
Dimensión empresarial y brechas de productividad en la UE
Las small mid-caps podrían beneficiarse de una regulación más proporcionada que facilite el salto de escala en el tejido productivo europeo, una idea sobre la que el informe Draghi hizo hincapié para recuperar competitividad a escala global.
La Comisión Europea propuso en mayo la definición de una nueva categoría empresarial según su dimensión, las denominadas small mid-caps. Estas empresas, con entre 250 y 750 trabajadores y una facturación anual de entre 50 y 150 millones de euros, se sitúan en la transición entre las medianas y las grandes. El objetivo es que puedan beneficiarse de una regulación más proporcionada que facilite el salto de escala en el tejido productivo europeo, una idea sobre la que el informe Draghi hizo hincapié para recuperar competitividad a escala global. La menor dimensión empresarial es especialmente acusada en algunos países de la UE, como Grecia, Italia, Portugal y España. En este artículo, nos centramos en la lectura que este hecho diferencial puede tener sobre las disparidades en productividad, con las que el tamaño empresarial guarda una relación positiva.
La asociación positiva entre tamaño y productividad
Las diferencias de productividad entre países pueden deberse bien a divergencias en las condiciones generales de eficiencia de una economía –como el marco institucional o legal–, bien a estructuras productivas con distintas características, ya sea a nivel sectorial o empresarial.1 Mediante una sencilla descomposición estadística, podemos aproximar la contribución de cada uno de estos elementos a las diferencias de productividad entre países europeos y con el conjunto de la UE (véase el primer gráfico).2 Así, por ejemplo, dentro de las cuatro grandes economías, Alemania y Francia muestran una caracterización similar: su productividad por persona empleada3 supera el promedio europeo gracias a una distribución concentrada en empresas de mayor tamaño que en el resto de la UE, aspecto asociado a una mayor productividad (véase el segundo gráfico).4
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Véanse entre otras referencias: Bartelsman, E. J. y Doms, M. (2000), «Understanding productivity: Lessons from longitudinal microdata»; Melitz, M. J. (2003), «The impact of trade on intra-industry reallocations and aggregate industry productivity», y Restuccia, D. y Rogerson, R. (2017), «The causes and costs of misallocation».
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La productividad de un país puede expresarse como el promedio de la productividad en cada par sector-tamaño empresarial ponderado por el número de empleados en dicho par. De esta forma, la diferencia de productividad entre dos países puede descomponerse en la contribución de las diferencias en: i) el porcentaje de empleo por tamaño empresarial dentro de un sector, ii) el porcentaje de empleo por sector y iii) el nivel de productividad para cada par sector-tamaño empresarial. La formulación completa puede consultarse en el capítulo 7.2 en Bauer, P. et al. (2020), «Productivity in Europe: Trends and drivers in a service-based economy».
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Según la definición de Eurostat, el número de personas empleadas de una empresa incluye los trabajadores por cuenta ajena, los propietarios y socios que trabajan, y los trabajadores familiares no remunerados.
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El debate sobre la causalidad entre tamaño empresarial y productividad no está cerrado y pueden encontrarse referencias en ambas direcciones. Así, por ejemplo, el estudio de Moral-Benito, E. (2016), «Growing by learning: firm-level evidence on the size-productivity nexus» defiende para España que el bajo crecimiento de la productividad se encuentra detrás de una distribución sesgada a empresas de menor tamaño y no viceversa.


