Cohesión social y crecimiento inclusivo: indisociables

Cohesión social y crecimiento económico inclusivo son dos conceptos indisociables y que se retroalimentan. Por lo tanto, en un país en el que el crecimiento es más inclusivo, es más fácil que aumente la cohesión social. Asimismo, también parece más fácil que se lleven a cabo medidas que favorezcan un crecimiento más inclusivo en un país con un mayor nivel de cohesión social.

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Ilustración con flecha y personas corriendo

La cohesión social, al fin y al cabo, es uno de los factores que permiten que el crecimiento económico sea inclusivo. Sin embargo, la misma relación también opera en sentido contrario. Así, cuando el crecimiento se torna menos inclusivo, por ejemplo, porque el entorno regulatorio no se adapta a los cambios de la estructura productiva derivados del cambio tecnológico o la globalización, se corre el riesgo de que se deteriore la cohesión social, con todo lo que ello conlleva. En el contexto actual, analizar la cohesión social de un país es clave para poder determinar la capacidad que tiene para hacer frente a los retos que se nos presentan.

Antes de entrar en materia, conviene precisar que, en este artículo, cuando hablamos de cohesión social, nos referimos al estado de los diferentes tipos de interacción entre los miembros de una sociedad.1 Estos tipos de interacción incluyen, por ejemplo, la confianza, el sentido de pertenencia, la voluntad de participar, la voluntad de ayudar y todo comportamiento derivado de ello.

Equipados con una buena definición, ya podemos analizar el estado de la cohesión social en los principales países desarrollados y su relación con el crecimiento económico inclusivo. Para ello construimos un índice, el indicador agregado de cohesión social (IACS), que nos permite agregar y sintetizar en una sola métrica la información contenida en los 33 indicadores de cohesión social de los que dispone la OCDE. Cabe destacar que dichos indicadores cubren la totalidad de las interacciones sociales que configuran el concepto de cohesión social y se pueden agrupar en cinco pilares según el tipo de interacción: satisfacción personal, entorno social, confianza, inquietud política y niveles de criminalidad. Para construir nuestro índice, clasificamos las distintas variables recogidas por la OCDE, la mayoría de las cuales cuantifican el estado de las interacciones sociales a partir de encuestas nacionales (algunos ejemplos son el porcentaje de personas que tienen a alguien cercano con el que poder contar, la confianza en las instituciones o la inseguridad ante la pérdida de empleo) en cada uno de los pilares para cada país y, a posteriori, realizamos un promedio para los distintos países. Otorgamos un peso del 20% para cada uno de los pilares, aunque comprobamos que los resultados obtenidos son robustos a distintas asignaciones de los pesos.

Es revelador comprobar que los países nórdicos, que se caracterizan por tener una elevada calidad institucional,2 se sitúan a la cabeza de la lista. Por otro lado, las economías emergentes, que cuentan con instituciones menos robustas y consolidadas, son las que presentan unos niveles de cohesión social más bajos, y es que la cohesión social viene determinada, en parte, por el nivel de desarrollo de las instituciones de cada país.3

En España, el grado de cohesión social se sitúa en una posición intermedia aunque por debajo del promedio de la OCDE según el IACS. En positivo, destacan los elevados niveles de satisfacción personal y el dinamismo del entorno social, y en la otra cara de la moneda encontramos los bajos niveles de confianza en las instituciones.4 Portugal, por su parte, se encuentra algo por debajo de España, como resultado de niveles notablemente inferiores de satisfacción personal y de inquietud política. Es interesante observar que países como Alemania, Finlandia o EE. UU. gozan de niveles de confianza mucho más elevados que España o Portugal, de modo que constituyen un punto de referencia importante en el que fijarse. Concretamente, el modelo laboral nórdico que armoniza en sus dosis óptimas la protección del trabajador con la flexibilidad, la buena calidad de gobierno en Alemania5 o el sistema de pesos y contrapesos del sistema estadounidense son ejemplos de buenas prácticas que permiten apuntalar la confianza de la sociedad.

Cuando realizamos una comparativa entre países para los diferentes pilares obtenemos algunos resultados interesantes. Por ejemplo, si nos centramos en el pilar de criminalidad, observamos que los países europeos son los que obtienen mejores resultados en esta dimensión, mientras que tanto EE. UU. como los países emergentes muestran una percepción de mayor criminalidad. Teniendo en cuenta que la criminalidad podría estar captando el grado de malestar social, parece natural que aquellas sociedades con estados del bienestar más desarrollados y generosos, como son las europeas, salgan mucho mejor paradas en este ámbito que los países emergentes o EE. UU.

También resulta de interés analizar el comportamiento del pilar referente a la inquietud política. Este pilar nos informa sobre el grado de interés de la ciudadanía en la política así como su grado de participación en esta. Según nuestros resultados, los países nórdicos presentan registros muy elevados, mientras que los países latinoamericanos, muchos de ellos todavía inmersos en pleno proceso de maduración de sus instituciones democráticas tras largas dictaduras, destacan negativamente. España y Portugal, por su parte, presentan valores en este pilar por debajo del promedio de la OCDE, lo que sugiere que existe margen de mejora para una relación más fluida entre la sociedad y las principales instituciones del sistema político.

Finalmente, utilizamos nuestro índice de cohesión social para estudiar su relación con el crecimiento inclusivo. Pues bien, nuestros resultados confirman que se trata de dos conceptos indisociables. Como se puede observar en el tercer gráfico, existe una estrecha relación entre el IACS y el índice de desarrollo inclusivo (IDI) que elabora el World Economic Forum.6 En concreto, un incremento de un punto en el IACS está ligado con un incremento de 0,47 puntos del IDI, lo que ilustra que la cohesión social (IACS) efectivamente se correlaciona de manera relevante y positiva con el crecimiento inclusivo.

En definitiva, ante la importante transformación del sistema productivo que suponen el cambio tecnológico y la globalización, y los desafíos que presenta el envejecimiento de la población, es importante actuar para reforzar la cohesión social, un elemento indispensable para poder llevar a cabo las reformas que promuevan un crecimiento inclusivo y sostenido.

 

1. Véase Chan, J., To, H. P. y Chan, E. (2006), «Reconsidering Social Cohesion: Developing a Definition and Analytical Framework for Empirical Research», Social Indicators Research, 75(2), 273-302.

2. Según el Global Competitiviness Index 2018 (WEF), todos los países nórdicos están en el top 15 de las economías con mayor calidad institucional.

3. Véase Easterly, W., Ritzen, J. y Woolcock, M. (2006), «Social Cohesion, Institutions, and Growth», Economics & Politics, 18(2), 103-120.

4. El pilar de confianza engloba, entre otras variables, el nivel de confianza de la sociedad en las instituciones públicas y el grado de inseguridad ante la pérdida del puesto de trabajo, variables donde España presenta niveles relativamente bajos.

5. Según datos de Bertelsmann Stiftung, Alemania es el quinto país con mayor calidad democrática del mundo y el octavo con mayor calidad de gobierno.

6. Se trata de una medida agregada de 12 indicadores distribuidos en tres pilares diferentes: desarrollo económico, inclusión y sostenibilidad. A cada pilar se le otorga un mismo peso relativo para obtener el índice general. Los valores se distribuyen del 1 al 7, siendo 7 la valoración máxima en inclusividad.

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    Analizamos las causas y las consecuencias de la desigualdad y qué políticas pueden fomentar un crecimiento económico inclusivo que se distribuya de manera equitativa en la sociedad.