Los precios de los alimentos han empezado a moderar su ritmo de crecimiento, pero el alza acumulada desde 2019 es significativa y ha hecho aumentar el peso del gasto en alimentación en la cesta de consumo de los hogares españoles. El descenso de los precios de las materias primas agrícolas y de la energía en los mercados internacionales desde los máximos alcanzados en 2022 debería ayudar a contener los costes de producción agrarios y, con ello, seguir moderando las presiones inflacionistas sobre los alimentos de cara a los próximos trimestres.
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En este número, nos centramos en la estrategia de acopio de materias primas por parte de China y en el margen de maniobra fiscal de la nueva administración Trump. En cuanto a la economía española, que esperamos que siga creciendo en 2025 por encima del promedio de la eurozona, presentamos las nuevas previsiones del sector inmobiliario, analizamos la estrategia del Tesoro en un contexto de reducción del déficit público y constatamos la mejora de la estabilidad del empleo a raíz de la disminución de la tasa de temporalidad.
La pandemia ha puesto de manifiesto el carácter estratégico del sector agroalimentario al desempeñar una actividad esencial para el abastecimiento de alimentos a la población. Así, el sector ha sido uno de los menos afectados por la crisis: el peso del sector primario sobre el total de la economía aumentó y la industria agroalimentaria sufrió un retroceso mucho más suave que el conjunto de la industria manufacturera en el 2T 2020. De manera similar, la evolución del mercado laboral ha sido relativamente favorable y ha registrado una menor destrucción de empleo y una menor proporción de trabajadores afectados por ERTE.
A pesar de la COVID-19, los precios de la vivienda en la mayor parte de las economías avanzadas experimentaron un repunte en 2020, en gran parte ligado a las políticas fiscales y monetarias expansivas introducidas para reactivar la actividad económica.
El sector agroalimentario sigue sufriendo la fuerte alza de los costes de producción y el impacto de la sequía. El descenso de los precios de las materias primas agrícolas y de la energía en los mercados internacionales desde los máximos alcanzados en 2022 debería ayudar a contener los costes de producción agrarios y, con ello, moderar las presiones inflacionistas sobre los alimentos. Sin embargo, la fuerte sequía que está castigando a la península ibérica desde el año pasado ha reducido la producción de muchos cultivos, como los cereales o las frutas, lo que ha repercutido tanto en los precios (al alza) como en el volumen de exportaciones (a la baja). Con todo, las exportaciones agroalimentarias en términos de valor siguieron avanzando a buen ritmo en el 1S 2023 debido al aumento de los precios, lo que refleja la elevada competitividad del sector agroalimentario español a pesar de la coyuntura adversa.
La situación del sector turístico ha mejorado considerablemente durante la temporada de verano. La vacuna ha supuesto un claro punto de inflexión que ha dado pie a la retirada de restricciones y a la recuperación de la movilidad en Europa, y ha mantenido la pandemia bajo control. Los indicadores de demanda, oferta e incluso de precios confirman un cambio radical de la situación, no solo en España, sino también en los países de nuestro entorno. Así, la buena cosecha veraniega nos empuja a ser optimistas de cara a los meses venideros, en los que esperamos presenciar una consolidación de la recuperación que debería garantizar que 2022 vuelva a ser un buen año para la industria turística española.
La combinación de un crecimiento demográfico vigoroso y el gradual descenso de los tipos de interés, junto con la falta de oferta, está impulsando el crecimiento de los precios de la vivienda, particularmente en el mercado de vivienda nueva y en las regiones más dinámicas y con mayor atractivo turístico.
Los sectores más relacionados con el turismo se están digitalizando más rápido que el promedio de la economía española, pero el recorrido todavía es amplio, especialmente si lo comparamos con otros sectores turísticos europeos. En los próximos años, será clave que el sector turístico sea capaz de remediar esta situación, mediante una apuesta clara por la digitalización, que contribuya a mejorar su capacidad de crecimiento a largo plazo. El papel de los fondos europeos NGEU se presenta como una oportunidad de reactivar la inversión en digitalización de las empresas turísticas tras superar dos años muy difíciles para el sector.
El fuerte crecimiento que ha experimentado el turismo internacional en España está teniendo un impacto muy positivo sobre el crecimiento de la economía y del empleo. Sin embargo, también está generando efectos sobre la población residente que no siempre son positivos, como refleja el aumento de la congestión por la elevada afluencia de turistas en determinados puntos de la geografía española. Ello ha reavivado el debate sobre la necesidad de avanzar hacia un turismo de más calidad.
