Parecía que esta vez era distinto. Históricamente, el proyecto europeo ha avanzado a regañadientes, intentando hacer de la necesidad virtud. En gran medida, el amplio entramado institucional europeo se ha forjado a remolque de los acontecimientos, tras largas y tensas negociaciones. En cambio, las medidas tomadas desde el inicio de la pandemia, como el programa de estímulo económico Next Generation EU, de una magnitud nunca vista en el Viejo Continente y adoptado de forma relativamente rápida, o la actuación sin vacilaciones del BCE, invitaban al optimismo. Parecía que esta vez Europa cambiaba de marcha y tomaba cierta iniciativa.
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En los últimos 20 años, el uso de medios de pago digitales ha aumentado ininterrumpidamente en España. Las compras con tarjeta en España han pasado de cerca de 1.000 millones de operaciones a principios de los años 2000 a más de 4.500 millones en 2019. ¿Están sumándose todas las generaciones a los pagos digitales a la misma velocidad?
Las tecnologías digitales impregnan el debate sobre el futuro de la economía. La política monetaria y su principal vehículo, el dinero, no son una excepción. Se venden más y más productos por internet y se usa menos el dinero en efectivo. Esta nueva economía digital genera nuevas demandas al sector financiero y el dinero digital emerge como un nuevo método de pago atractivo para los consumidores. ¿Cómo afecta todo ello a la política monetaria? ¿Qué pueden hacer (y hacen) los bancos centrales al respecto?
El agroalimentario es el principal sector de la industria española. Es un sector con un fuerte arraigo en el territorio, que genera empleo estable y que está muy abierto al exterior. También se caracteriza por contar con una estructura empresarial muy atomizada, dominada por empresas pequeñas y con unas empresas grandes menos productivas que sus homólogas europeas. Aumentar el tamaño empresarial e impulsar la productividad de las empresas de mayor tamaño, a través de la inversión en I+D y la adopción de las nuevas tecnologías, ayudaría a incrementar la competitividad de un sector clave para la economía y el conjunto de la sociedad.
¿Son plausibles los objetivos europeos de reducción de gases de efecto invernadero? ¿Serán suficientes las medidas tomadas? ¿Cómo se verán alterados por la COVID-19 los planes para luchar contra el cambio climático plasmados en el Green Deal de la Unión Europea?
La inflación de la eurozona ha estado disminuyendo de forma sostenida por una razón clara: la distensión de la energía. Ahora la duda es si seguirá cayendo con fuerza hacia el 2% o si encontrará nuevos escollos que le dificulten seguir suavizándose.
Aumentar el crecimiento de la productividad es uno de los principales retos que Europa tiene por delante. Como señala el artículo introductorio de este Dossier, «Momento Europa: es hora de reforzar nuestra competitividad», es urgente actualizar el tejido productivo del Viejo Continente. El rápido cambio tecnológico lo permite. Además, el contexto global, cada vez más competitivo y con una creciente desconfianza hacia las instituciones multilaterales, lo hace imprescindible.
La COVID-19 está provocando un incremento abrupto de la deuda pública. Puede generar inquietud, pero su sostenibilidad no está en entredicho: la política monetaria del BCE, la reducción sostenida de los tipos de interés y el alargamiento de los vencimientos dan cobertura a las economías europeas y alivian la carga financiera.
La paralización de la actividad a raíz del coronavirus y el imperativo de proteger a los trabajadores y el tejido empresarial con una respuesta contundente de política fiscal provocarán un aumento de la deuda pública en las principales economías europeas. ¿Debemos preocuparnos?
Han transcurrido ya casi cinco años desde los históricos acuerdos para financiar el mayor programa conjunto de estímulo económico de la UE. Los fondos Next Generation EU (NGEU) se diseñaron con el doble objetivo de contribuir a superar, a corto plazo, los efectos adversos de la pandemia de COVID-19 y, a medio plazo, a apoyar la transformación estructural de la economía europea. Repasamos aquí lo conseguido hasta el momento y lo que queda pendiente.
