Mapa parcial de Asia hecho en madera con China e India destacados. Photo by Goodman Vhamdyo on Unsplash

India vs. China: una perspectiva de crecimiento

India y China han protagonizado una transformación económica sin precedentes en las últimas décadas, pero sus trayectorias de crecimiento han seguido caminos divergentes. En este artículo, comparamos ambos modelos desde una perspectiva de largo plazo, desglosando los factores que han impulsado sus economías: capital, trabajo y productividad. 

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Antonio Marta Miranda
11 de julio de 2025

La ascensión de la India y de China como potencias económicas ha sido uno de los cambios más profundos en la economía global de las últimas décadas que ha deshecho un panorama hasta entonces dominado por economías avanzadas. En un artículo anterior,1 se exploró el papel que podría desempeñar la India en el tablero económico global, destacando su rápido progreso y buenas perspectivas de crecimiento a medio plazo. Sin embargo, la India se encuentra en una fase de desarrollo distinta a la de China. Para entender las diferencias en su desarrollo, adoptaremos una perspectiva de crecimiento de largo plazo, con el objetivo de identificar los factores que han impulsado la economía india y las causas últimas de su divergencia con China.

  • 1Véase el Focus «India: la rueda del dharma en el camino del desarrollo» en el IM05/2025.
India y China: PIB real per cápita

La rueda del dharma y sus ejes de dirección: capital, trabajo y productividad

Hasta los años setenta, la India y China compartían niveles de ingresos similares. A pesar de trayectorias históricas muy distintas, el PIB per cápita de ambos países rondaba los 1.400 dólares (a precios constantes de 2011), lejos de otras economías como Japón (15.000), Corea del Sur, Filipinas o Tailandia (3.000). A partir de los años ochenta, sus trayectorias de crecimiento se separan de forma clara, lo que ha sido objeto de amplia discusión.

Ambos países comparten características como una vasta geografía, gran población y un crecimiento económico acelerado en las últimas décadas (el PIB de China se multiplicó por 10 en 40 años, el de la India por 5). Sin embargo, sus modelos de crecimiento han sido distintos. China ha destacado por el desarrollo de su sector manufacturero, impulsado por la apertura comercial y la atracción de inversión extranjera directa (IED), fenómeno conocido como el shock de China para la economía global.2 La India, en cambio, ha basado su crecimiento en la expansión del sector servicios. Una descomposición del crecimiento por factores productivos, llamada contabilidad del crecimiento, revela las fuentes del lado de la oferta que han influido en esta trayectoria.

La primera tabla presenta la composición del crecimiento del PIB de la India, de China y de un conjunto de economías asiáticas emergentes, entre 1970 y 2024, y muestra la contribución del trabajo, el capital y la productividad total de los factores (PTF).3 También se analiza, por separado, el crecimiento de la producción por trabajador. La experiencia de China destaca por su crecimiento sostenido a lo largo de todo el periodo. Aunque las contribuciones (absolutas) del crecimiento de la fuerza laboral han sido similares, el crecimiento del producto por trabajador en China fue casi el doble que en la India hasta los años 2010.

  • 2Véase por ejemplo Autor, D., Dorn, D. y Hanson, G. (2016). «The China shock: Learning from labor-market adjustment to large changes in trade», Annual Review of Economics, 8(1), 205-240.
  • 3En la India, este periodo se puede dividir entre el periodo prerreforma (antes del 1991), cuando se dependía principalmente del eje soviético, y el periodo posreforma, con la introducción de las reformas de liberalización económica tras la crisis cambiaria de 1991. La llegada al poder del actual líder, Narendra Modi, en 2014, ha reforzado el impulso reformista. En China, este periodo se ve marcado por el fin de la Revolución Cultural (en los años 1970) y las reformas de Deng Xiaoping (a partir de los años 1980), la entrada en la OMC (en 2001) y la llegada al poder de Xi Jinping (en 2013).
Fuentes de crecimiento: India, China y Asia emergente, 1970–2024

Entre las fuentes de crecimiento, se observan dos fases distintas. En los años ochenta y noventa, China experimentó un fuerte crecimiento de la productividad, acompañado de una elevada inversión en capital. En contraste, la India mostró una menor contribución del capital, incluso en comparación con otras economías asiáticas emergentes, y un crecimiento de la productividad inferior al 1%. A partir de los años 2000, China vio una ralentización en el crecimiento de la productividad, aunque la inversión en capital se mantuvo elevada, explicando entre el 75% y el 90% de su crecimiento en el último cuarto de siglo. En la India, en cambio, se produjo una aceleración tanto de la productividad como de la contribución del capital.

