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Resumen ejecutivo. Expansión, resiliencia y nuevos desafíos para el agroalimentario español

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30 de septiembre de 2025

El sector agroalimentario español presenta en 2025 un marcado tono expansivo y consolida la senda de crecimiento iniciada a mediados de 2023, tras superar los desafíos derivados de la guerra en Ucrania y una prolongada sequía. Así, la contención de los costes de producción, la mejora de las condiciones meteorológicas y el repunte de la demanda están favoreciendo un incremento sostenido tanto de la producción como de las exportaciones, que ya se sitúan en niveles prepandemia. La industria agroalimentaria también muestra una tendencia muy favorable, en la que destacan la reactivación de la producción y el dinamismo de su mercado laboral. No obstante, persisten retos de calado, como la mejora de la resiliencia del sector ante la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos y el creciente proteccionismo comercial, que podrían condicionar la evolución del sector en los próximos trimestres.

En este contexto de recuperación, pero también de grandes retos, las exportaciones agroalimentarias españolas mantienen un notable dinamismo. En el primer semestre de 2025, crecen un 5,0% en volumen y un 5,6% en valor, superando ampliamente el crecimiento del conjunto de bienes exportados. España se consolida así como la cuarta potencia exportadora agroalimentaria de la UE y la octava a nivel mundial, con una cuota del 3,4%. Este avance se apoya en la recuperación de la producción tras la sequía, una demanda internacional sólida y una elevada competitividad. Sin embargo, la evolución no está exenta de riesgos: la caída de precios en algunos productos clave, como los aceites y las grasas, el estancamiento del volumen exportado de frutas, y el impacto del giro proteccionista en mercados como el Reino Unido, EE. UU. y China, obligan a reforzar la estrategia de diversificación geográfica y comercial.

El sector agroalimentario español se enfrenta a un entorno comercial más complejo, con nuevas barreras arancelarias, especialmente en EE. UU. y China, que afectan a productos sensibles como el aceite de oliva, los lácteos y las hortalizas. Aunque la exposición directa es limitada, algunos productos presentan una alta dependencia de estos mercados. En este escenario, el acuerdo comercial entre la UE y Mercosur emerge como una oportunidad estratégica para abrir nuevos canales de exportación, especialmente en productos como frutas, vino, porcino y aceite de oliva. No obstante, también plantea desafíos competitivos en sectores como la carne de vacuno o el azúcar, por lo que será clave una adaptación ágil del tejido empresarial.

A nivel interno, el sector agroalimentario sigue siendo un pilar económico y territorial. Aunque su peso en el valor añadido bruto (VAB) nacional ha descendido ligeramente en las últimas décadas –del 5,5% en los 2000 al 4,9% en 2022–, mantiene una relevancia estratégica gracias a su papel como impulsor de la competitividad internacional, la cohesión territorial y la autonomía estratégica. En nuestra estimación del VAB del sector agroalimentario (sector primario e industria de los alimentos y bebidas) se analizan las diferencias regionales. Entre muchas conclusiones –como el liderazgo de Andalucía, Castilla y León y Cataluña en la aportación al sector–, observamos que el sector es especialmente importante en las economías de Extremadura, La Rioja y las dos Castillas, y constatamos una tendencia creciente hacia la industrialización, con un progresivo aumento del peso de la transformación alimentaria respecto al primario, especialmente en regiones como Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana.

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