El gasto turístico procedente de EE. UU. evidencia una marcada desaceleración desde finales de 2024. Esta ralentización refleja, en parte, la normalización del crecimiento del turismo tras la pandemia y factores macroeconómicos como la apreciación del euro frente al dólar y el deterioro de las perspectivas de crecimiento de la economía estadounidense. Sin embargo, dado que estos factores suelen operar con cierto rezago, es probable que la ralentización responda también a un aumento de la incertidumbre en torno a la política económica y comercial de EE. UU. que estaría comenzando a afectar a la propensión de los estadounidenses a viajar a España. Teniendo en cuenta que es un mercado que en 2024 representó el 4,6% de las llegadas y el 7,1% del gasto turístico internacional en España, su desaceleración puede llegar a restar cerca de 1 p. p. al crecimiento del PIB turístico en 2025. Algunas zonas del país, como las áreas urbanas no costeras, podrían verse más afectadas por el elevado peso del gasto turístico estadounidense. Por el momento, la mayor desaceleración se está observando en las zonas rurales, donde el peso del turista americano es menor.
Resultados de la búsqueda
La actividad en el mercado inmobiliario se está recuperando de la extraordinaria caída que experimentó entre los meses de marzo y junio. Así, las compraventas de vivienda y los visados de obra nueva han recuperado gran parte del terreno perdido en el tercer trimestre de 2020, una tendencia que prevemos que se afiance en 2021. El precio de la vivienda, que hasta la fecha ha mantenido una evolución débil pero sin llegar a registrar ajustes pronunciados, esperamos que mantenga una tónica similar en los próximos trimestres, y es probable que cierre 2021 con un descenso de alrededor del 2%.
Históricamente, y por lo general, los aumentos (o caídas) del consumo van de la mano de mayores aumentos (o caídas) de los préstamos al consumo. Esta relación es especialmente estrecha en el caso de los bienes duraderos, que son los que más se financian dado que suelen ser gastos de mayor envergadura.
El sector de la restauración mantiene su buena racha en 2025, con un crecimiento sólido del gasto, gracias al empuje del turismo nacional e internacional. Aunque el ritmo se modera respecto a años anteriores, los datos muestran una clara resiliencia, incluso tras el apagón eléctrico del 28 de abril, que supuso un golpe puntual para la facturación.
En 2024, la economía española ha exhibido un crecimiento generalizado de todos sus sectores de actividad, con pocas excepciones: se ha reducido el número de sectores en debilidad y que han aumentado los sectores en expansión gracias a la progresiva absorción de los fuertes shocks que afectaron su evolución en los últimos años.
La crisis de la COVID-19 está castigando la compraventa de viviendas. Una vez superado el desplome que sufrieron las transacciones durante el confinamiento, la evolución de la demanda dependerá en gran medida de la recuperación del mercado laboral y del turismo internacional en los próximos meses. Nuestro escenario de previsiones contempla una recuperación gradual de la demanda, si bien en 2021 todavía no se registrarán el más de medio millón de transacciones de 2019.
Las perspectivas de la economía española y de sus sectores de actividad son positivas. Esperamos un mayor ritmo de crecimiento para los sectores ligados a la transición digital, como las TIC y los servicios profesionales, o sectores en los que España despunta por su elevada competitividad, como el farmacéutico o el turístico.
El mercado inmobiliario es una de las principales correas de transmisión de la política monetaria a la economía real. El endurecimiento de las condiciones financieras se traslada a los tipos de interés hipotecarios y enfría la demanda de vivienda. Dado el notable endurecimiento de la política monetaria en el último año en gran parte de las economías avanzadas, en este artículo documentamos el cambio de tendencia que han experimentado los mercados inmobiliarios internacionales y analizamos la magnitud del ajuste que podría quedar por delante. Este artículo es una versión del artículo homónimo publicado en el IM04/2023.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto la importancia del sector agroalimentario como pilar esencial de la economía española. Durante los meses de confinamiento, toda la cadena alimentaria (que incluye agricultores, ganaderos, pescadores, cooperativas e industria alimentaria, mayoristas, comercio minorista, distribución o logística) tuvo que adaptarse rápidamente para garantizar el abastecimiento de alimentos a la población. En retrospectiva, es de justicia destacar la excelente respuesta de todo el sector para superar este reto.
A pesar del empeoramiento del contexto económico, el sector inmobiliario muestra una marcada tendencia alcista, con una demanda muy fuerte y un notable repunte en los precios. Por su parte, la oferta de vivienda nueva se está viendo afectada por la guerra en Ucrania, en forma de un encarecimiento adicional de los costes de construcción y del agravamiento de los problemas de abastecimiento de materiales a causa de los cuellos de botella en las cadenas de valor global. Esto está acentuando el desajuste entre la demanda y la oferta de vivienda, y hace prever que la tendencia alcista del precio de la vivienda tenga una cierta continuidad. Sin embargo, hay varios factores de signo contrario que deberían contribuir a moderar el avance de la demanda y de los precios a medio plazo, entre los que destacan el impacto de la inflación sobre la renta real de los hogares y el aumento de los tipos de interés por parte del BCE.
Antonio es economista sénior en el Departamento de Economías y Mercados Internacionales. Con estudios de Máster en Política Macroeconómica y Mercados Financieros por la Universitat Pompeu Fabra y, más recientemente, en Data Science. Antes de incorporarse a CaixaBank, Antonio trabajó como economista sénior en los equipos de investigación de Citigroup y BNP Paribas en Londres, Reino Unido. Sus áreas de estudio comprenden los mercados financieros, la política monetaria y la evolución macroeconómica mundial. Coordina las Notas Breves y otras publicaciones.