La economía india en perspectiva

Las diferencias en las contribuciones de los factores productivos reflejan transformaciones estructurales y reformas implementadas en ambos países. En el caso de la India, el trabajo ha tenido una mayor contribución relativa, tanto en cantidad como en calidad. En cuanto a cantidad, esto se explica por las tendencias demográficas y el paulatino descenso de la tasa de participación laboral china. Por otro lado, si bien la informalidad ha ido cayendo en las últimas décadas, sigue siendo muy elevada en la India. El país presenta uno de los mayores índices de informalidad en el empleo de la región (cercano al 80%) y una elevada disparidad en la productividad laboral entre los sectores formal e informal.4 Además, la participación laboral femenina sigue siendo baja (sobre el 30% vs. el 60% en China), y una parte importante de la fuerza laboral se encuentra todavía en sectores de baja productividad, como la agricultura y la construcción. Del lado de la calidad, cabe destacar el gran progreso de la India en materia de educación en las últimas décadas. Por ejemplo, la tasa de alfabetización de la población adulta ha subido del 50% en los años noventa a más de un 75% actualmente (llegando casi al 100% entre los jóvenes), mientras que la tasa de finalización de la educación secundaria inferior ha llegado casi al 90% entre el grupo de edad relevante (frente a un 60% en el inicio de los años 2000).5

  • 4Véase, por ejemplo, Ohnsorge, F. y Yu, Shu (2022), «The Long Shadow of Informality: Challenges and Policies», Banco Mundial. La informalidad generalizada está asociada a una amplia gama de obstáculos al desarrollo. Además de una productividad laboral más baja, se reporta también un menor acceso a financiamiento en el sector privado, una acumulación más lenta de capital físico y humano, menores recursos fiscales, mayores tasas de pobreza y una mayor desigualdad de ingresos. Las empresas informales son, en promedio, menos productivas, emplean a trabajadores con menores cualificaciones, tienen un acceso más limitado a financiamiento y carecen de economías de escala.
  • 5En comparación, la tasa de alfabetización de China entre la población adulta ya había llegado al 90% al inicio de los años 2000, y la tasa de finalización de la educación secundaria inferior es del 100% desde finales de los años 2000.
India y China: composición sectorial

En cuanto al capital, su contribución ha aumentado de forma sostenida desde los años noventa, convirtiéndose en el principal motor de crecimiento. Este impulso se debe a las reformas de liberalización económica iniciadas en esa década, que estimularon la inversión tanto doméstica como extranjera, y promovieron el desarrollo de servicios intensivos en capital. También se ha observado un aumento progresivo de la inversión pública, financiada por mayores ingresos fiscales.

La aceleración de la productividad en la India está vinculada a reformas estructurales que han mejorado la asignación de recursos hacia sectores de mayor valor añadido. Las mejoras institucionales (como el refuerzo de la autonomía del banco central de la India) han contribuido a un largo periodo de estabilidad política y económica, mientras que el desarrollo de infraestructura digital ha impulsado la innovación y la inclusión financiera.

A pesar de los avances, la India enfrenta importantes desafíos. Su convergencia con economías de mayores ingresos dependerá de su capacidad para mantener el proceso de transformación estructural. Esto implica reasignar trabajo hacia sectores más productivos y avanzar hacia la frontera tecnológica, especialmente en manufacturas. La inversión en educación, reformas del mercado laboral y mejoras institucionales continuas serán fundamentales para sostener el crecimiento a largo plazo. Aunque la contribución del capital ha aumentado, la India todavía tiene recorrido para potenciarla, por ejemplo, con la eliminación de barreras a la inversión extranjera directa y al comercio internacional, que podrían proporcionar un impulso adicional a la economía india, apoyando el crecimiento del segundo gigante asiático, que aspira a ser el primero.

Antonio Marta Miranda
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