Economía global: la incertidumbre no da tregua

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16 de septiembre de 2019

El shock de incertidumbre no remite. En los meses de verano, lejos de dar un respiro, los principales focos de incertidumbre de los últimos tiempos se han mantenido activos: las tensiones comerciales entre EE. UU. y China se han recrudecido, las complejidades políticas de la UE (Italia, el brexit) no se han disipado y la situación geopolítica global ha sido motivo de alarma (cabe mencionar las complicadas tesituras de Hong Kong e Irán, entre otras). Si a estas dinámicas se les suma la volatilidad de los mercados financieros y unos indicadores que han confirmado en términos generales que el ritmo de actividad es algo peor que el de hace unos meses, la resultante es la intensificación de las dudas sobre la senda futura del crecimiento mundial, cuyo riesgo de ser menor de lo previsto se ha acrecentado.

Escalada de las tensiones comerciales entre EE. UU. y China. Entre los frentes abiertos antes mencionados, el de más calado económico por sus implicaciones globales es el aumento de las escaramuzas comerciales entre las dos principales economías mundiales, que andan al daca y toma. Así, el 1 de agosto, EE. UU. anunciaba por sorpresa, cuando parecía que se encontrase en un punto negociador más constructivo con China, que aplicaría un arancel del 10% sobre 300.000 millones de dólares de importaciones chinas (que entraría en vigor parcialmente en septiembre y totalmente en diciembre). Poco después, China respondía con la aplicación de diferentes aranceles, del 5% al 10% en función del producto, sobre 75.000 millones de dólares de importaciones estadounidenses. Además, el gigante chino permitió que el renminbi se devaluase hasta la zona de los 7 yuanes por dólar. El 23 de agosto, el Gobierno estadounidense anunció un aumento de 5 p. p. (del 25% al 30%) de los aranceles ya vigentes en otros 250.000 millones de dólares de importaciones chinas, con lo que la práctica totalidad de las compras estadounidenses a China estaría gravada por aranceles que no existían hace un año y medio. En definitiva, aunque se sigue esperando que ambas partes alcancen un acuerdo de mínimos probablemente en 2020, el peaje de la incertidumbre ya se está pagando ahora, y ese hipotético acuerdo difícilmente permitirá recuperar totalmente la confianza erosionada.

Se empieza a asumir un crecimiento futuro más bajo. En esta tesitura, la mayoría de los analistas e instituciones han empezado a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para 2019 y para los años siguientes. Por citar un ejemplo significativo, en julio el FMI volvía a reducir sus previsiones de crecimiento mundial y reiteraba los importantes riesgos que rodean la economía global. Así, tras un avance del 3,6% en 2018, según el Fondo, la economía mundial previsiblemente crecerá un 3,2% en 2019 y un 3,5% en 2020, en ambos años 1 décima por debajo de las cifras que manejaba en sus previsiones de abril. La revisión era el resultado de un crecimiento de las economías emergentes inferior al pronosticado tres meses atrás, a causa de la intensificación de las tensiones comerciales, así como de la incertidumbre relacionada con el brexit y de los riesgos tecnológicos (a tenor de las distintas medidas que EE. UU. podría adoptar en relación con las compañías chinas y las múltiples investigaciones a posibles prácticas anticompetitivas de algunos de los grandes gigantes tecnológicos americanos). Tras la acentuación de la incertidumbre en agosto, estas cifras se nos antojan incluso algo optimistas. En consecuencia, en CaixaBank Research prevemos que el crecimiento de 2019 será del 3,0% y del 3,2% en 2020, 2 décimas menos de lo previsto en nuestro anterior Informe Mensual.

ESTADOS UNIDOS

La economía aguanta el tipo… de momento. El PIB de EE. UU. se desaceleró en el 2T, aunque sigue avanzando a un ritmo considerable. Concretamente, la actividad económica estadounidense creció en el 2T 2019 un 0,5% intertrimestral (un 2,1% intertrimestral anualizado, y un 2,3% interanual), claramente por debajo del 0,8% intertrimestral del trimestre anterior. Con todo, es preciso recalcar que el dato del 1T fue excepcionalmente elevado, en especial teniendo en cuenta la fase de madurez en la que se halla la economía estadounidense. En este sentido, este dato es más coherente con el potencial de crecimiento que le asignamos a EE. UU. (ligeramente por debajo del 2,0%). Asimismo, destacó el buen tono del consumo privado, un componente clave y con una elevada inercia, lo que apunta a una desaceleración gradual del crecimiento estadounidense. Los indicadores del 3T sugieren un crecimiento en esa zona del 2,0%, resistiendo bien el puntal del mercado laboral y todo ello en un contexto en el que la ausencia de tensiones en los precios es notoria.

