La economía de la eurozona gana firmeza en un entorno de incertidumbre

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26 de abril de 2017

Perspectivas de aceleración del crecimiento ante el inicio del calendario electoral. A nivel europeo, marzo vino marcado por tres acontecimientos importantes que ponen de manifiesto cómo una actividad económica más sólida convive con un entorno de elevada incertidumbre política. En primer lugar, el BCE mejoró el mapa de riesgos ante la mayor firmeza de la recuperación y revisó ligeramente al alza las previsiones de crecimiento de la eurozona hasta el 1,8% en 2017 y el 1,7% en 2018, en consonancia con las previsiones de CaixaBank Research del 1,7% tanto para 2017 como para 2018. En segundo lugar, en el plano político, las elecciones parlamentarias holandesas del 15 de marzo dieron el pistoletazo de salida al calendario electoral europeo, con unos resultados favorables a la formación de un gobierno continuista. La próxima cita electoral serán las elecciones presidenciales francesas de finales de abril, que suponen uno de los principales focos de incertidumbre para la economía de la eurozona y en las que están puestas todas las miradas. Por último, el 29 de marzo, el Reino Unido activó formalmente el proceso de separación con la UE. De este modo, se inicia un plazo de dos años de negociaciones en las que, dados los importantes vínculos entre las partes, el Reino Unido y la UE deben fijar las bases de una nueva relación tan poco disruptiva como sea posible. Sin embargo, el proceso será complejo y la incertidumbre a su alrededor es elevada.

La demanda interna impulsa el crecimiento de la eurozona. El avance del 0,4% intertrimestral del PIB de la eurozona en el 4T 2016 fue fruto de la contribución positiva de la demanda in­­terna, de 0,5 p. p., y de una demanda externa que restó ligera­­mente al crecimiento (–0,1 p. p.). Más allá del buen tono que mantu­­vo el consumo privado, con un crecimiento del 0,4% in­­ter­­­­trimestral, destacó el importante avance de la inversión, del 0,6% intertrimestral. Esta fortaleza de la demanda interna también se reflejó en un aumento de las importaciones del 2,0% intertrimestral, que explica la contribución negativa del sector exterior pese al buen desempeño de las exportaciones (1,5%). El dato del 4T muestra un patrón de crecimiento similar al del con­­junto del año 2016: el PIB creció un 1,7%, con una aportación de 1,9 p. p. por parte de la demanda interna y una demanda externa que restó 0,2 p. p. al crecimiento anual del PIB.

Los indicadores de actividad apoyan una mayor solidez del crecimiento en el 1T. En marzo, el índice de sentimiento em­­presarial compuesto (PMI) para la eurozona alcanzó su nivel máximo desde abril de 2011, y llegó a los 56,7 puntos (en zona claramente expansiva, por encima de los 50 puntos). En la misma línea, el índice de sentimiento económico (ESI) de marzo también se mantuvo en máximos desde 2011 con un registro de 107,9 puntos. Además, la aceleración de los indicadores de actividad fue generalizada en todos los países. En Alemania, el índice compuesto PMI subió hasta los 57,0 puntos (56,1 en febrero) y el ESI avanzó hasta los 109,2 puntos. Más destacable es el buen desempeño de los indicadores franceses, el PMI compuesto alcanzó los 57,9 puntos (55,9 en febrero) y el ESI se situó en los 104,9 puntos, registros que apuntan a una cierta aceleración de la actividad. Sin embargo, las elecciones presidenciales francesas son un foco de riesgo no despreciable y que se suma a unas perspectivas de crecimiento a me­­dio plazo poco halagüeñas, por lo que la ambición reformista del presidente galo que salga elegido será fundamental.

Los indicadores de consumo reflejan el buen tono de la de­­manda interna. Concretamente, las ventas minoristas aumentaron un 1,0% interanual en enero, una cifra que, pese a estar ligeramente por debajo del registro de diciembre (1,2%), se mantiene por encima del promedio de los últimos años. Por su parte, el índice de confianza del consumidor para el conjunto de la eurozona se situó en los –5,0 puntos en marzo y mantiene la senda alcista que viene mostrando desde el 2T 2016. Esta buena dinámica del consumo de los hogares continuará en los próximos meses respaldada por la mejora del mercado laboral y unas condiciones financieras acomodaticias.

El avance de la actividad se proyecta en la creación de em­­pleo. En el 4T 2016, el empleo aumentó un 0,3% intertrimestral en el conjunto de la eurozona (0,2% en el 3T) para cerrar el año 2016 en los 153,9 millones de empleados (el nivel más elevado desde el 3T 2008). El crecimiento del empleo fue generalizado por países, entre los que destacaron España y Portugal, ambos con un avance del 0,4%, y también Italia, con un aumento de la ocupación del 0,3% tras el bache del trimestre anterior (–0,1% en el 3T 2016). En Francia y Alemania, el aumento del empleo fue algo más moderado (del 0,2% y el 0,1%, respectivamente), aunque cabe recordar que la economía germana se encuentra cerca del pleno empleo. La mejora de la ocupación se refleja paulatinamente en el aumento de los salarios, que en el conjunto de la eurozona aumentaron un 1,6% interanual en el 4T, algo por encima del crecimiento promedio del 1T-3T. Sin embargo, las diferencias entre países son importantes y reflejan una situación muy dispar en los distintos mercados laborales. Así, los costes salariales avanzaron a mayor ritmo en Alemania (2,9% interanual) y en Francia (1,5% interanual), mientras que en Italia registraron un crecimiento débil tras varios trimestres en negativo.

