio muy presionada por el alza de los costes de producción (energía, fertilizantes y piensos), un aspecto ligado a los cuellos de botella y a las presiones inflacionistas de alcance más global mencionados anteriormente. El conflicto de Ucrania supone un nuevo shock energético y retrasará la normalización del funcionamiento de las cadenas de valor global. 
  • El impacto por el canal exportador será limitado, puesto que el peso del mercado ruso ya se había reducido drásticamente desde 2014 por el «veto ruso» a la importación de productos agrícolas europeos (las exportaciones agroalimentarias a Rusia y Ucrania apenas supusieron el 0,4% y el 0,3% del total en 2021, respectivamente). Sin embargo, el sector sufrirá un notable impacto de forma directa por el fuerte encarecimiento de ciertos insumos procedentes del «granero de Europa». En concreto, el 27% y el 62% de las importaciones de maíz y de aceite de girasol, respectivamente, proceden de Ucrania, y Rusia es un proveedor importante de abonos minerales. Además, la guerra está generando un fuerte aumento del precio de las materias primas agrícolas que también afectará de forma muy destacable al sector agroalimentario.
  • Si ponemos el foco en el medio plazo, las expectativas están puestas en los fondos Next Generation EU (NGEU), que deben suponer un revulsivo para la inversión en innovación y la transformación digital, y ello ayudará a consolidar la elevada competitividad internacional de la que goza el sector agroalimentario español. Prueba de ello es la excelente cifra de exportaciones agroalimentarias en 2021 que, con un aumento del 11,2%, batió un nuevo récord y alcanzó los 59.000 millones de euros.
  • Por el lado de la demanda, se espera una plena normalización de los patrones de consumo de alimentos, dentro y fuera del hogar, a medida que la situación sanitaria se normalice. Así lo reflejan los datos internos de pagos con tarjeta en terminales de punto de venta (TPV) de CaixaBank: el gasto de los españoles en supermercados sigue siendo elevado y el gasto en restauración ya supera el nivel precrisis. En este ámbito preocupa que un incremento persistente de los precios de los alimentos acabe mermando el poder adquisitivo de los consumidores y el consumo real. Por otra parte, esperamos que la recuperación del turismo internacional apoye el gasto en restauración de los extranjeros, un segmento que todavía muestra un importante gap respecto a las cifras precrisis. 
  • La sequía de este invierno ha puesto de manifiesto uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el sector: mejorar el uso de los recursos hídricos ante un escenario de mayor escasez de agua, un aspecto que analizamos con detalle en el segundo artículo de este informe. En efecto, el cambio climático requiere un ingente esfuerzo para adaptar el regadío español a las nuevas circunstancias y, en este sentido, las inversiones de los fondos NGEU serán un gran apoyo para modernizar los regadíos, con el objetivo de promover el ahorro de agua y la eficiencia energética. 
  • En el último artículo de este informe analizamos en profundidad el sector oleícola, un sector con una arraigada tradición en nuestro país y del que somos gran potencia productora y exportadora a nivel global (producimos el 46% del aceite de oliva mundial). El sector no debe desdeñar esfuerzos para diferenciar y poner en valor un producto cada vez más demandado por su calidad y sus excelentes propiedades.