En cambio, este factor tiene una contribución negativa en España y, especialmente, en Italia. En el caso español, además, la composición sectorial también resulta desfavorable, mientras que en Italia el mayor peso de empresas más pequeñas (y menos productivas) se compensa con niveles generales de productividad superiores a la UE. Entre otros Estados miembros, destacan Portugal y Grecia, para los que los tres componentes –estructura sectorial, tamaño empresarial y eficiencia general– contribuyen de forma significativa a explicar una productividad notablemente inferior a la del promedio europeo.
Las empresas grandes y de manufacturas claves para la innovación
Una medida estándar de tamaño empresarial es la ratio entre el número de personas empleadas y el número total de empresas. Sin embargo, esta métrica introduce un sesgo considerable cuando la presencia de autónomos o microempresas en el tejido productivo es amplia y centra el foco en la parte baja de la distribución. Una alternativa, consistente además con la descomposición previa de productividad, es calcular el tamaño medio ponderado por el porcentaje de personas empleadas en cada categoría, que nos acerca más a la capacidad productiva real de la economía. A modo de ejemplo, si una economía cuenta con 100 empresas de un trabajador y una empresa de 100 trabajadores, la primera medida nos daría una dimensión promedio de 1,98 y la segunda de 50,5; una diferencia sustancial.
Para los países antes analizados, el tamaño medio ponderado de las empresas en Francia es el más elevado con 750 personas empleadas, seguido a cierta distancia por Alemania con 530 y España con 400, mientras que no superan las 300 en Italia y Portugal; Grecia cierra con menos de 150 (véase el tercer gráfico). Las diferencias por sectores son también notables y presentan una dimensión sensiblemente superior al promedio los servicios administrativos y auxiliares, las actividades de transporte y logística, y los servicios de información y comunicación, mientras que el tamaño es en general inferior en empresas de construcción, hostelería y actividades profesionales y técnicas.5 En cuanto a la dispersión por países dentro de un mismo sector, las mayores diferencias se encuentran en los sectores de manufacturas y de servicios de transporte, con un tamaño promedio en Alemania y Francia que más que duplica los registros en los otros Estados miembros considerados. En estos casos parece que la mayor dimensión de estas economías permitiría explotar la importancia que tiene la escala en ambos sectores.
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Sobre las diferencias de tamaño empresarial medio por sectores, puede consultarse Berlingieri, G., Calligaris, S. y Criscuolo, C. (2018). «The productivity-wage premium: Does size still matter in a service economy?», AEA Papers and Proceedings.

En el caso de las manufacturas, más allá de la asociación positiva entre tamaño y productividad que hacíamos antes, la divergencia en dimensión empresarial tiene también una lectura en términos de innovación y progreso tecnológico para el conjunto de la economía. Así, el porcentaje de valor añadido que dedican las empresas a gasto en investigación y desarrollo varía de forma sustancial según su tamaño, observándose los mayores saltos entre el segmento de microempresas y el de pequeñas empresas, así como entre el segmento de las medianas y las grandes (véase el cuarto gráfico). Para el conjunto de la UE, las empresas de mayor tamaño ejecutan dos tercios del gasto en I+D, con cerca del 80% de financiación proveniente del propio sector empresarial y con las actividades manufactureras como principal sector inversor (un 60% en la UE y por encima del 80% en Alemania).

En busca de un buen equipamiento para escalar
La asociación positiva entre tamaño empresarial y productividad avalaría la reducción en la carga regulatoria propuesta en mayo por la Comisión Europea para facilitar el salto de escala en el tejido productivo, suavizando el efecto discreto que tienen las regulaciones en función de la dimensión de la compañía.6 Más allá de este elemento, y a la luz de las grandes diferencias que persisten entre Estados miembros y para el conjunto de la UE respecto a EE. UU., este paso debería complementarse con una batería adicional de medidas a nivel nacional y comunitario. Así, entre los factores que condicionan la distribución de empresas por tamaño, se ha señalado el papel significativo que juega el marco institucional, con la eficiencia judicial y gubernamental como factor especialmente favorable para aumentar la dimensión empresarial, en mayor medida en actividades innovadoras e intensivas en capital.7 En este sentido, los países con un mayor peso de las empresas de reducido tamaño presentan peores indicadores en aspectos como la calidad regulatoria o la protección de los derechos de propiedad.8 Por otro lado, a nivel comunitario, siguiendo el camino marcado por los informes Letta y Draghi, la Brújula de la Competitividad presentada en enero por la Comisión tiene entre sus grandes prioridades avanzar en una mayor integración del mercado único, incluidos los mercados de capitales.9 Al eliminar los obstáculos que condicionan su fragmentación, se favorece la actividad transfronteriza de las empresas europeas y se facilita un salto de escala que para algunos sectores es crucial para competir globalmente. Detrás de este elemento, se encuentra también el debate que ya se ha iniciado en la UE sobre una posible revisión de las normas de competencia, en las que la discusión política buscará un difícil equilibrio entre eficiencia y bienestar.
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Véase Guner, N., Ventura, G. y Xu, Y. (2008). «Macroeconomic implications of size-dependent policies», Review of Economic Dynamics, volumen 11, capítulo 4.
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Véase Kumar, K. B., Rajan, R. G. y Zingales, L. (1999). «What determines firm size?», NBR, Working Paper 7208.
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Bauer, P. et al. (2020), «Productivity in Europe: Trends and drivers in a service-based economy», incluyen, en su capítulo 7.2, un análisis con múltiples variables institucionales y diferentes definiciones de tamaño empresarial.
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Véase el Focus «Una vuelta de tuerca en las prioridades políticas de la UE» en el IM04/2025.