La inflación prosigue con una dinámica de normalización. La inflación general de la eurozona, medida por el índice de precios al consumo armonizado (IPCA), se situó en el 1,5% en marzo. Esta cifra se sitúa 5 décimas por debajo del 2,0% registrado en febrero debido, en primer lugar, a la menor contribución de los componentes volátiles (energía y alimentos no procesados). Del mismo modo que, en los últimos meses, el efecto base de las caídas del precio del petróleo de finales de 2015 se había traducido en fuertes contribuciones positivas de los precios ener­­géticos, este efecto empieza a deshacerse con la estabilización del petróleo en la horquilla de los 50-55 dólares por barril. Además, la inflación subyacente, indicativa de las tendencias in­­flacionistas a medio plazo, se situó en el 0,7% en marzo, 2 décimas por debajo del dato de febrero. Este pequeño bache de la inflación subyacente responde a una menor contribución de los precios de los servicios, influenciados por un efecto de calendario de la Semana Santa, que este año recae íntegramente en abril, mientras que en 2016 fue en el mes de marzo. Más allá de este factor puntual, en los próximos meses esperamos una recuperación paulatina de la inflación subyacente de la mano del crecimiento de la actividad y la mejora del mercado laboral.

PORTUGAL

El crecimiento de la economía portuguesa gana solidez a la vez que se siguen corrigiendo los desequilibrios macroeconómicos. El PIB de Portugal creció un 2,0% interanual en el 4T 2016, el mayor ritmo de avance desde 2010. En el 4T, destacaron en positivo el avance del consumo privado, del 1,1% intertrimestral (0,4% en el 3T), y de la inversión, del 4,6% intertrimestral (0,2% en el 3T). En cambio, el consumo público tuvo un avance mucho más contenido, del 0,3% intertrimestral. El fuerte crecimiento de la demanda interna se tradujo en un importante avance de las importaciones (4,5% intertrimestral), razón por la que el sector exterior tuvo una contribución negativa al avance intertrimestral del PIB (–1,0 p. p.) a pesar de que las exportaciones avanzaron a buen ritmo (2,5% intertrimestral). Estos da­­tos corroboran que la economía lusa está creciendo de un modo más equilibrado en la actual etapa expansiva iniciada en 2014, con la demanda interna como principal motor de crecimiento y un buen desempeño del sector exportador. En el conjunto del año 2016, el PIB creció un 1,4% y, de cara a 2017, se espera que el ritmo de crecimiento se mantenga en una cota similar. En con­­creto, el escenario de CaixaBank Research contempla un avance del PIB del 1,5% para este año.

El déficit público disminuye, pero el nivel de deuda pública se mantiene elevado todavía. El saldo público de Portugal cerró el año 2016 en el –2,1% del PIB, por debajo del objetivo de estabilidad marcado por la Comisión Europea (–2,5% del PIB). Esta cifra supone una mejora de 2,3 p. p. respecto al déficit de 2015 (–4,4%), fruto de un aumento de los ingresos del 0,9% y una disminución de los gastos del 3,8%. Los ingresos aumentaron tanto por la recuperación de la economía como por la toma de medidas extraordinarias, como el plan de pago de la deuda tributaria pendiente (PERES), mientras que la reducción del gasto se concentró en la inversión pública, las prestaciones sociales por desempleo y los intereses de la deuda. Tras esta mejora del saldo público, el Gobierno portugués ha pedido salir del procedimiento de déficit excesivo que tiene abierto con la Comisión Europea. Sin embargo, cabe remarcar que, con una deuda pública del 130,4% del PIB, será necesario seguir con la consolidación fiscal en los próximos ejercicios.

El superávit por cuenta corriente de Portugal prosigue con un aumento gradual y se situó en el 1,0% del PIB en enero (acumulado de 12 meses). Entre los años 2000 y 2008, el sector exterior de Portugal se caracterizaba por un persistente déficit por cuenta corriente, que llegó a alcanzar el –12,1% del PIB en 2008, fruto de un patrón de fuerte consumo interno, bajo ahorro y baja competitividad exportadora. Desde entonces, primero la corrección de las importaciones por el impacto de la recesión económica y más recientemente un conjunto de ajustes estructurales (consolidación fiscal, desendeudamiento privado y mejor especialización exportadora, tanto en productos como en destinos) han permitido corregir la dinámica negativa hasta alcanzar un superávit por cuenta corriente moderado. En términos de composición, este proceso se ha caracterizado, principalmente, por un aumento sostenido del superávit de la balanza de servicios y una corrección del déficit de la balanza de bienes. Así, en enero, la balanza de servicios registró un superávit del 7,1% del PIB y la balanza de bienes, un déficit del 5,0% del PIB.

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