¿Tiene un problema de inversión la eurozona?

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8 de abril de 2016

En 2015, el ritmo de crecimiento de la inversión en la eurozona aceleró hasta el 3,1%. Pero, desde una perspectiva un poco más amplia, la inversión aún no ha recuperado el nivel alcanzado antes de la crisis y la tendencia de fondo es más débil que en otros procesos de recuperación. Ello ha conducido a varias instituciones internacionales (FMI, OCDE, Comisión Europea) a sugerir que es perentorio que se tomen medidas para impulsarla. Con el objetivo de valorar hasta qué punto hay motivos de preocupación, analizamos por qué el pulso de la inversión es inferior al habitual.

El peso de la inversión de la eurozona pasó de representar el 19,8% del PIB en 1996 al 22,3% en 2007, un máximo que todavía no había alcanzado en 2015, a pesar de comenzar a registrar aumentos a partir de 2013. En gran medida, esta evolución responde a las fluctuaciones de la inversión en construcción, que incluyen los excesos cometidos antes de la crisis. La formación bruta de capital fijo una vez excluida la construcción evolucionó de manera más estable, del 8,2% del PIB en 1996 al 10,4% en 2008, otro nivel máximo que tampoco ha alcanzado desde entonces. Es importante señalar que no todos los componentes de la inversión se han comportado de igual manera. La inversión en derechos de propiedad intelectual ha crecido de forma continuada, incluso durante los años de la crisis (a una tasa del 8% anual en promedio y alcanzando el 3,85% del PIB en 2015). Sin embargo, el nivel de inversión en maquinaria y bienes de equipo se ha mantenido alrededor del 6% del PIB en todo el periodo e incluso ha reducido su importancia como porcentaje de la inversión total.1

Varios cambios estructurales de las economías de la eurozona explican que las necesidades de inversión hayan variado. La progresiva importancia del sector servicios en detrimento de la industria ha modificado la composición de la estructura productiva y ha reducido las necesidades de inversión, ya que el primero requiere una menor intensidad inversora que la segunda. Según la OCDE, en países como Italia o Francia, este cambio ha supuesto que la necesidad de inversión haya disminuido alrededor de 0,5 p. p. la ratio de inversión sobre el PIB entre 1997 y 2013. El proceso de globalización ha supuesto también que, durante el mismo periodo, una mayor proporción de la inversión mundial se destinara a las economías emergentes. Un aumento de la inversión en el extranjero tanto puede reducir la necesidad de invertir en el país (efecto sustitución) como aumentarla (efecto complementario), pero el efecto no es el mismo en todos los países (más sustitutivo en el Reino Unido y más complementario en Alemania, por ejemplo).2

Asimismo, el cambio tecnológico ha impulsado la inversión hacia el capital intangible y las TIC, reduciendo la necesidad de inversión en capital físico, como hemos ob­­servado. Una mayor inversión en intangibles es importante, puesto que está asociada a un mayor crecimiento económico per cápita.3 Cabe señalar que no todos los intangibles están medidos en las cuentas nacionales (lo están el gasto en I+D y el software, pero no la publicidad o la formación, por ejemplo) y por tanto están infravalorados. A este factor de infravaloración de la inversión se añade el hecho de que la reducción de precio de la tecnología permite que aumente la inversión en las TIC en términos reales, aunque se destinen los mismos recursos nominales.

En definitiva, varios factores estructurales condicionan la in­­versión y muestran que no es evidente señalar si el nivel actual de inversión es bajo. En todo caso, es importante analizar la evolución de la inversión a más largo plazo y teniendo en cuenta su composición.

1. La inversión en maquinaria y equipo ha pasado de representar en 1996-2000 un 67% de la inversión total, excluyendo la construcción, a representar un 62% en 2010-2015.

2. Véase Banco de España, «La debilidad de la inversión empresarial en las economías desarrolladas», Boletín Económico núm. 57, julio-agosto 2015 y OECD, «Lifting investment for higher sustainable growth», OECD Economic Outlook, Volume 2015/1, Chapter 3.

3. Véase Corrado et al. (2012), «Intangible Capital and Growth in Advanced Economies: Measurement Methods and Comparative Results», IZA DP 6733.

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