Aún inmersos en la fase aguda de la crisis de la COVID-19, compartimos una doble convicción. La primera, que esta crisis la vamos a superar. La segunda, que a pesar de su previsible carácter temporal, el shock probablemente tendrá efectos estructurales. El mundo, en definitiva, va a cambiar, y está en nuestras manos decidir si una crisis, además de generar amenazas, es también una fuente de oportunidades.
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La pandemia de coronavirus tomó al mundo por sorpresa y paralizó el turismo internacional casi por completo. Las primeras etapas de una cierta recuperación están pasando por la reinstauración de la conectividad entre los países emisores y destinos turísticos que hayan controlado la expansión del nuevo coronavirus. No obstante, el sector deberá acometer una profunda y rápida transformación para adaptarse a un nuevo perfil de turista internacional pos-COVID-19, mucho más preocupado por recibir un servicio personalizado, flexible y, sobre todo, más seguro.
Los titulares de economía hoy en día se centran en los devastadores efectos económicos de la crisis de la COVID-19 sobre el mercado laboral, las empresas y las familias, y en las medidas que están adoptando gobiernos y bancos centrales de más de medio mundo para paliar dichos efectos. Sin embargo, cuando todo pase, se pondrán de manifiesto los cambios que la crisis actual está desencadenando de forma más silenciosa y discreta en muchos otros aspectos. En este artículo abordamos los probables cambios en la manera de producir.
Ante un shock como el que estamos viviendo, temporal y de causa externa, es importante reducir al máximo el contagio a la economía para asegurar que el parón en la actividad y el empleo también sea temporal. Para ello es necesaria una respuesta de las políticas económicas contundente y coordinada, tanto a nivel nacional como a nivel europeo y mundial.
El shock de la COVID-19 está teniendo efectos muy significativos sobre las economías emergentes y se está transmitiendo por canales reales y financieros de forma rápida e intensa. Cerca de 100 países, la mayoría emergentes, están explorando obtener ayuda del FMI o ampliar la que ya tienen. ¿Será el principio de una nueva crisis emergente como la de las décadas de 1980 y 1990?
La COVID-19 está ponidendo a las políticas económicas en una verdadera encrucijada: el golpe a la economía es tan mayúsculo y simétrico entre países que están exigidas a actuar de manera rápida, agresiva y coordinada. ¿Pero es posible hacerlo y que la independencia de los bancos centrales preserve su credibilidad?
La peste negra y la gripe española, el crack del 29 y la Gran Recesión son algunos de los cisnes negros de la historia que nos ayudan a enmarcar la actual crisis de la COVID-19.
La situación actual de la economía española es muy compleja debido a la pandemia. El caso del comercio minorista no es una ninguna excepción, aunque está mostrando una resiliencia notable, habida cuenta de todas las restricciones en los horarios de apertura y aforos que se han adoptado para frenar la pandemia. Según revelan los indicadores de demanda y empleo del sector, la actividad del comercio minorista se sitúa cerca, aunque por debajo, del nivel pre-COVID. A pesar de ello, el análisis de los datos internos de CaixaBank revela una gran heterogeneidad entre empresas grandes y pequeñas, y entre diferentes ramas de actividad, confirmando que la plena recuperación todavía no se ha alcanzado.
Tras analizar el tamaño del impulso fiscal en Alemania, España, Francia e Italia para contrarrestar la crisis de la COVID-19, abordamos la siguiente pregunta: ¿qué países han tomado medidas fiscales más eficientes y de mayor calidad?
Los datos internos de CaixaBank nos permiten evaluar con detalle qué colectivos está sufriendo de forma especial la crisis que ha generado la COVID-19 y hasta qué punto las transferencias del sector público están siendo efectivas para protegerlos.
En los últimos años la inflación europea ha sido tozudamente inferior a lo deseado por el BCE y, desde 2018, incluso ha ido perdiendo dinamismo. Esta debilidad se ha intensificado con la crisis de la COVID-19. ¿Será esta temporal o permanente?
En un momento en el que muchos países han empezado a relajar las medidas de distanciamiento social, y con las primeras estimaciones del PIB del 1T 2020 en la mano, podemos empezar a vislumbrar lo que la lucha para controlar la pandemia está comportando para la economía en este segundo trimestre de 2020.
Monitorizamos la evolución del consumo privado y el impacto de la COVID-19, a partir del gasto con tarjetas y la retirada de efectivo en TPV y cajeros de CaixaBank.
El baile de letras ha vuelto a empezar. ¿La crisis del coronavirus tendrá forma de V, de U o de L? Por el momento, una de las pocas certezas que tenemos es que las medidas que estamos tomando para frenar el ritmo al que se contagia el virus, imprescindibles, tendrán un impacto económico de una magnitud inaudita.
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha obligado a gran parte de la sociedad a adaptarse de manera veloz e inesperada al trabajo en remoto, una práctica relativamente minoritaria en España antes de la eclosión de la pandemia. ¿Tiene España simplemente un bajo potencial para el teletrabajo o, por el contrario, lo tiene pero no lo está explotando?
La COVID-19 nos ha sacudido de arriba abajo y se ha impuesto como una protagonista más de nuestras vidas. Ha zarandeado nuestras costumbres y ha cambiado el mundo en el que vivimos. Desde lo pequeño hasta lo grande. Uno de sus tentáculos será una gran mochila de deuda. ¿Cuánto pesará y cómo nos condicionará en el mundo de mañana?