El sector citrícola es uno de los más importantes del sistema agroalimentario español y líder destacado en los mercados internacionales de exportación. Caracterizado por la atomización de las explotaciones, con las consiguientes dificultades para su modernización, debe afrontar importantes retos y desafíos. En particular, la fuerte competencia de terceros países, en un momento de intenso repunte de los costes de producción, acentuado por la prolongada sequía y la guerra de Ucrania. En todo caso, a la vista de las cifras, la citricultura española sigue siendo la más competitiva del mundo, gracias a la vitola, ganada a pulso, de producto de la más alta calidad y con las máximas garantías sanitarias.
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Una de las variables que más impacto tiene en las decisiones de consumo son los precios, que cayeron en España un 0,3% en el conjunto de 2020 según datos oficiales.25 No obstante, los cambios en los patrones de consumo fueron muy pronunciados el pasado año, y ello hizo muy difícil medir con precisión la cifra a la que realmente se enfrentaron los consumidores. Estimaciones propias basadas en datos internos de alta frecuencia sugieren que esta fue algo superior, del 0,1%.26 Además, la inflación no afectó a todos por igual e hizo distinciones según la edad y los ingresos.
- 25Analizamos la inflación mediante el índice de precios de consumo armonizado (IPCA) elaborado por el INE.
- 26Otros trabajos que también utilizan datos de alta frecuencia encuentran una diferencia respecto al dato oficial de inflación entre abril y diciembre de 2020 de 0,06 p. p., 0,30 p. p. y 0,58 p. p. para los casos de Reino Unido, Canadá y EE. UU., respectivamente, y entre abril y septiembre de 2020 de 0,60 p. p. para Francia (en nuestro estudio para España, la diferencia estimada para ambos periodos es de 0,58 p. p. y 0,67 p. p., respectivamente). Véase «Consumption shifts and inflation measurement during COVID-19». OECD, Statistical Insights (2021).
El sector agroalimentario español sigue mostrando una notable fortaleza y se ha consolidado como principal motor exportador del país, gracias a una coyuntura favorecida por un aumento de precios contenido y la recuperación de la demanda. España se posiciona como la cuarta potencia exportadora de la UE y la octava a nivel mundial, con una cuota del 3,4%. Además, acumula casi tres décadas de superávits comerciales, equivalentes al 1,2% del PIB en 2024. Pese al complejo entorno internacional, marcado por las tensiones geopolíticas y el proteccionismo, el crecimiento que registraron las exportaciones agroalimentarias en el primer semestre de 2025, tanto en volumen como en valor, auguran un buen año para el sector.
El sector agroalimentario ha mantenido un desempeño muy positivo desde los meses más críticos de la pandemia. La producción del sector primario sigue en niveles elevados, la industria alimentaria se está recuperando de la contracción que experimentó en 2020 y los indicadores de demanda muestran una gradual normalización de los patrones de consumo de alimentos, dentro y fuera del hogar. Además, destaca el excelente comportamiento de las exportaciones agroalimentarias, palanca de crecimiento que seguirá siendo clave para el futuro del sector.
A cierre del mes de noviembre, la mejora de la situación del sector turístico era palpable. Se consolidaron las buenas cifras del verano gracias a que se consiguió estirar la temporada en los meses de octubre y parte de noviembre. Esta buena tendencia se ha enturbiado con la irrupción de la nueva ola de COVID-19 en España, ligada a la variante ómicron. Sin embargo, una vez se estabilice dicha ola, cabe pensar que el sector volverá a la senda de la recuperación que venía registrando.
Los datos de los últimos trimestres muestran una creciente evidencia de dos grandes fenómenos: la ralentización del comercio de bienes, pero no de servicios, y la creciente fragmentación del comercio y la producción mundiales. En el epicentro se una China cada vez más relevante en la producción manufacturera global que se está desconectando de Estados Unidos.
Los precios de los alimentos han empezado a moderar su ritmo de crecimiento, pero el alza acumulada desde 2019 es significativa y ha hecho aumentar el peso del gasto en alimentación en la cesta de consumo de los hogares españoles. El descenso de los precios de las materias primas agrícolas y de la energía en los mercados internacionales desde los máximos alcanzados en 2022 debería ayudar a contener los costes de producción agrarios y, con ello, seguir moderando las presiones inflacionistas sobre los alimentos de cara a los próximos trimestres.
Tras el shock que supuso la irrupción de la COVID-19, el tejido empresarial turístico redujo ostensiblemente sus niveles de actividad, destruyendo una gran cantidad de empleo y acogiéndose de manera masiva a los ERTE. En la actualidad, la oferta turística se encuentra inmersa en un proceso de reactivación. La eliminación de las restricciones a la movilidad ha animado a un buen número de establecimientos turísticos a reabrir sus puertas, a pesar de que los niveles de demanda aún se sitúan en cotas reducidas. Con el arranque de la temporada estival, es fundamental que el sector turístico pueda mantener, y gane, su apuesta por la reactivación. Solo
así se logrará volver a generar empleo.
El Indicador Sectorial de CaixaBank Research es un indicador sintético que aglutina la información de 17 variables en un solo indicador. Su frecuencia es mensual y compila datos a partir de enero de 2011. Se calcula para 24 sectores de actividad, entre ellos los cuatro grandes: sector primario, industria manufacturera, construcción y servicios.
