La mejora de la competitividad española: la clave sectorial

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20 de diciembre de 2016

La competitividad de la economía española es la historia de un camino de ida y vuelta. Desde la introducción del euro, que imposibilita las devaluaciones nominales, hasta el inicio de la Gran Recesión, los costes laborales unitarios aumentaron más en la economía española que en los princi­­pales socios comerciales. Una de las consecuencias de la pérdida de competitividad fue que, entre 2000 y 2007, el déficit por cuenta corriente pasó del 4,4% al 9,6% del PIB. Sin embargo, a partir de 2011, la economía española em­­prendió el camino de vuelta y recuperó gran parte de la competitividad perdida. Fruto de ello, en gran medida, la balanza por cuenta corriente acabará el 2016 con un superávit en torno al 2% del PIB.

En la ida, la pérdida de competitividad se refleja en el aumento de los costes laborales unitarios que, entre 2000 y 2008, aumentaron un 29% con relación a una cesta de 49 países de la OCDE. En cuanto a los principales socios comerciales de la eurozona, los costes laborales unitarios subieron un 34,8% frente a Alemania, y un 14,0% y un 2,5% frente a Francia e Italia, respectivamente (véase el primer gráfico).

En torno a un 70% de la pérdida de competitividad que se produjo durante estos años es debido a un mayor incremento de los costes laborales en España que en los socios comerciales, y el resto, a una evolución más pobre de la productividad del trabajo. Centrándonos en la evolución de los costes laborales, entre los años 2000 y 2011, estos aumentaron más en la economía española que en los principales socios comerciales en todos los sectores. Así, el coste laboral en el sector manufacturero español se encareció un 25% frente al alemán, y un 8,8% y un 5,8% frente al francés e italiano, respectivamente. En el sector de la construcción, que no está sometido a una competencia internacional directa y vivió un boom de actividad, aumentó todavía más respecto a Alemania: un 35%. En servicios, el encarecimiento relativo llegó al 25%, un deterioro que fue levemente amortiguado por el comportamiento menos malo del sector financiero y, especialmente, de informática y telecomunicaciones.

El camino de vuelta es igualmente intenso y generalizado. Según la OCDE, en los cinco años que van de 2011 a 2016, los costes laborales unitarios relativos se han colocado en niveles de 1998. En este caso, un 60% de la mejora de la competitividad es fruto de un menor crecimiento de los costes laborales en España que en los socios comerciales.

Centrándonos de nuevo en la evolución de los costes la­­bo­­rales españoles respecto a los de sus principales competidores, entre los años 2011 y 2016, la mejora ha sido generalizada en todos los sectores. Concretamente, respecto a Alemania, todos los sectores abaratan sus costes laborales en términos relativos. El ajuste del coste laboral en el sector manufacturero español en relación con el com­­petitivo homólogo alemán es especialmente destacable. Por su parte, la construcción tiene unas mejoras más mo­­deradas. En los servicios, destaca la mejora de informática y telecomunicaciones, de finanzas, y de educación y sanidad.

La recuperación de la competitividad de la economía española ayuda a explicar el buen comportamiento de las ex­­por­­taciones. En términos absolutos, las exportaciones españolas se elevaron a 240.577 millones de euros en agosto (acumulado del año), un 2,7% más que en agosto de 2015. En términos relativos, destaca que han mantenido su cuota mundial, mientras que ha descendido en la mayoría de países avanzados. Ante estas cifras, no cabe duda de que se debe seguir trabajando para preservar y, en la medida de lo posible, mejorar la competitividad conseguida durante los últimos años.

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