El transporte aéreo es uno de los grandes puntos de apoyo de la cadena de valor del sector turístico. Por este motivo, y de un modo similar al resto del sector, ha sufrido una caída muy profunda de la actividad en 2020 a raíz de la COVID-19. Las compañías aéreas están atravesando una etapa que combina elevados costes de capital por sus grandes estructuras y una ausencia casi total de ingresos operativos. Las evidentes necesidades de liquidez de las aerolíneas europeas han empujado a algunos gobiernos a inyectar capital público para evitar su colapso. 2021 se presenta como el año de inflexión que necesita el sector turístico: el avance de las campañas de vacunación y la aprobación de medidas como el pasaporte sanitario serán claves para que el transporte aéreo inicie su camino hacia la recuperación y vuelva a ser uno de los puntales del sector.
A partir de datos anonimizados de pagos con tarjetas en los TPV de CaixaBank, hemos analizado si se registran cambios en el gasto turístico y hemos observado que las zonas más cálidas de España tuvieron un crecimiento del gasto turístico más lento entre las temporadas altas de 2019 y de 2023. También analizamos cómo cambia el patrón de gasto de los turistas durante las oleadas de calor.
La industria manufacturera española ha superado con relativo éxito el impacto de diversos shocks exógenos que han sacudido el escenario económico europeo en los últimos años.
La llegada de la pandemia supuso un duro golpe para un sector que ya atravesaba una situación delicada derivada de las tensiones comerciales y las disrupciones en el sector del automóvil a nivel europeo. Así, la caída de la actividad manufacturera en el 2T 2020 fue más intensa que la del conjunto de la economía, si bien la recuperación posterior fue más vigorosa. Algunos sectores, como el textil, el calzado y las bebidas, o incluso el automóvil, se vieron muy impactados y se están recuperando más lentamente, mientras que otros sectores, como el farmacéutico o el de la alimentación, apenas sufrieron el shock. La relajación de las restricciones, los avances en el proceso de vacunación y la reducción de la incertidumbre contribuirán a reactivar el consumo y los flujos de turismo internacional, de vital importancia para nuestra economía, y ello apoyará, a su vez, la actividad del sector manufacturero.
El sector agroalimentario español mantiene un tono expansivo en 2025, favorecido por la mejora de las condiciones meteorológicas, la contención de los costes de producción y el aumento de la demanda. Todo ello se traduce en un gradual incremento de la producción y de las exportaciones, que ya han recuperado los niveles prepandemia, así como en un mercado laboral más dinámico, con generación de empleo y reducción de la temporalidad. Las perspectivas para los próximos trimestres son positivas, aunque persisten retos de gran relevancia, como el aumento de los aranceles con EE. UU. o el creciente impacto de fenómenos climáticos extremos, tales como inundaciones, sequías e incendios.
La economía española creció un 5,0% en 2021, un registro elevado en términos históricos, aunque levemente por debajo de lo que se esperaba, teniendo en cuenta que a comienzos de año se preveían tasas de crecimiento del PIB más próximas al 6,0%. Varios factores, tanto internos como externos, han restado vigor a esa reactivación de la economía. Entre los internos, destaca una activación del programa NGEU algo más lenta de lo previsto, que se tradujo en una recuperación modesta de la inversión. Entre los factores externos, sobresalen el encarecimiento de los costes energéticos y los problemas en las cadenas de suministros globales, ambos agravados significativamente por la guerra en Ucrania.
La sequía de este invierno ha realzado uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el sector agroalimentario español: mejorar el uso de los recursos hídricos ante una perspectiva de mayor escasez de agua.
El sector citrícola es uno de los más importantes del sistema agroalimentario español y líder destacado en los mercados internacionales de exportación. Caracterizado por la atomización de las explotaciones, con las consiguientes dificultades para su modernización, debe afrontar importantes retos y desafíos. En particular, la fuerte competencia de terceros países, en un momento de intenso repunte de los costes de producción, acentuado por la prolongada sequía y la guerra de Ucrania. En todo caso, a la vista de las cifras, la citricultura española sigue siendo la más competitiva del mundo, gracias a la vitola, ganada a pulso, de producto de la más alta calidad y con las máximas garantías sanitarias.
Es inevitable que el sector promotor y el sector constructor, muy sensibles a las condiciones económicas y al clima de confianza, experimenten una notable contracción este año. Prevemos un notable descenso de los visados de obra nueva y un fuerte impacto en el empleo del sector de la construcción. Con todo, la naturaleza del shock y la situación en la que se encontraba el sector antes de la llegada de la COVID-19, mucho más favorable que hace una década, ofrece cierta confianza sobre su capacidad de recuperarse.