En esta nueva entrega sobre el NGEU, respondemos a las principales preguntas sobre el aumento de la emisión de deuda por parte de la Unión Europea y su impacto en los mercados financieros.
Por primera vez en muchos meses, las perspectivas para la economía europea han comenzado a mejorar. Analizamos los factores que explican la mejoría y compartimos nuestra visión sobre cuál será escenario de crecimiento e inflación para la eurozona en 2023.
En este artículo, pondremos el foco en las políticas que deben impulsar la transformación digital de los Estados miembros de la UE y, en particular, de nuestra economía.
La cotización del bitcoin alcanzó 50.000 euros a finales de marzo, unas 10 veces más que hace 12 meses y 3 veces más que el pico alcanzado en diciembre de 2017. Los 10.000 bitcoins que se pagaron por dos pizzas en 2010 equivaldrían ahora a 500 millones de euros, y el valor de todos los bitcoins en circulación se acerca al billón de euros, una cifra intermedia entre la capitalización bursátil de Google y la de Facebook. Se trata de cifras mareantes que nos hacen preguntar si no estamos ante una enorme burbuja.
El riesgo de sobrecalentamiento de la economía estadounidense ha aumentado debido a las más recientes e importantes medidas de gasto fiscal y los cuellos de botella que empiezan a observarse en numerosos sectores, en un contexto de fuerte recuperación de la actividad económica. A diferencia de EE. UU., en Europa los riesgos de que la inflación sorprenda persistentemente al alza son menores y pensamos que el BCE tomaría las medidas necesarias para moderar la traslación de una posible subida de tipos en EE. UU. a la curva europea.
La pandemia de coronavirus tomó al mundo por sorpresa y paralizó el turismo internacional casi por completo. Las primeras etapas de una cierta recuperación están pasando por la reinstauración de la conectividad entre los países emisores y destinos turísticos que hayan controlado la expansión del nuevo coronavirus. No obstante, el sector deberá acometer una profunda y rápida transformación para adaptarse a un nuevo perfil de turista internacional pos-COVID-19, mucho más preocupado por recibir un servicio personalizado, flexible y, sobre todo, más seguro.
La sequía extrema y el aumento de costes han formado una tormenta perfecta que no ha logrado mermar el elevado dinamismo de las exportaciones agroalimentarias españolas de los últimos años. El retroceso del volumen de exportaciones que ha sufrido el sector, que se ha visto compensado por el aumento de precios, es fruto de una coyuntura adversa: los distintos indicadores de competitividad se muestran resilientes y las cuotas en los mercados mundiales mantienen un comportamiento muy favorable. Aun así, el sector debe seguir invirtiendo en pos de una producción aún más digitalizada, sostenible y competitiva, una cuestión de vital importancia ante el enorme reto que supone el cambio climático para nuestro país.
La economía española dispone de un sector manufacturero diverso, exportador y de productividad elevada. Sin embargo, el tejido empresarial está todavía muy atomizado si se compara con la industria alemana, un referente a nivel europeo. Aumentar el tamaño empresarial e impulsar la productividad de las empresas, a través de la inversión en I+D y la adopción de las nuevas tecnologías digitales, avanzando hacia la Industria 4.0, son las claves para seguir incrementando la competitividad de un sector fundamental para la economía y para el sector exterior español. Asimismo, el sector debe evolucionar hacia un modelo industrial más sostenible: solamente las empresas que acometan la transición energética con éxito podrán competir en un nuevo entorno en el que la sostenibilidad será un requisito imprescindible para seguir operando en el mercado.
Identificamos los factores macroeconómicos que afectan a la evolución del turismo internacional en España, desde la tasa de crecimiento de la renta en los países emisores hasta la inflación, pasando por el riesgo geopolítico y el tipo de cambio, y estimamos la llegada de turistas internacionales a España en 2024.