
La Iniciativa de la Franja y la Ruta: ¿un arma de doble filo? (parte I)
A través de la BRI, China ha buscado establecer alianzas y mejorar la conectividad regional mediante inversiones en infraestructuras, y la integración económica en el continente euroasiático, y también en África y América Latina.
Durante la última década, China se ha convertido en un actor clave en el comercio global y en flujos de inversión directa extranjera (IDE) hacia economías emergentes. Anclada en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés),1 lanzada en 2013, su ambiciosa política exterior ha buscado establecer alianzas y se ha enfocado en la mejora de la conectividad regional mediante inversiones en infraestructuras, y la integración económica en el continente euroasiático, pero también en África y América Latina.
La BRI ofrece reducción de costes y tiempos de transporte, y genera «economías de aglomeración» en el sector manufacturero e incentiva la movilidad de recursos. Por otro lado, la participación en la BRI puede promover la IDE china y apoyar la modernización del tejido productivo de los países participantes.2 Asimismo, los canales de comercio e inversión están entre los más relevantes para entender los efectos económicos de la BRI. En una serie de tres artículos, analizaremos con más profundidad el canal de comercio, utilizando datos detallados de flujos de comercio internacional.
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El nombre hace referencia a las antiguas Rutas de la Seda, redes comerciales que conectaban Asia, Oriente Medio y Europa desde el siglo ii a. C. hasta el siglo xv d. C. Desde que la BRI fue anunciada, en 2013, cada año nuevos países han firmado el «Memorando de Entendimiento» para participar en el programa. La mayoría de los países participantes lo hicieron entre 2013 y 2018, siendo este último el año con más adhesiones (62 en total), y se encuentran en Asia y África, regiones compuestas mayoritariamente por países con mayores necesidades de inversión en infra-estructuras y que permiten a China extender su influencia regional. En total, más de 140 países forman parte de la iniciativa. Aunque no existe un listado oficial de países participantes, utilizamos la definición de Nedopil, C. (2025) «China Belt and Road Initiative (BRI) Investment Report 2024», Green Finance & Development Center.
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Zhai, F. (2018) «China’s Belt and Road Initiative: A preliminary quantitative assessment», Journal of Asian Economics, pp. 84-92, estima que la BRI podría tener un impacto positivo en flujos de comercio y en PIB, en particular, si la acompañan mejoras institucionales. Véanse también Bird, J., Lebrand, M. y Venables, A. (2020) «The Belt and Road Initiative: Reshaping economic geography in Central Asia?», Journal of Development Economics; y Yeung, H. y Huber, J. (2024) «Has China’s Belt and Road Initiative positively impacted the economic complexity of host countries? Empirical evidence», Structural Change and Economic Dynamics, pp. 246-58.
Perfil exportador de China: de gigante manufacturero a potencia tecnológica
Tal como perseguía la BRI, China ha logrado aumentar su cuota de exportaciones globales, desde poco más del 5% al inicio de siglo (sobre 500.000 millones de dólares) hasta el 15% (o 3,5 billones de dólares) hoy en día, al mismo tiempo que las exportaciones hacia países participantes en la BRI han pasado del 20% a más del 40% del total. Además, en los últimos años, se observó una rápida diversificación de destinos de exportación, con un aumento de la cuota de países participantes en la BRI de casi 10 p. p.3 Asimismo, China ha desarrollado vínculos a nuevos mercados y ha mejorado la infraestructura de países que empezaban a ganar importancia como destinos de exportación, creando rutas de comercio alternativas a los destinos tradicionales de exportación, como EE. UU., ante un aumento inminente de las fricciones comerciales.
Por sectores, las exportaciones chinas hacia países BRI han mostrado una tendencia al alza generalizada, pero con matices. Por ejemplo, la cuota de exportaciones de muebles y productos relacionados hacia estos países ha crecido 15 p. p. entre 2018 y 2023 (del 23% al 38%), tras mantenerse prácticamente estancada en la década anterior, mientras la cuota de exportaciones de automóviles ha crecido 14 p. p. (del 40% al 54%) y ha alcanzado un nuevo máximo desde 2013 (cuando se situó en el 50%), en un periodo de fuerte crecimiento del sector. Se observan aceleraciones también en sectores como los productos eléctricos y la electrónica, mientras que en los metales su cuota de mercado se mantiene estable desde 2018.
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El índice de Herfindahl-Hirschman (HH) de concentración geográfica de las exportaciones de China ha disminuido de 655,9 en 2011-2013 (652,4 en 2016-2019) a 451,6 en 2021-2023, lo que indica una rápida diversificación geográfica de sus exportaciones. Por otro lado, el índice de concentración por productos (a nivel HS4) de las exportaciones chinas se ha mantenido estable en el periodo (cerca de los 170 puntos).

La nueva Ruta de la Seda: eje estratégico del comercio global chino
En la última década, los países participantes en la BRI explican prácticamente la mitad del aumento de las exportaciones de China (véase el segundo gráfico). En el top 10 de destinos que más han contribuido se encuentran cuatro países que forman parte de la iniciativa (15 en el top 30), entre los que destaca especialmente Vietnam, con una contribución del 7,8% al crecimiento total de las exportaciones de China en el periodo, lo que convierte al país en el quinto mayor destino de exportaciones chinas, tras apenas haber alcanzado el top 20 de principales destinos de exportaciones chinas una década antes. Otros países asiáticos participantes en la BRI, como los Emiratos Árabes Unidos, Tailandia, Indonesia o Filipinas también han visto crecimientos sustanciales, así como algunos países del este europeo, mientras Latinoamérica y África han registrado crecimientos significativos desde 2016-2018. Por otro lado, a pesar de que EE. UU. ha contribuido significativamente al aumento de exportaciones de China en el conjunto de la última década (7% del total), la dinámica ha ido cambiando rápidamente. Mientras que, hasta 2016-2018, las exportaciones de China a EE. UU. crecieron más de un 20%, estas se han contraído en los años siguientes. Asimismo, la cuota de exportaciones a EE. UU. ha bajado del 20% a cerca de un 15% del total.

Además de haber diversificado la distribución geográfica de sus exportaciones, un análisis a nivel de producto muestra cambios profundos en las cadenas de valor chinas. Como testigo de su rápida evolución tecnológica, China ocupa hoy en día el lugar 21 del ranking de complejidad tecnológica de exportaciones (ECI, por sus siglas en inglés) del Observatorio de Complejidad Económica, frente al 31 en 2013, y por debajo del 50 hasta el 2004. En la última década, las mayores contribuciones al aumento de las exportaciones de China se han dado en sectores como la electrónica y la maquinaria, en los cuales el país ha ganado un papel clave. Destacan, particularmente, las baterías eléctricas y los automóviles, con contribuciones superiores al 6%, y crecimientos nominales muy expresivos. En conjunto, las exportaciones de estos bienes se han multiplicado por 12 en el periodo. Por otro lado, destaca también la contribución del petróleo refinado, cuyas exportaciones se han duplicado en 10 años, principalmente hacia países asiáticos.
La distribución de los flujos comerciales de cada país depende de múltiples factores económicos, geográficos, institucionales o geopolíticos. Eso sí, queda claro cómo los esfuerzos de China en la última década, anclados en varias iniciativas complementarias, a nivel externo (como la BRI) y a nivel interno (como su política industrial Made in China 2025), han logrado una transformación profunda de su estructura productiva y de sus relaciones comerciales con el resto del mundo, con evidentes derivadas geopolíticas.