Oriol es economista sénior en el departamento de Economía Española. Doctor en Economía por la London School of Economics (LSE) y Máster en Economía y Finanzas por el Centro de Estudios Monetarios y Financieros (CEMFI). Antes de incorporarse en CaixaBank trabajó como economista especializado en el Reino Unido y el sur de Europa en el National Institute of Economic and Social Research (NIESR) y como profesor ayudante en la LSE. Sus áreas de estudio comprenden la macroeconomía, con especial énfasis en la política fiscal, y se especializa en la modelización de las previsiones del crecimiento económico español.
Los sectores más relacionados con el turismo se están digitalizando más rápido que el promedio de la economía española, pero el recorrido todavía es amplio, especialmente si lo comparamos con otros sectores turísticos europeos. En los próximos años, será clave que el sector turístico sea capaz de remediar esta situación, mediante una apuesta clara por la digitalización, que contribuya a mejorar su capacidad de crecimiento a largo plazo. El papel de los fondos europeos NGEU se presenta como una oportunidad de reactivar la inversión en digitalización de las empresas turísticas tras superar dos años muy difíciles para el sector.
El episodio inflacionista que está viviendo la economía española ha tenido su origen en un importante shock de costes. Si bien el foco se lo ha llevado el alza de precios de las materias primas energéticas y agrícolas, desde mediados del año 2021 un gran número de materias primas y bienes intermedios clave en multitud de procesos de producción también se han encarecido ostensiblemente. Este artículo muestra cómo el encarecimiento de dichos productos ha afectado los costes operativos de la industria manufacturera, que se ha visto obligada a transmitir una parte de ese incremento a sus clientes para no comprometer su viabilidad económica.
El sector agroalimentario sigue sufriendo la fuerte alza de los costes de producción y el impacto de la sequía. El descenso de los precios de las materias primas agrícolas y de la energía en los mercados internacionales desde los máximos alcanzados en 2022 debería ayudar a contener los costes de producción agrarios y, con ello, moderar las presiones inflacionistas sobre los alimentos. Sin embargo, la fuerte sequía que está castigando a la península ibérica desde el año pasado ha reducido la producción de muchos cultivos, como los cereales o las frutas, lo que ha repercutido tanto en los precios (al alza) como en el volumen de exportaciones (a la baja). Con todo, las exportaciones agroalimentarias en términos de valor siguieron avanzando a buen ritmo en el 1S 2023 debido al aumento de los precios, lo que refleja la elevada competitividad del sector agroalimentario español a pesar de la coyuntura adversa.
Las políticas económicas implementadas durante la pandemia han amortiguado el impacto de la crisis sobre la situación financiera de las familias. Por un lado, se ha evitado una mayor caída de los ingresos de los hogares, mientras que, por otro lado, la política monetaria acomodaticia del BCE ha propiciado una reducción de los pagos por intereses de la deuda. Un análisis detallado del esfuerzo que realizan los hogares para pagar su hipoteca, a partir de los datos internos de CaixaBank, debidamente reponderados para ser representativos de la población española, muestra que las medidas han conseguido reducir el esfuerzo hipotecario durante la pandemia en la mayoría de los hogares, si bien todavía siguen existiendo bolsas de vulnerabilidad entre los hogares de renta baja.
El sector turístico español ha empezado 2023 con robustez. Las llegadas de turistas internacionales han alcanzado los niveles de 2019 y el gasto turístico internacional ha batido récords. El turismo doméstico ha continuado creciendo desde 2022, pero con menor impulso por la combinación de pérdida de poder adquisitivo y de mayores salidas al extranjero. Aunque el turismo es actualmente uno de los motores de la economía española, es probable que aparezcan varios vientos de cara en los próximos trimestres. El complicado panorama macroeconómico en los países de origen de turistas internacionales, la reactivación de los destinos más lejanos para el turista europeo y español, y la competencia de destinos más económicos apuntan a una desaceleración del sector turístico a medida que nos aproximemos a 2024.
La economía española creció un 5,0% en 2021, un registro elevado en términos históricos, aunque levemente por debajo de lo que se esperaba, teniendo en cuenta que a comienzos de año se preveían tasas de crecimiento del PIB más próximas al 6,0%. Varios factores, tanto internos como externos, han restado vigor a esa reactivación de la economía. Entre los internos, destaca una activación del programa NGEU algo más lenta de lo previsto, que se tradujo en una recuperación modesta de la inversión. Entre los factores externos, sobresalen el encarecimiento de los costes energéticos y los problemas en las cadenas de suministros globales, ambos agravados significativamente por la guerra en Ucrania.
En el transcurso del año 2021 hemos constatado que, a raíz de la pandemia, se ha producido un desajuste en el sector inmobiliario entre una demanda que se ha reactivado muy rápidamente y una oferta que se muestra más dependiente de factores de tipo estructural y que, por tanto, sigue rezagada en la recuperación. A causa del desajuste, los precios de la vivienda han iniciado una tendencia alcista, que puede tener cierta continuidad en los próximos trimestres como consecuencia del encarecimiento de los costes de producción del sector y los problemas de abastecimiento de determinadas materias primas. Sin embargo, a medio plazo, a medida que la nueva oferta se vaya incorporando al mercado y se atenúen las tensiones en las cadenas de distribución globales, los precios deberían volver a una senda de crecimiento más acorde con la evolución de la renta de las familias.
A pesar de la COVID-19, los precios de la vivienda en la mayor parte de las economías avanzadas experimentaron un repunte en 2020, en gran parte ligado a las políticas fiscales y monetarias expansivas introducidas para reactivar la actividad económica.