Las disrupciones en las cadenas globales de suministros, presentes en los mercados desde finales de 2020 por la reactivación de la demanda tras las peores fases de la pandemia, y más tarde por los efectos de la guerra en Ucrania y por la persistencia de la COVID-19 en Asia, condicionaron la actividad en algunas ramas manufactureras a lo largo de la segunda mitad de 2021 y, sobre todo, en 2022. En algunos sectores, los episodios más intensos de dificultades en el comercio internacional obligaron a recortar la producción de manera puntual, o incluso a paralizarla. Como es lógico, sufrieron más las industrias más dependientes de la importación de materias primas o de bienes intermedios para sus procesos productivos, así como aquellas con una mayor complejidad en sus cadenas de valor.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia del sector agroalimentario como pilar esencial de la economía española. Durante los meses de confinamiento, toda la cadena alimentaria (que incluye agricultores, ganaderos, pescadores, cooperativas e industria alimentaria, mayoristas, comercio minorista, distribución o logística) tuvo que adaptarse rápidamente para garantizar el abastecimiento de alimentos a la población. En retrospectiva, es de justicia destacar la excelente respuesta de todo el sector para superar este reto.
El colapso del turismo en España tras la irrupción de la COVID-19 ha empujado a la industria turística a acometer grandes ajustes en los precios. El sector hotelero ha sido el máximo exponente de esta tendencia: según datos del INE, el precio por habitación y día que cobraron los hoteles en verano de 2020 fue un 16% inferior al del año anterior. No obstante, no parece que esta enorme rebaja en los precios haya jugado un papel determinante en la revitalización de la demanda de algunas regiones. El cambio de preferencias a la hora de viajar que ha traído consigo la pandemia ha comportado que los turistas apuesten por destinos cercanos, familiares y poco congestionados, dando menos prioridad al precio y minorando el efecto llamada de la gran rebaja de precios hoteleros.
David es economista en el Departamento de Economías y Mercados Internacionales. Licenciado en Economía por la Universidad de Castilla-La Mancha y Máster en Economía y Finanzas por el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI). Antes de incorporarse a CaixaBank trabajó como economista en la Comisión Europea, Banco de España, BBVA y Analistas Financieros Internacionales (Afi). Su principal área de estudio es la macroeconomía, con énfasis en los factores de crecimiento a largo plazo, el comercio internacional y las transformaciones estructurales de la economía global.
Anna es asistente de investigación en el Departamento de Economía Española. Es graduada en Economía por la Universitat Pompeu Fabra con mención en métodos cuantitativos avanzados y máster en análisis económico especializado, enfocado en comercio internacional, finanzas y desarrollo por la Barcelona School of Economics.
La industria farmacéutica es un sector clave y estratégico de la economía española, como ha evidenciado la pandemia. En los últimos 25 años, el sector ha ganado una enorme relevancia, convirtiéndose en un importante motor de las exportaciones españolas y de la inversión privada en I+D. A pesar de ello, su capacidad productiva aún tiene margen de mejora. Es deseable que el futuro de la industria española se una más estrechamente a la industria farmacéutica y apueste por su crecimiento, ya no solo por motivos estratégicos, sino por razones puramente económicas, al tratarse de una industria extremadamente competitiva y con gran capacidad de generar empleo de calidad que contribuiría a la modernización de la economía.
La industria de la automoción es un importante motor de crecimiento y prosperidad a nivel mundial, por su contribución social, al facilitar la movilidad de las personas de forma eficiente, segura y asequible, y económica, como motor de innovación, generador de empleo de calidad y pilar del comercio internacional. En el caso de España, se ha convertido en un puntal de nuestra industria y un referente a escala mundial, gracias a una gran capacidad de producción y una elevada productividad, derivada de una mano de obra cualificada y un alto nivel de automatización de las plantas. La crisis económica generada por la pandemia ha hecho mella en un sector que se encuentra en plena transformación tecnológica hacia la electrificación. Una transición necesaria y que contará con un importante apoyo de los fondos Next Generation EU (NGEU).
La tecnología avanza a un ritmo frenético y ofrece a la cadena agroalimentaria numerosas oportunidades para que su producción sea más eficiente y sostenible. Además, la irrupción de la COVID-19 ha puesto de manifiesto que las empresas más digitalizadas pudieron continuar con sus actividades con más facilidad que el resto. En este artículo examinamos el grado de popularidad de las distintas tecnologías digitales que se utilizan en el sector primario y en la industria agroalimentaria a partir del análisis de texto de más de 2 millones de mensajes en la red social Twitter. Todas ellas son imprescindibles para crear un ecosistema conectado que formará la cadena alimentaria 4.0 del futuro.
La sequía de este invierno ha realzado uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el sector agroalimentario español: mejorar el uso de los recursos hídricos ante una perspectiva de mayor escasez de agua.
El sector agroalimentario español ha comenzado a recuperarse tras dos años de deterioro, gracias a la moderación de los costes de producción y de la sequía. Sin embargo, los efectos de ambos shocks todavía persisten, y todavía afronta importantes retos que limitan su capacidad de crecimiento de forma estructural.
Según el nuevo Indicador Sectorial de CaixaBank Research, las ramas más intensivas en energía de la industria manufacturera y el sector agroalimentario son los que más sufrieron en 2023. En el lado opuesto, encontramos la hostelería y la automoción, que mantuvieron una buena evolución.