Las políticas económicas implementadas durante la pandemia han amortiguado el impacto de la crisis sobre la situación financiera de las familias. Por un lado, se ha evitado una mayor caída de los ingresos de los hogares, mientras que, por otro lado, la política monetaria acomodaticia del BCE ha propiciado una reducción de los pagos por intereses de la deuda. Un análisis detallado del esfuerzo que realizan los hogares para pagar su hipoteca, a partir de los datos internos de CaixaBank, debidamente reponderados para ser representativos de la población española, muestra que las medidas han conseguido reducir el esfuerzo hipotecario durante la pandemia en la mayoría de los hogares, si bien todavía siguen existiendo bolsas de vulnerabilidad entre los hogares de renta baja.
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La economía española mantiene un tono positivo en el arranque de 2025 impulsada, sobre todo, por la reactivación de la demanda interna. Aunque se espera un crecimiento algo más suave que el pasado año, el descenso de la inflación y de los tipos de interés actuarán como importantes puntos de apoyo ante un contexto internacional marcado por la incertidumbre. El Indicador Sectorial de CaixaBank Research refleja este dinamismo en los primeros meses del año y recoge un aumento del número de sectores en fase de expansión, aunque hay cierta heterogeneidad.
La plena recuperación del gasto turístico internacional en España esconde cambios importantes en la estructura de la demanda por regiones de procedencia. Utilizando datos de pagos con tarjetas extranjeras en los TPV de CaixaBank, debidamente agregados y anonimizados, observamos que Europa Occidental sigue siendo el principal emisor de turistas, y que América del Norte y Latinoamérica incrementaron de forma notable su peso sobre el gasto extranjero. En contraste, la recuperación del turismo de Oriente Próximo y Asia y Oceanía ha sido más dispar, afectada por factores geopolíticos y económicos. En conjunto, unas perspectivas de crecimiento estables pero robustas en 2024-2025 apuntan a que la evolución del turismo internacional en España seguirá siendo positiva.
La situación actual de la economía española es muy compleja debido a la pandemia. El caso del comercio minorista no es una ninguna excepción, aunque está mostrando una resiliencia notable, habida cuenta de todas las restricciones en los horarios de apertura y aforos que se han adoptado para frenar la pandemia. Según revelan los indicadores de demanda y empleo del sector, la actividad del comercio minorista se sitúa cerca, aunque por debajo, del nivel pre-COVID. A pesar de ello, el análisis de los datos internos de CaixaBank revela una gran heterogeneidad entre empresas grandes y pequeñas, y entre diferentes ramas de actividad, confirmando que la plena recuperación todavía no se ha alcanzado.
Después de un año 2022 en el que la demanda de vivienda ha batido todas las expectativas, en 2023 prevemos que el número de compraventas experimente un ajuste significativo, principalmente por el impacto del aumento de los tipos de interés. El precio de la vivienda, que suele responder con algo de retraso tras la caída de la demanda, se ralentizará de forma notable, pero esperamos que mantenga una tasa de crecimiento ligeramente positiva en 2023 (aunque sí se ajustará en términos reales, debido a la elevada inflación). La oferta de vivienda, que es insuficiente para cubrir la demanda estructural por formación de hogares, seguirá siendo muy limitada debido a la ralentización económica, los elevados costes de construcción y el descenso de la demanda.
El sector de la restauración mantiene su buena racha en 2025, con un crecimiento sólido del gasto, gracias al empuje del turismo nacional e internacional. Aunque el ritmo se modera respecto a años anteriores, los datos muestran una clara resiliencia, incluso tras el apagón eléctrico del 28 de abril, que supuso un golpe puntual para la facturación.
En 2024, el PIB turístico experimentó otro año de crecimiento notable, con un aumento estimado del 6% en términos reales, aproximadamente el doble del crecimiento del total de la economía. Este desempeño respondió a un incremento significativo en el número de turistas extranjeros y de su gasto medio, impulsado por la recuperación del turismo británico y de larga distancia. Por otro lado, el turista español ha vuelto a viajar al exterior, retomando los niveles prepandemia. En este contexto favorable, el sector hotelero sigue disfrutando de una demanda muy robusta, que le ha permitido seguir aumentando los niveles de ocupación y de rentabilidad hasta nuevos máximos. De cara a 2025, el sector turístico español crecerá a un ritmo algo más moderado, pero todavía cuenta con importantes palancas para seguir expandiéndose y esperamos que siga siendo uno de los principales apoyos al crecimiento del conjunto de la economía.
Los indicadores muestran que el ritmo de crecimiento del sector turístico español se está normalizando tras los excepcionales registros de 2022-2024, impulsados por la recuperación pospandemia y el consiguiente repunte del consumo de servicios. Las tendencias observadas a finales de 2024 se prolongan en 2025: el sector mantiene su atractivo para un creciente número de turistas internacionales, mientras que el turista residente pierde presencia en los destinos locales y gana protagonismo en el extranjero. Aun así, este año el sector volverá a ser clave para la economía española. Según nuestras previsiones, el PIB turístico crecerá un 2,7%, gracias al sólido arranque de año, al aumento de la renta disponible de las familias, a la reactivación de algunas economías europeas y a la moderación de la inflación turística.
Los costes de la construcción en España se han incrementado significativamente desde enero de 2021, un alza que se inició por la fuerte reactivación de la demanda global ante la reapertura de la economía tras la pandemia, pero que se acentuó con el estallido de la guerra en Ucrania. En los últimos meses, sin embargo, el precio de los metales industriales en los mercados internacionales ha descendido de forma marcada y los mercados de futuros apuntan a una cierta estabilización de las cotizaciones. En este contexto, es de esperar que los costes de los materiales de la construcción en España se moderen en 2023.
