¿A qué se debe la caída del comercio en Asia?

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8 de abril de 2016

La imponente caída del 25,4% interanual que registraron las exportaciones chinas en términos nominales el pasado mes de febrero ilustra el deterioro del comercio internacional en el Asia emergente. En particular, y en términos reales, retrocedió casi un 4% en 2015, en contraposición al avance del 0,6% que anotó el total mundial.1 Se rompe, así, el patrón de crecimiento de hace apenas unos años, cuando el comercio de los emergentes asiáticos crecía en promedio a una tasa anual del 10,9% y duplicaba un ya sólido 5,4% global (véase el primer gráfico).2 Una de las preguntas que plantea esta ruptura es si se trata de una di­­námica pasajera o si obedece a factores de carácter estructural.

La entrada de China en la Organización Mundial del Co­­mercio en 2001 marcó un antes y un después en el papel que desempeñaba el Asia emergente en el comercio internacional. En este contexto aperturista, se desarrolló una importante cadena de valor cuyo eje central ocupó China. El elevado grado de fragmentación de dicha cadena propició un fuerte aumento de los flujos comerciales entre los países de la región.3 Así, la cuota del Asia emergente en el total de flujos comerciales mundiales, que en la década de 1990 apenas creció del 6% al 8%, pasó a rozar el 17% en 2010. Hoy la cifra se sitúa en torno al 19% y al­­can­­za el 26% si añadimos los países avanzados de la re­­gión (como Japón o Corea) que también forman parte de este peculiar entramado industrial y comercial.4

Sin embargo, si en la década de los 2000 el impulso de China fue clave en el despegue del comercio en Asia, en la actualidad las transformaciones que sufre el país explican buena parte de la desaceleración comercial de la zona. En particular, el comercio asiático con China se enfrenta a una triple encrucijada. En primer lugar, el país ha aumentado la integración de la cadena productiva de sus exportaciones, lo cual ha supuesto una menor demanda de insumos intermedios de sus vecinos. La ralentización de la demanda interna del gigante asiático y el mayor peso del sector servicios en un contexto de cambio de modelo productivo son los otros dos elementos que pesan en la debilidad comercial asiática. Así, el crecimiento de los servicios, mucho menos comerciables que el resto de productos, se ha situado cerca del 11% anual en los últimos tres años, frente al 4% de las manufacturas (véase el se­­gundo gráfico).5

La naturaleza estructural de estos tres factores sugiere que parte del descenso del ritmo de crecimiento de los flujos comerciales asiáticos no es transitorio. Además, en los últimos meses se ha unido a esta menor pujanza el impacto de la volatilidad financiera global, especialmente intensa en la zona asiática por las dudas sobre el crecimiento de China. A medida que la incertidumbre vaya remitiendo, los flujos comerciales recuperarán el pulso, pero no deberíamos esperar que vuelvan a mostrar el brío de los años 2000-2007.

1. Según datos del CPB World Trade Monitor. Solo considera el comercio de manufacturas y computamos el avance con el promedio de los flujos de importaciones y exportaciones en volumen.

2. Promedio anual entre 2000 y 2008 (antes de la fuerte caída del comercio).

3. Para más detalles sobre la cadena de valor global asiática, véase CaixaBank Research, «China, en el centro de la Fábrica Asia», IM06/2014.

4. Según datos del FMI (DOTS) para las exportaciones de bienes en términos corrientes (medidos en dólares).

5. Véase IIF, «EM Asia: The Trade Engine Has Broken», 11 de febrero de 2016.

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