Buenas perspectivas de la economía estadounidense, con permiso de la inversión

La economía de EE. UU. sigue avanzando a buen ritmo, aunque la inversión empresarial ha mostrado una desa­­ce­­le­­ración acusada en 2019, que no debe preocuparnos, puesto que se produce después de un periodo de fuerte crecimiento espoleado por la reforma impositiva de 2017. Además, la solidez del mercado laboral, las negociaciones comerciales en marcha con China y el giro acomodaticio de la Fed favorecerán la continuidad de la expansión en 2020.

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Clàudia Canals, CaixaBank Research
Clàudia Canals
17 de diciembre de 2019
Bandera estadounidense y cerezos en flor

Desde el pasado julio, EE. UU. se encuentra en la fase ex­­pansiva más larga de su historia. Quizás por eso mismo han aparecido temores a que la siguiente recesión esté a la vuelta de la esquina. Sin embargo, los últimos datos muestran que el PIB del país se mantuvo sólido en el 3T. En concreto, la actividad económica estadounidense creció un 0,5% intertrimestral (2,1% interanual), ligeramente por encima de lo previsto y del potencial del país. Pero, ¿tiene recorrido la buena marcha de la economía de EE. UU.?

El desglose por componentes de demanda del avance del PIB de los últimos trimestres presenta algunos claroscuros que merecen cierta atención. El consumo privado se ha mantenido como el pilar principal del crecimiento es­­ta­­dounidense. Por el contrario, en el 3T, la inversión em­­presarial (no residencial) volvió a contraerse por se­­gundo trimestre consecutivo, empujapda por la caída de la inversión en estructuras y en bienes de equipo (véase el primer gráfico).

Centrándonos en el ámbito de la inversión, hay que poner en contexto su debilidad reciente con el fuerte desempeño exhibido en 2018. En concreto, el fuerte recorte sobre el impuesto de sociedades así como los cambios en las normas contables respecto a las deducciones por los costes de inversión ocurrido a finales de 20171 supuso un acicate a la inversión, que avanzó por encima del promedio histórico durante todo 2018 (véase el segundo gráfico). En este sentido, es en cierto modo natural que 2019 sea un año mucho más contenido en términos de inversión. Aun así, es relevante mencionar que el incremento en la inversión tras los cambios impositivos fue inferior al que habían pronosticado la mayoría de analistas. Del mismo modo, la ralentización durante 2019 ha sido algo superior. Sin duda, las disputas comerciales entre EE. UU. y China iniciadas en 2018 han pesado en el ánimo inversor de las empresas desde entonces.2 Un estado anímico que po­­dría ir a mejor de la mano de las negociaciones que hay en marcha entre ambos países. Aunque, por el momento, algunos de los índices de inversión a futuro elaborados por las distintas Reservas Federales no muestran tal mejora (véase el tercer gráfico), pensamos que esta puede ocurrir en 2020.

Por otro lado, el pasado mes de abril, demócratas y republicanos llegaron a un acuerdo sobre la necesidad de destinar 2 billones de dólares a mejorar las infraestructuras del país (carreteras, puentes, banda ancha...). Sin duda, un incremento del gasto público en infraestructuras de este calado podría arrastrar la inversión privada de forma considerable. Hoy en día, no obstante, estas buenas intenciones todavía no se han concretado en ningún paquete de gasto en infraestructuras, por lo que un cambio de tendencia de la inversión en 2020 de la mano de este acuerdo cada vez parece menos probable.

Finalmente, es necesario constatar que la inversión en propiedad intelectual no solo ha aguantado bien la incertidumbre comercial y geopolítica global, sino que en los dos últimos años ha mantenido un ritmo de crecimiento superior al habitual (con tasas de crecimiento del 8% desde 2018, frente al promedio histórico del 6%). En este sentido, la inversión en propiedad intelectual está menos sujeta a los efectos de la incertidumbre, especialmente en un país como EE. UU., con una legislación sobre protección intelectual muy desarrollada.3 Asimismo, el contraste entre el buen desempeño de la inversión en propiedad intelectual frente a la inversión en estructuras nos sugiere otra posible explicación: puede que la transición hacia una economía cada vez más centrada en los servicios y el conocimiento requiera de un nivel de inversión in­­ferior, además de distinto en composición (véase el cuar­­to gráfico).

En definitiva, la moderación de la inversión es un elemento a seguir, aunque todavía no parece ser preocupante. Además, la solidez del mercado laboral, con una tasa de paro en mínimos desde finales de los sesenta y un ritmo de creación de empleo superior al previsto en una economía en pleno empleo, apoyará el mantenimiento de un consumo privado en niveles considerables. Por último, las negociaciones comerciales en marcha con China y el giro acomodaticio de la Fed de los últimos meses (véase el quinto gráfico) son dos factores más que favorecerán la continuidad de la expansión en 2020, con un crecimiento que estimamos en torno al 1,8%.

1. Tax Cuts and Jobs Act of 2017.

2. Véase Kopp, E., Leigh, D., Mursula, S. y Tambunlertchai, S. (2019). «US Investment Since the Tax Cuts and Jobs Act of 2017». N.º 19/120. International Monetary Fund.

3. Véase Czarnitzki, D. y Toole, A. A. (2011). «Patent protection, market uncertainty, and R&D investment» The Review of Economics and Statistics, 93(1), 147-159.

Clàudia Canals, CaixaBank Research
Clàudia Canals
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