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La economía internacional vuelve del verano con señales de resiliencia, menos incertidumbre, pero más aranceles. Se observan indicios de mejora en la actividad europea en el 3T, señales de un mercado laboral no tan robusto en Estados Unidos, y una inflación divergente entre ambos lados del Atlántico.
Como se ha puesto de manifiesto en las últimas semanas, hay pocas cosas más importantes que contar con una adecuada estrategia de salida una vez que se da por finalizada una misión. También en economía, donde se empieza a poner en duda la idoneidad de mantener por tiempo indefinido el programa de política económica que, de forma acertada, se ha estado utilizando desde hace año y medio para afrontar la crisis pandémica.
El sector manufacturero mundial ha entrado en una fase de contracción de la actividad, un fenómeno generalizado entre economías avanzadas y emergentes, y especialmente intenso en la eurozona. Detrás de esta fase bajista se encuentran las tensiones comerciales, la madurez del ciclo macroeconómico y las disrupciones en el sector del automóvil.
El 2T 2025 empezó con todas las papeletas para una desaceleración del crecimiento de la economía española. A principios de abril, y después de meses de amenazas, la Administración Trump anunció los aranceles bilaterales y catapultó los principales indicadores de incertidumbre a máximos históricos. Semanas después, un apagón dejó la península ibérica sin electricidad durante un día. Todo esto, además, ocurrió en un entorno en el que la economía de la eurozona volvía a dar señales de enfriamiento.
Ante un shock como el que estamos viviendo, temporal y de causa externa, es importante reducir al máximo el contagio a la economía para asegurar que el parón en la actividad y el empleo también sea temporal. Para ello es necesaria una respuesta de las políticas económicas contundente y coordinada, tanto a nivel nacional como a nivel europeo y mundial.
Las tensiones geopolíticas y la incertidumbre de la demanda exterior nos obligan a reevaluar las fortalezas y debilidades de las exportaciones en la economía española. Para hacerlo, es esencial analizar qué exportamos, cuán diversificada es nuestra oferta y su competitividad. Para mejorar nuestra comprensión, en este artículo analizaremos la complejidad de los productos exportados, así como su intensidad tecnológica, dos variables clave para evaluar el grado de competitividad de nuestras exportaciones.
En un entorno de incertidumbre todavía elevado, múltiples factores pueden modificar el curso de la economía española en los próximos meses, tanto de forma negativa como positiva. Entre ellos sobresalen tres: la evolución de los precios de la energía, la resiliencia del mercado laboral y la ejecución de los fondos europeos NGEU.
Pese a que el BCE ha endurecido las condiciones para realizar una subida de los tipos de interés, ahora existen más elementos sobre los que apoyar la idea de que la inflación a medio plazo se sitúe en el 2% y el BCE pueda, tras más de una década sin hacerlo, subir los tipos de interés.