El fuerte crecimiento del sector turístico en los últimos años, junto con los nuevos hábitos de consumo tras la pandemia, ha propiciado una extraordinaria recuperación del sector de la restauración español tanto en la creación de empleo como en la facturación. Además ha logrado obtener un notable reconocimiento y prestigio a nivel internacional, al tiempo que desempeña un papel fundamental en nuestro país como promotor de cohesión social y territorial.
El Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la economía española puede ser un importante catalizador para el sector inmobiliario. Con la ayuda de los fondos europeos, el Gobierno prevé rehabilitar medio millón de viviendas entre 2021 y 2023, con la finalidad de mejorar su eficiencia energética y contribuir así a alcanzar los objetivos de descarbonización acordados. Por otra parte, los Presupuestos Generales del Estado contemplan un notable incremento de la dotación destinada a aumentar el parque de vivienda social en alquiler, una política muy necesaria ante el agravamiento de los problemas de asequibilidad de
los alquileres para los grupos de población más vulnerables.
El aumento de los tipos de interés que están llevando a cabo los bancos centrales en su lucha contra la inflación está generando preocupación por el impacto que el endurecimiento de las condiciones financieras pueda tener sobre los mercados inmobiliarios. En muchas economías desarrolladas, el precio de la vivienda ha subido de forma muy significativa en los últimos años, una tendencia que se aceleró durante la pandemia y que ha avivado el temor de que se hayan formado burbujas inmobiliarias. En este contexto, en varios países las autoridades han puesto en marcha una serie de instrumentos macroprudenciales para enfriar el mercado. En España, el riesgo de burbuja inmobiliaria parece contenido.
Las disrupciones en las cadenas globales de suministros, presentes en los mercados desde finales de 2020 por la reactivación de la demanda tras las peores fases de la pandemia, y más tarde por los efectos de la guerra en Ucrania y por la persistencia de la COVID-19 en Asia, condicionaron la actividad en algunas ramas manufactureras a lo largo de la segunda mitad de 2021 y, sobre todo, en 2022. En algunos sectores, los episodios más intensos de dificultades en el comercio internacional obligaron a recortar la producción de manera puntual, o incluso a paralizarla. Como es lógico, sufrieron más las industrias más dependientes de la importación de materias primas o de bienes intermedios para sus procesos productivos, así como aquellas con una mayor complejidad en sus cadenas de valor.
El fuerte crecimiento que ha experimentado el turismo internacional en España está teniendo un impacto muy positivo sobre el crecimiento de la economía y del empleo. Sin embargo, también está generando efectos sobre la población residente que no siempre son positivos, como refleja el aumento de la congestión por la elevada afluencia de turistas en determinados puntos de la geografía española. Ello ha reavivado el debate sobre la necesidad de avanzar hacia un turismo de más calidad.
A partir del análisis del crecimiento del consumo desde mayo de 2021, cuando finalizó el último estado de alarma, observamos que el gasto en transporte, y sobre todo en ocio y restauración y en turismo, se recuperó con especial vigor. Así pues, los sectores más perjudicados por las restricciones (la mayoría todavía vigentes en el 1T 2021) son los que más se están recuperando. En cambio, los bienes duraderos (muebles, textil, etc.) se han beneficiado de forma mucho más modesta del repunte del consumo, como se verá más adelante, mientras que el gasto en bienes de primera necesidad ha registrado un retroceso (excepto entre los hogares con menores rentas), debido en parte a que estos bienes son sustituibles por los servicios ofrecidos por la restauración.
Las perspectivas para el conjunto de la economía española están altamente condicionadas a la evolución de las presiones inflacionistas, especialmente las energéticas. El sector primario ya venía sufriendo el alza de los costes de producción y el conflicto bélico en Ucrania no ha hecho más que agravar la situación.
A pesar de la COVID-19, los precios de la vivienda en la mayor parte de las economías avanzadas experimentaron un repunte en 2020, en gran parte ligado a las políticas fiscales y monetarias expansivas introducidas para reactivar la actividad económica.
A partir de datos anonimizados de pagos con tarjetas en los TPV de CaixaBank, hemos analizado si se registran cambios en el gasto turístico y hemos observado que las zonas más cálidas de España tuvieron un crecimiento del gasto turístico más lento entre las temporadas altas de 2019 y de 2023. También analizamos cómo cambia el patrón de gasto de los turistas durante las oleadas de calor.
La pandemia ha puesto de manifiesto el carácter estratégico del sector agroalimentario al desempeñar una actividad esencial para el abastecimiento de alimentos a la población. Así, el sector ha sido uno de los menos afectados por la crisis: el peso del sector primario sobre el total de la economía aumentó y la industria agroalimentaria sufrió un retroceso mucho más suave que el conjunto de la industria manufacturera en el 2T 2020. De manera similar, la evolución del mercado laboral ha sido relativamente favorable y ha registrado una menor destrucción de empleo y una menor proporción de trabajadores afectados por ERTE.
El aumento de los costes de producción a raíz de la guerra en Ucrania está afectando a todos los eslabones de la cadena alimentaria: producción, transformación, distribución y transporte. El impacto está siendo especialmente negativo en el sector primario, que también se ha visto perjudicado por unas condiciones meteorológicas poco favorables, en forma de sequía. El alza de los costes se está trasladando a los precios de los alimentos que paga el consumidor final, lo que está provocando un aumento del gasto en alimentación, en particular entre las familias de rentas más bajas. La nota más positiva la aporta el sector exterior: las exportaciones agroalimentarias siguen creciendo con fuerza en 2022 y los indicadores de competitividad no parecen haberse deteriorado a pesar del alza en los precios.