Tendencias globales de los salarios: ¿volveremos a la normalidad tras la crisis?

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Àlex Ruiz
8 de abril de 2014

La evolución de los salarios globales, y en particular el fuerte tirón salarial en ciertos países, suscita posiciones encontradas sobre lo que a veces se ha denominado «el final de la mano de obra barata» en los emergentes. ¿Están fundamentados estos planteamientos? A fin de responder a la pregunta, en el presente artículo compararemos en primer lugar los niveles salariales entre países y después analizaremos su evolución durante el periodo 2000-2011, prestando especial atención a los efectos de la recesión de 2008-2009. Finalmente, para completar esta panorámica a la cuestión de las tendencias globales de los salarios, revisaremos el vínculo entre crecimiento de los salarios y de la competitividad.

El Bureau of Labor Statistics (BLS) estadounidense ofrece una estadística que permite aproximar la cuestión de los niveles salariales relativos. De acuerdo con los datos del BLS, el coste laboral horario total en el sector de las manufacturas de países como Filipinas, Taiwán, México, Polonia o Hungría se situaban en 2012 por debajo de los 10 dólares por hora, cuando en España la cifra era de 27 dólares, de 36 en Estados Unidos y de 46 en Alemania. El BLS no ofrece cifras equivalentes de China para 2012, pero en otro estudio de la misma institución el nivel de salario por hora se situaba en unos 1,4 dólares/hora en 2008. La distancia entre los países industrializados y muchos de los emergentes es, por tanto, muy amplia.

Con todo, estas distancias han tendido a reducirse de forma generalizada en la última década. Entre 2000 y 2007, el salario real medio en las economías emergentes tendió a subir de forma generalizada, acumulando ascensos notables en algunas regiones.1 Así, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), durante ese periodo el conjunto de las economías emergentes de Europa del Este y de Asia Central vio aumentar el salario real medio en un 134%, y los emergentes del resto de Asia registraron un incremento del 60%. Aunque otras zonas emergentes se situaron en tasas de avance menores (8,5% en América Latina, 5,3% en África), las cifras de las economías desarrolladas fueron inferiores (aumento del 4,5%).2 Siendo este el cuadro general antes de la Gran Recesión, cabe preguntarse si el proceso de convergencia de los salarios de los países emergentes con el de las economías avanzadas se ha mantenido tras la crisis de 2008-2009.

Los datos de la OIT reflejan que los salarios, en agregado global, resultaron indudablemente perjudicados por el shock económico mundial de 2008. Mientras que en el periodo anterior a la crisis (2000-2007), el crecimiento anual del salario mundial fue del 2,2%, en los dos ejercicios afectados directamente por la Gran Recesión (2008 y 2009) este ritmo se desaceleró al 1,2% anual. Tras la crisis, en el periodo 2010-2011, el avance anual se situó en el 1,6%. Como resultado de esta dinámica, el salario promedio mundial era en 2011 un 6% superior al de 2007. Esta visión general no debe obviar el hecho de que entre las diferentes regiones, y en particular entre las emergentes y el grupo de economías avanzadas, el ritmo de crecimiento difiere notablemente. Así, antes, durante y después de la crisis las economías avanzadas han mostrado ritmos de crecimiento salarial claramente inferiores a los de las regiones emergentes. Por tanto, el proceso de convergencia salarial continúa su curso. Por su dimensión económica, un caso que reclama una atención especial es el de China. Dado que los promedios regionales y mundial se obtienen como media ponderada, el gigante asiático afecta a la lectura de las tendencias mencionadas. Los datos corroboran esta intuición, aunque probablemente en un extremo mayor de lo esperado. Así, mientras que el salario en Asia en 2011 era un 22% mayor que el de 2007, si se realiza el cálculo excluyendo a China el resultado es que el salario de 2011 de la región hubiese sido un 1% inferior al inicial. El efecto de China no tiene solo una importancia regional, sino una influencia auténticamente global: el aumento, entre 2007 y 2011, del salario promedio mundial pasa de ser un 6%, cuando se incluye a China, a un 1,8% cuando se la excluye.

En este contexto, ¿siguen teniendo relevancia los temores a que los emergentes vean erosionada una de sus bazas competitivas, el salario barato, antes de que completen su plena modernización y se acerquen a los niveles de prosperidad relativa de los países avanzados? De entrada, hay que recordar que la evolución salarial no permite determinar por sí misma si la competitividad de un país se está erosionando o no: si el crecimiento de la productividad es superior al de los salarios, la competitividad del país mejorará. Los datos de la OIT sugieren que, entre 2008 y 2011, esta fue la realidad en bastantes de las economías de Asia, América Latina y África. Por tanto, en numerosas ocasiones se está produciendo un crecimiento salarial que podríamos calificar de «sano». No obstante, entre las excepciones más notorias destaca el caso de China. En los años 2008-2011, siempre de acuerdo con los cálculos de la OIT, el crecimiento salarial real se situó en la zona del 11% anual. Puesto que el crecimiento de la productividad en ese periodo fue del orden del 8%, ha habido una merma de la competitividad del país medida por el coste laboral unitario.

En resumen, de esta revisión panorámica se pueden concluir tres ideas fundamentales. En primer lugar, la distancia salarial entre países avanzados y emergentes sigue siendo amplia. Con todo, y esta es una segunda conclusión que cabe retener, el proceso de convergencia salarial lleva años desarrollándose sin que la Gran Recesión de 2008-2009 haya representado un cambio sustancial de esta tendencia. Finalmente, cabe recordar que en numerosas ocasiones, el crecimiento de los salarios de los países emergentes está teniendo lugar en el contexto que hemos denominado «sano», es decir, con aumentos de la productividad superiores a los incrementos salariales.

 

Àlex Ruiz

Departamento de Economía Internacional, Área de Estudios y Análisis Económico,
"la Caixa"

1. Promedio mundial obtenido como suma ponderada de seis regiones económicas: África, América Latina y Caribe, Asia, países desarrollados, Europa del Este y Asia Central y Oriente Próximo.

2. La OIT utiliza como medida de salario el salario mensual nacional (sin transferencias ni impuestos), medido en términos reales y ajustado por la paridad de poder de compra. Los datos de este artículo proceden de Global Wage Report, 2012/13, OIT, 2013.

Àlex Ruiz
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