Nubarrones en el horizonte. Con todo, si alejamos la vista de los datos actuales, y proyectamos el impacto esperado de las tensiones comerciales de acuerdo con la estimación que realizaba CaixaBank Research (véase el Focus «La amenaza del proteccionismo en la economía mundial» en el IM07/2019), las previsiones resultantes apuntan a un menor crecimiento de lo esperado también en EE. UU. Así, el impacto teórico de la subida de aranceles puede cifrarse en unas 4 décimas menos de crecimiento en 2019 y 2020, pero es poco probable que se traslade totalmente al ritmo de actividad: en parte por ser 2020 año electoral (con lo cual es verosímil que se arbitren medidas de estímulo fiscal) y en parte porque en verano se tomaron decisiones sobre límites de deuda y presupuestarios que alejan la probabilidad de shocks negativos en este ámbito.

EUROPA

Europa, principal víctima del shock de incertidumbre. Aunque el conflicto principal en materia comercial sea entre EE. UU. y China, por el momento son los países europeos los que, paradójicamente, parecen estar más penalizados por el aumento de la incertidumbre. Así, en el 2T 2019, el PIB avanzó un 0,2% intertrimestral (1,1% interanual), una desaceleración de 0,2 p. p. respecto al 1T. Además, cabe destacar que el PIB de Alemania cayó un 0,1% en términos intertrimestrales (+0,4% interanual) y que el Bundesbank prevé una nueva caída en el 3T. En el resto de los países, la tónica fue de menor crecimiento, si bien no se alcanzaron cotas negativas. El comportamiento de los indicadores de actividad en el inicio del 3T apuntaba a un crecimiento para el conjunto del trimestre similar al del trimestre anterior, aunque los riesgos bajistas se han intensificado.

¿Qué explica el peor tono europeo? La explicación más probable a que el comportamiento de la UE sea distinto al que se observa, por ejemplo, en EE. UU. (que está directamente afectado por las tensiones comerciales) es la elevada sensibilidad europea a los cambios de la confianza global, al ser una zona más integrada internacionalmente que EE. UU. Así lo reflejan las estimaciones del artículo antes mencionado, que constataban que el llamado canal de incertidumbre era prácticamente de igual intensidad en la eurozona que en EE. UU. y China. Un elemento adicional que intensifica los problemas de crecimiento europeos es la incertidumbre estrictamente política, en particular la que afecta a Italia (a pesar de las expectativas de la formación de una nueva coalición de Gobierno, las dudas sobre su duración no se van a despejar fácilmente) y al Reino Unido. Se trata, en todo caso, de dinámicas que, aun siendo idiosincráticas, probablemente también lastran el sentimiento económico en el resto de Europa.

Recesión británica a las puertas del brexit. En el 2T 2019, el PIB descendió un 0,2% intertrimestral, lo que supone un notable retroceso respecto al crecimiento del 0,5% del 1T. En términos interanuales, el crecimiento se desaceleró hasta el 1,2% (1,8% en el 1T). La primera caída del PIB debe interpretarse en el contexto del brexit, ya que en gran medida ha sido consecuencia de la reducción de existencias (se revirtió en parte la acumulación extraordinaria del 1T ante lo que entonces se creyó que sería una salida inminente de la UE) y de la contracción de la inversión, afectada por la incertidumbre reinante. Las perspectivas inmediatas no son halagüeñas, toda vez que la probabilidad de un brexit sin acuerdo ha aumentado tras la elección del nuevo primer ministro Boris Johnson y su línea negociadora dura, tanto con la UE como internamente (aun así, seguimos pensando que se acabará prorrogando el artículo 50 del Tratado de la UE).

RESTO DEL MUNDO

La incertidumbre empieza a lastrar a los emergentes. El ritmo de actividad de los emergentes ha perdido impulso en los meses de verano. Tras un 2018 muy convulso, los emergentes como grupo se habían recuperado en los primeros meses del año, como atestigua la evolución del indicador de actividad del IIF. Sin embargo, a partir de mayo, esa dinámica se trunca, especialmente en su dimensión financiera, cuando se recrudecen las tensiones comerciales. Aunque los datos por países del 2T y de principios del 3T sugieren dinámicas diferenciadas (en consonancia con lo esperado en China; mejor de lo previsto en Turquía y con matices en Brasil; peor de lo previsto en India y México; en plena crisis de deuda en Argentina), el tono general es relativamente gris. En el futuro, el impacto previsible de la guerra comercial sobre el crecimiento chino se cierne como una amenaza para gran parte del bloque emergente.

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